Los obispos paraguayos exigen una educación de calidad

Tras su Asamblea Plenaria, difundieron un mensaje como preparación al Bicentenario del país

lugo-y-cuquejo(Washington Uranga) Al término de su Asamblea Plenaria, celebrada entre los días 10 y 12 de marzo en Asunción, los obispos paraguayos emitieron un mensaje En preparación al Bicentenario de la Independencia Nacional, en el que señalan que es “prioritaria la atención a la Educación de calidad y para todos”, advierten que “la Patria necesita del concurso de políticos y estadistas” que sean “competentes” y con “deseos de superación”, y, entre otras tareas pendientes, reclaman “una Reforma Agraria integral”, la creación de fuentes de trabajo y la pronta sanción parlamentaria de la “Ley del Impuesto a la Renta Personal (IRP)”.

El documento, que venía siendo preparado por los prelados desde hace varias semanas, es una toma de posición episcopal frente a la realidad del país, señalando aquellos aspectos que, a su juicio,  requieren actualmente una atención prioritaria. El texto recoge también el sentir de los superiores de congregaciones religiosas que trabajan en Paraguay y que, en número cercano a 70, participaron en una reunión conjunta con el Episcopado en los días previos a la Asamblea. Por tal motivo, en él se alude específicamente a la “sincera comunión eclesial” entre obispos y religiosos, que permitió reflexionar y anotar “orientaciones que nos impulsen a realizar este gran emprendimiento” de la Misión Continental Permanente, lanzada en 2007 por los obispos latinoamericanos y caribeños en Aparecida (Brasil).

En cada uno de los aspectos que aborda, el documento de la jerarquía católica pide especial atención “para aquella porción de nuestro pueblo que sufre y carece de las condiciones apropiadas de una vida digna”. En este marco, los obispos reivindican como “prioritaria la atención a la Educación de calidad y para todos, con un cambio sustancial del sistema educativo actual que garantice la formación de la persona humana y promueva un desarrollo integral indispensables para fortalecer la identidad nacional, dentro del concierto de las Naciones”.

Durante la Asamblea, los obispos mantuvieron un encuentro con el ministro de Educación, Luis Alberto Riart, a quien manifestaron su compromiso formal de “apoyar el acceso a la educación de los compatriotas”, al entender que ése “es el camino para el desarrollo humano y de un país que necesita imperiosamente la formación integral de su pueblo”.

Orientaciones sexuales

En su declaración, el Episcopado manifiesta también su “preocupación por las orientaciones de una educación sexual que contradice los principios fundamentales de la naturaleza humana”, afirmando “la obra de la creación del hombre como varón y mujer, y que en el matrimonio vive responsablemente su sexualidad abierta a la vida”. En este mismo marco, se deja constancia expresa de la necesidad de “priorizar” la educación en el presupuesto nacional, con la finalidad de “realizar desde la educación la urgente transformación de las condiciones de pobreza y marginación en las que se encuentra el país”. Porque “una educación de calidad –dicen los obispos– garantizaría el desarrollo sustentable personal y social a todos los ciudadanos”.

El llamamiento episcopal se dirige, asimismo, “a toda la población”, para que acompañe “con una colaboración efectiva” los esfuerzos que el presidente Fernando Lugo está realizando “en el campo de la salud para todos, en especial para los excluidos”. Una demanda que cobra mayor sentido “teniendo en cuenta las actuales amenazas de enfermedades pandémicas y ambientales, como el dengue y los diversos tipos de influenza”.

El mensaje incluye también un pedido para que los legisladores sancionen la Ley del IRP, solicitud que el Gobierno de Lugo viene realizando sin éxito en el Congreso. Según los pastores, “su cumplimiento en conciencia social y justicia traerá beneficios no sólo organizativos de todo el sistema económico administrativo del país, sino que también contribuirá a la formalización de la economía, a eliminar la corrupción administrativa y potenciará los recursos económicos para beneficio de toda la población nacional”. Porque “es justo –añaden– que el que tiene más, tribute más”. Junto a ello, se alude a la “urgencia de crear fuentes de trabajo”, porque “sólo así se podrá disminuir la pobreza reinante y la emigración interna y externa de los jóvenes y adultos, especialmente de mujeres, si se toman cuanto antes las medidas adecuadas”.

Finalmente, un párrafo aparte merece el tema de la seguridad. Partiendo de la base de que “la seguridad es fruto de la confianza dentro de la familia, la vecindad y la solidaridad entre los vecinos”, los obispos sostienen que esta solidaridad “se cultiva en la educación ciudadana y escolar y se expresa en las buenas relaciones interpersonales y sociales”, y piden expresamente para que comisiones vecinales, capillas y comunidades de base colaboren “responsablemente con el servicio ciudadano en estrecha cooperación con el Estado”.

ARGENTINA, DE PATRIA A NACIÓN

Bergoglio-y-Fdez(W. U. Buenos Aires) Mediante una breve declaración de apenas 30 líneas, emitida en Buenos Aires la segunda semana de marzo al final de la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, la jerarquía católica argentina sumó su voz al debate político nacional, asegurando que “la situación actual requiere una actitud de grandeza de parte de todos los argentinos, en particular de sus dirigentes”.

El pronunciamiento colectivo de los obispos llega en un momento de gran confrontación política entre el Gobierno de Cristina Fernández y una heterogénea oposición política que, no obstante sus diferencias, ha unido fuerzas en el Congreso para enfrentar las iniciativas oficiales.

Además de dar a conocer su punto de vista sobre temas relativos a la coyuntura política y social del país, el Episcopado que encabeza el cardenal Jorge Bergoglio solicitó audiencia a la presidenta, a los titulares de ambas cámaras legislativas y a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, ante quienes los prelados pretenden explicar el sentido de su mensaje.

El texto episcopal –titulado La Patria es un don, la Nación una tarea– comienza señalando que “la celebración del Bicentenario merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo”. Advierte también que “la que sufre es la Nación toda” y que “no es momento para victimizarnos ni para procurar ventajas sectoriales”. Subrayan los pastores que “la calidad institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión de todos en la comunidad nacional”, y agregan que “es necesario que los poderes del Estado, de acuerdo a su naturaleza, actúen respetando su legítima autonomía y complementándose en el servicio al bien común”.

Aludiendo a la situación general del país, los prelados recuerdan que “si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres”, y subrayan que “éste es un reclamo del cual nos volvemos a hacer eco, porque se trata de una deuda vigente y que se lee en los rostros de miles de hermanos que no llegan a vivir conforme con su dignidad de hijos de Dios”.

La reflexión de los obispos concluye instando a los legisladores a que, dejando de lado otros temas, se ocupen de cuestiones que consideran “fundamentales”, como el matrimonio entre personas del mismo sexo y la despenalización del aborto. Situaciones ambas sobre las que existen iniciativas parlamentarias a las que la Iglesia se opone por considerarlas contrarias a “la naturaleza de la persona humana”.

wuranga@vidanueva.es

En el n º 2.700 de Vida Nueva.

Compartir