José Domingo Ulloa: “Las migraciones son inevitables, por más leyes que existan”

Arzobispo de Panamá y responsable de la Sección de Movilidad Humana del CELAM

José-Domingo-Ulloa(José Luis Celada) Nombrado el 18 de febrero arzobispo de Panamá, el agustino José Domingo Ulloa Mendieta es, además, el responsable de la Sección de Movilidad Humana del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Desde aquí coordina la participación de la Iglesia en un campo cuyas problemáticas (pobreza, esclavitud…) exigen “una interacción de todos los actores sociales para lograr su erradicación”. Aunque advierte: “Las migraciones son inevitables, por más leyes que existan”.

¿Cómo explicaría que se sigan produciendo situaciones de esclavitud?

La pobreza, la esclavitud y todos los males de la sociedad se deben al individualismo, al hedonismo, la ausencia de Dios en muchos ámbitos de decisión y poder. Esto hace que se reproduzcan situaciones de injusticia e iniquidad. Vivimos en un mundo donde pocos tienen mucho, mientras que muchos tienen poco.

Explotación laboral, tráfico de personas, prostitución…, ¿son achacables a la mayor indefensión de la gente en situaciones de extrema necesidad, como la crisis actual, o al grado de impunidad que permiten las instituciones?

Son problemáticas muy complejas, por lo que su solución exige una interacción de todos los actores sociales para su erradicación. Evidentemente, quienes sufren extrema pobreza, y pobreza, son personas en situación de riesgo y más vulnerables, porque ante su difícil situación buscan desesperadamente vías para salir de ella, y es ahí donde las ofertas “mágicas” de individuos y organizaciones sin escrúpulos se aprovechan de su necesidad.

Por otra parte, los altos niveles de corrupción no ayudan a que la situación de los migrantes mejore; muchas veces, con grandes sacrificios, pagan altas sumas de dinero para lograr entrar a un país que creen les ofrece mejores condiciones de vida. Sin embargo, se ven estafados, sin que puedan reclamar por su misma situación de migrantes e indocumentados. Es evidente que con la actual crisis global, que ha afectado con mayor fuerza a los países en desarrollo, se han incrementado las migraciones.

¿Qué hace la Iglesia para que cuantos se ven obligados a emigrar no acaben cayendo en el crimen organizado, el tráfico de drogas o las redes de trata de personas?

Celebramos encuentros para analizar este tema para trabajar con más conocimiento sobre las problemáticas y consecuencias de esta realidad social en el marco de la Misión Continental. Hay ricas experiencias de ayuda a los refugiados, con casas para acogida, centros de asistencia legal (para permisos de trabajo, acceso a la educación, atención médica, etc.) y para denunciar las violaciones de que son objeto. Quizás una de las riquezas es que, a nivel de la Iglesia, ya se está dando un trabajo en red, lo que permite una mayor incidencia positiva en esta problemática.

Asistir, prevenir y restaurar. ¿Son éstos los pasos a seguir en la atención pastoral a las víctimas, o se puede hacer algo más?

José-Domingo-Ulloa-2Hay que dar una asistencia inmediata a los migrantes, porque su situación no puede esperar; pero, fundamentalmente, se debe trabajar en la prevención, para que menos personas sean víctimas del engaño, la trata, la esclavitud… Por todo ello, se hace necesario:

  • Mantener el diálogo con las instancias organizativas interesadas para establecer las formas de colaboración adecuadas en atención social, cultural y religiosa, velando por la defensa de los derechos humanos y desarrollo personal de las víctimas.
  • Suscitar condiciones óptimas que ayuden a las víctimas a recuperar su autoestima, hacer respetar sus derechos y reiniciar su vida como hijos de Dios.
  • Establecer contactos con otras organizaciones interesadas en el tema para trabajar en red y optimizar la atención a las víctimas según sus necesidades, haciendo que la Iglesia sea cada vez más activa en la defensa de los derechos humanos.

Sensibilización

¿Qué papel deberían jugar la educación y la formación para atajar estas trágicas realidades?

Entre las consecuencias de la migración está el fortalecimiento del papel de la educación para dar a conocer y reconocer esta realidad, pero de una forma nueva, más justa y humana. En consecuencia, la integración del alumno inmigrante y su familia en el sistema educativo exige una mirada distinta para cambiar la interpretación negativa de este fenómeno, para establecer pautas y principios generales que puedan ayudarnos a alcanzar una convivencia intercultural. El reto es compatibilizar diversidad y comprensibilidad sin reducir los niveles de calidad de la enseñanza ni las posibilidades educativas.

¿Y los medios de comunicación?

Son otro elemento en el que hay que presentar una lectura positiva de las migraciones. Las Conferencias Episcopales y otros organismos nos hemos comprometido a organizar en cada país, con apoyo del CELAM, seminarios, talleres y otros eventos de sensibilización y capacitación sobre migraciones, refugiados, desplazados y víctimas de trata dirigidos a periodistas de diferentes medios de comunicación.

Hay un Informe sobre Desarrollo Humano (Superando barreras: movilidad y desarrollo humanos) en el que se demuestra que la migración puede mejorar el desarrollo humano de quienes se desplazan, de las comunidades de destino y de los que permanecen en su lugar de origen. Conocer esto y difundirlo en los medios ayudaría a disminuir la xenofobia y las discriminaciones que sufren los migrantes. El fenómeno de la migración está en incremento, y no podemos evitarlo, por más leyes migratorias restrictivas que existan.

¿Qué puede hacer la Iglesia para que la defensa de los derechos humanos sea una prioridad de gobernantes e instituciones?

Hay avances con algunos gobiernos para el acceso de los migrantes a los servicios de salud, educación y trabajo. Hay acciones de protección a las víctimas de tráfico de migrantes. Varios países ratificaron acuerdos internacionales que defienden los derechos de migrantes y refugiados y que combaten la trata de personas. Se ha facilitado la regularización migratoria en algunos países, hemos exhortado a los gobiernos para que fortalezcan planes de intervención ante las emergencias de los migrantes, refugiados y víctimas de la trata. Somos conscientes de que, con el apoyo de la Iglesia, los gobiernos podrán avanzar más rápidamente en las decisiones sobre estos temas, y queremos hacer propuestas serias, técnicamente elaboradas, para que se alcancen los resultados esperados más rápidamente.

Por ello, buscando fortalecer el trabajo en redes para potenciar la incidencia política ante los gobiernos a nivel nacional y regional, nos hemos propuesto:

  • Conformar grupos técnicos regionales para revisar la incidencia de los convenios, acuerdos y normas vigentes en Latinoamérica y el Caribe relacionados con los derechos laborales, de seguridad social, de circulación y estudios de los migrantes.
  • Identificar a los gobiernos locales y regionales más sensibles al tema y trabajar con ellos de manera orgánica, transfiriéndoles nuestras experiencias y ayudándoles a enfocar las acciones correspondientes.
  • Promover pronunciamientos conjuntos de las Conferencias Episcopales sobre hechos muy concretos, como las nefastas consecuencias del fracaso de la Reforma Migratoria en los Estados Unidos y la ola de persecución contra los inmigrantes indocumentados.

En el nº 2.701 de Vida Nueva.

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