OBITUARIO: José María Javierre: siempre estuvo “entre lo tradicional y lo nuevo”

Muere en Sevilla el sacerdote y periodista José María Javierre

Javierre_web(Miguel Ángel Malavia) “Querido José María, desde hace algunos años me venías diciendo que te ibas a morir. En más de una ocasión te dije que mientras un servidor estuviera aquí nadie se podía morir sin mi permiso y que no pensaba dártelo. Y ya ven ustedes, me despido y se muere el pobre. No te lo creímos entonces, pero tampoco te lo creemos ahora porque la huella de tu vida permanece con nosotros. Que Dios te bendiga y te guarde a su lado”. Con estas emocionadas palabras se despidió Carlos Amigo, el ya arzobispo emérito de Sevilla, de José María Javierre, al presidir la ceremonia por su entierro. El sacerdote operario, teólogo, periodista y escritor, había fallecido en su domicilio sevillano el día anterior, el jueves 17 de diciembre, a los 85 años, tras una larga enfermedad. La eucaristía tuvo lugar en la catedral de Sevilla, de la que el fallecido era canónigo, pese a que nunca quiso tomar posesión de la misma al no desear ocupar cargo ni honor alguno. “No sé si alguna vez me perdonó el regalo que le hice”, comentó con sorna el cardenal en la misma homilía, en referencia a su extrema humildad, al haber sido él quien le nombró para dicha responsabilidad. Que no fue la primera.

Y es que Javierre, pese a su origen aragonés –nacido en Lanaja (Huesca) y ordenado sacerdote en 1947, tras formarse en su seminario diocesano y haber sido después vicerrector del Colegio Español en Roma y rector del Colegio Español en Múnich–, llevaba viviendo en Sevilla desde 1958, cuando llegó a la capital hispalense (de la que es Hijo Adoptivo) para escribir la biografía del beato cardenal Spínola, también fundador de El Correo de Andalucía, el diario decano de la prensa andaluza. Entre sus muchos encargos periodísticos, el sacerdote dirigió esta cabecera en dos ocasiones: la primera, entre 1969 y 1972, llamado por el cardenal Bueno Monreal, y la segunda, entre 1984 y 1986, instado a ello por Amigo. Por el importante contexto de la primera etapa, jugó un papel fundamental en la promoción de principios democráticos durante el Tardofranquismo –destacó su suplemento Mundo Laboral, que sería promotor del sindicalismo, contando con la colaboración de firmas como la de Felipe González, luego primer presidente socialista en la Transición–, así como de los principios del Concilio Vaticano II, mostrando siempre sus personales señas de identidad: tolerancia, diálogo y aperturismo. Querido por todos, en la hora de su muerte no hubo distinción de sensibilidades, ni eclesiales ni políticas, para un reconocimiento unánime. El presidente de la Junta andaluza, el socialista José Antonio Griñán, lamentó “profundamente” su pérdida, recordando “su contribución a la consolidación de los valores democráticos durante los inicios de la Transición en Sevilla”. Javier Arenas, líder del PP andaluz, alabó su empeño en la “concordia” y el que fuera “extraordinariamente respetuoso con los derechos y libertades de los demás”.

Premio Bravo Especial

La Conferencia Episcopal Española (CEE) le había distinguido recientemente con la concesión del Premio Bravo Especial, en virtud a su dilatada carrera periodística al servicio de la Iglesia: editorialista y corresponsal en el Vaticano del diario Ya, director de Últimas preguntas en TVE, presentador de Testigos hoy en la televisión autonómica andaluza, Canal Sur, colaborador en Radio Vaticana, promotor de la Gran Enciclopedia de Andalucía y la Gran Enciclopedia de España y América, subdirector de Ecclesia… y colaborador habitual de Vida Nueva, en cuyos inicios tomó parte activa.

Otra de sus grandes pasiones fue su afición a escribir vidas de santos y demás personajes vinculados a la Iglesia, además de sus propias experiencias de fe, ligadas a sus innumerables viajes por todos los continentes del mundo. Llegó a ser vicepostulador de la causa de sor Ángela de la Cruz, quien fue canonizada finalmente por Juan Pablo II en Madrid, en 2003. Fray Amigo, ante los restos mortales de Javierre, alabó su capacidad literaria: “No es que fuera biógrafo de tantos santos, sino que los santos elegían a José María para que nos contara sus vidas a los demás, haciéndolas sumamente atractivas y encandilándonos a todos con aquellos hechos”. Finalmente, el purpurado resumió su carácter al exponer “su equilibrio entre lo tradicional y lo nuevo”, siendo un “fidelísimo hijo de la Iglesia” y un claro intermediario para que “unos y otros acercaran posturas y trabajaran por el bien común”.

Próximamente, Vida Nueva dedicará un ‘Pliego’ a la imborrable figura de este sacerdote y escritor.

En el nº 2.689 de Vida Nueva.

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