Mujica toma el relevo de Vázquez en Uruguay

El nuevo presidente aboga por el diálogo para abordar los cambios que pide el país

Toma-posesión-Mujica(Washington Uranga– Montevideo) La asunción el 1 de marzo de José ‘Pepe’ Mujica (75 años) como nuevo presidente de Uruguay, iniciando un segundo período de cuatro años de Gobierno de la coalición de centro-izquierda Frente Amplio, se vivió en Montevideo como una gran fiesta popular, con personas que viajaron desde todos los rincones del pequeño país hasta su capital para participar en el acto. A ese clima contribuyó mucho el nuevo mandatario, haciendo gala de un lenguaje llano y un estilo desprovisto de formalidades.

El acontecimiento reunió también varias particularidades. Es la primera vez que se suceden dos gobiernos de centro-izquierda en el país, y el ya ex presidente, el médico Tabaré Vázquez, dejó el poder con un nivel de aceptación popular superior al 60%. Mujica, en los años 70 dirigente de la guerrilla urbana Tupamaros (Movimiento de Liberación Nacional), accede a la presidencia democrática tras haber sufrido la cárcel durante 13 años en tiempos de la dictadura militar.

Lejos del discurso encendido de sus años guerrilleros, Mujica presentó una propuesta en la que abundaron las palabras “diálogo”, “convergencia”, “concertación” y “negociación”, para afirmar que Uruguay necesita “cambios de ésos que se tocan con las manos” y, para lograrlo, “estamos convencidos de que se necesita una civilizada convivencia política; y no vamos a ahorrar ningún esfuerzo para realizarla”. El presidente tendió así puentes hacia la oposición conservadora (de los partidos Blanco y Colorado), tratando de unir fuerzas en la búsqueda de políticas de Estado. Mujica también proclamó su vocación integracionista respecto al MERCOSUR y envió mensajes para resolver las diferencias políticas que últimamente enfrentaron a su país con Argentina.

Educación, energía, medio ambiente y seguridad fueron declarados temas prioritarios en su gestión de gobierno, pero subrayando la prioridad por la educación y prometiendo acabar con la indigencia, que aún sufre el 2% de los uruguayos.

Iglesia y aborto

Desde la Iglesia católica, el obispo de Salto, Pablo Galimberti, deseó “salud física, anímica y espiritual” al nuevo presidente, porque “un día le sonreirán aplausos y al siguiente le lloverán las críticas”. Y agregó: “Es el precio de los que persiguen sueños y objetivos que no siempre coinciden con los intereses o consignas de un grupo o corporación”. En medios eclesiásticos se cree que la primera batalla política entre Mujica y la Iglesia llegará pronto, cuando el Gobierno avale una iniciativa para despenalizar el aborto con una ley ya aprobada y vetada por el ex presidente Tabaré Vázquez.

wuranga@vidanueva.es

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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