Alberto Quattrucci: “La paz no es algo acabado, hay que construirla día a día”

Secretario general de los Encuentros Internacionales Hombres y Religiones de la Comunidad de Sant’Egidio

Quatrucci(Texto: Victoria Lara– Fotos: Luis Medina) Este 1 de enero se celebra la Jornada Mundial de la Paz y Barcelona se prepara en este 2010 para acoger un acontecimiento que demostrará –al menos de forma simbólica– que el diálogo entre personas de diferentes culturas y credos es posible: la celebración en la iglesia de la Sagrada Familia de una eucaristía a la que asistirán representantes de todas las confesiones religiosas. El acto tendrá lugar a principios del mes de octubre, enmarcada en el Encuentro Internacional de Oración por la Paz que cada año convoca la Comunidad de Sant’Egidio, y que en esta ocasión tendrá como sede la Ciudad Condal. Alberto Quattrucci es el secretario general de los Encuentros Internacionales Hombres y Religiones, iniciativa promovida por Sant’Egidio, y el encargado de organizar esta cita, que surge del histórico Encuentro de Asís, convocado por el papa Juan Pablo II en 1986.

En la entrevista concedida a Vida Nueva durante una reciente visita a España, Quattrucci asegura que, aunque hoy el diálogo está recuperándose de una crisis, los esfuerzos en este sentido están dando frutos, “lo que ocurre es que hay que tener unas gafas especiales para verlos”.

¿Por qué se ha elegido Barcelona para la próxima cita?

Este año celebramos la 25ª edición de los Encuentros desde la cita de Asís. El cardenal Sistach, que es amigo de la Comunidad desde hace muchos años, ha invitado a Sant’Egidio a realizar el Encuentro en Barcelona. El de 2009 tuvo lugar en Cracovia, la ciudad de Juan Pablo II, con motivo del 70º aniversario de la II Guerra Mundial, y lo clausuramos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.

¿Se ha fijado ya cuál será el tema central de dicho Encuentro?

Estos encuentros no se celebran en una jaula de cristal, a puerta cerrada, sino que están abiertos a todo el pueblo, a la gente. Si hoy me pregunta que cuál será el programa del encuentro de Barcelona, le diré que no lo sé. Porque no es un encuentro médico, científico, en el que primero se elige el tema y luego las personas que irán, sino que aquí primero se eligen las personas que asistirán, y los temas, la historia los decidirá. Seguramente, uno de ellos sea la crisis económica mundial; estamos viendo en el último año que la raíz de esta crisis es la crisis espiritual, porque sin espíritu la historia no funciona. Se está abriendo una nueva etapa de alianza entre la religión y la política, entre el espíritu y la cultura, porque si no, el hombre no tiene futuro, sólo presente.

Ya se celebró un encuentro en Barcelona en 2001, ¿qué diferencias hay entre aquella cita y ésta de 2010?

Hay una gran diferencia, porque la clausura de aquella convocatoria, el 4 de septiembre de 2001, fue exactamente una semana antes de la tragedia de las Torres Gemelas y este acontecimiento se interpretó por la mayoría como el fin de la posibilidad de diálogo. Y, efectivamente, le siguieron tres años de crisis profunda del diálogo. Pero, después, hemos visto resurgir esta posibilidad, vemos cómo el mundo de la política, la cultura, la economía, están teniendo un gran diálogo con la religión. En las tres últimas ediciones –en Nápoles, en Chipre y en Cracovia– en particular, ha crecido un discurso muy fuerte en este sentido.

Casi 25 años después, ¿qué queda hoy en día del Espíritu de Asís?

Quattrucci-2En un discurso reciente de Obama, que a mí me pareció muy interesante, dijo que un sólo país no podía conseguir la paz. Cuando, en 1986, Juan Pablo II convocó el Encuentro de Asís, la situación estaba polarizada en dos grandes bloques, el de los Estados Unidos y el soviético. También estaba la Organización de las Naciones Unidas. La paz era un equilibrio de estas grandes fuerzas. Pero hoy no existe una gran organización internacional ni una gran potencia. Entonces, ¿qué es la paz hoy? La paz hoy se construye, no con un único Estado, sino con Estados distintos, con fuerzas diversas.

Juan Pablo II era un gran hombre porque era un hombre de fe, no en un sentido religioso, sino laico, pues era un hombre que creía en el futuro. Él siempre dijo desde el principio: “No tengáis miedo”, porque sabía que el miedo era el origen de la guerra y de la violencia. La gran diferencia entre los Encuentros interreligiosos y Asís es que los Encuentros son como los parlamentos, donde se discuten los problemas sociales, se elaboran multitud de documentos… pero Asís no era eso, era un encuentro con una visión de futuro: construir la paz en el mundo.

Crisis del diálogo

En lo que se refiere al diálogo interreligioso, como experto, ¿nos podría decir en qué situación se encuentra actualmente en el mundo?

En general, le diré que el diálogo se está reconstruyendo en medio de una gran crisis, tanto el intercultural, como el interreligioso y el ecuménico.

El intercultural tiene una dificultad, porque no se habla de él en la agenda política. Está la crisis económica, la inmigración… pero necesitamos el diálogo intercultural para hacer una verdadera política, entendida como la búsqueda del bien común. Durante años se creyó que el auténtico valor no era la cultura, sino la economía, pero ambas se necesitan.

En cuanto al diálogo interreligioso, desde nuestro punto de vista, es algo muy positivo, porque no se ha terminado, continúa, y eso ya es una victoria. Muchos podrán criticar que estamos hablando del diálogo pero que la guerra continúa. Sí, pero ¿qué sería del mundo si no hubiera diálogo? El diálogo es como una protección para el mundo, porque donde no hay diálogo el otro siempre es un enemigo.

El diálogo ecuménico también está en crisis. Uno de los motivos es que faltan hombres de diálogo, como Juan Pablo II, o como Atenágoras en el mundo ortodoxo. Entonces, ¿qué es la unidad de los cristianos? No es una unidad jerárquica, jurisdiccional, sino espiritual. Es una unidad en la diversidad. En este sentido, nuestros Encuentros de diálogo interreligioso son muy positivos porque en ellos, cuando los cristianos están frente a otras religiones, se ve que lo que les une es más que lo que les divide.

La Comunidad de Sant’Egidio tiene una amplia experiencia en la mediación de conflictos, ¿en qué lugares están trabajando actualmente?

En África continuamos esta labor, por ejemplo, en Costa de Marfil, donde ya llevamos varios años; también en Sudán. En Europa no existen estos conflictos, pero existen otros, como en Chipre, donde hay un enfrentamiento entre los turcos y los chipriotas, que se abordó ampliamente en el Encuentro que celebramos allí en 2008. Pero, ¿cómo es la mediación que realiza Sant’Egidio? Andrea Riccardi, el fundador de nuestra Comunidad, descubrió que la guerra es la madre de la pobreza, y nosotros así lo hemos verificado. En la segunda mitad de los 80 mediamos en el conflicto de Mozambique. En 1989, cuando invitamos a Roma a representantes del Gobierno y de la guerrilla de ese país, ambos acudieron porque cuando les enviábamos ayuda humanitaria, la mandábamos a los dos bandos. A través de esta amistad, hemos conseguido que finalmente se firmara la paz en 1992. También conseguimos la paz en Guatemala.

Es cierto que no podemos decir que todo funcione siempre, también hay fracasos. Hay una frase muy bella de Juan Pablo II que dice: “La paz es una cantera abierta a todos”. La idea es que la paz no es un edificio acabado, sino que tengo que construirla día a día. Muchas ONG –a las que respeto mucho– hacen proyectos limitados en el tiempo y, cuando han acabado, se marchan. Yo opino que eso es peligroso. En el tema de la paz, el secreto es continuar.

En el nº 2.689 de Vida Nueva.

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