Sanz, un franciscano “firme” para Oviedo

Tomará posesión como nuevo arzobispo el próximo 30 de enero

Sanz (izda.) es felicitado por Gabino Díaz Merchán

Sanz (izda.) es felicitado por Gabino Díaz Merchán

(M. Á. Malavia / J. L.- Foto: Luis Medina) Tras varios meses de especulaciones, el 21 de noviembre se hizo público el nombre del sucesor de Carlos Osoro al frente del Arzobispado de Oviedo, tras la designación de éste para Valencia en enero. Se trata de Jesús Sanz, quien abandona así Huesca y Jaca, diócesis para las que fue consagrado obispo en diciembre de 2003. Hasta su toma de posesión, el 30 de enero del próximo año, se mantendrá como administrador diocesano el obispo auxiliar de la sede asturiana, Raúl Berzosa.

El arzobispo electo dirigió el mismo día de su designación un caluroso saludo a los fieles ovetenses: “La Iglesia asturiana, que quiero abrazar desde este día, me pone delante vuestra historia larga y fecunda de una antigua cristianía; historias de santidad, de martirio, de compromiso con el Evangelio como anuncio de buena nueva para la gente concreta”. Con la cercanía propia de su condición de religioso franciscano, mostró un perfil humilde: “Le pido al Señor que me dé entrañas de padre sin dejar de ser hijo, que sea vuestro maestro sabiéndome siempre discípulo, que acierte a gobernar como se aprende mirando al Pastor Bueno, y que os reparta su palabra y sus sacramentos colocándome yo como el primer mendigo en la fila de ese encuentro”.

“No soy duro”

Con otro tono y lenguaje aún más directos se ha expresado a lo largo de estos días ante la prensa asturiana, que le ha sometido a un fuego cruzado en donde se ha tratado de chequear las intenciones con las que llega a una sede donde el “cristianismo social” tiene un fuerte arraigo. Con un discurso ágil e inteligente, sin rehuir las cuestiones más espinosas, Sanz, como señaló en La Nueva España, quiso redibujar una imagen que le pinta como un hombre de la línea dura del Episcopado al que se le requiere para cambiar estilos pastorales que hoy están en desuso, como sería el caso de la Huesca del desaparecido Javier Osés o el “espíritu gabiniano” aún presente en rincones de Asturias: “Me siento muy incómodo, porque yo no soy así, como un misil, o como un geo disfrazado de ‘clergyman’. (…) No me veo así, aunque sí me considero firme. Una cosa es ser firme y otra ser duro”, afirmó.

En referencia a los fieles aragoneses, Jesús Sanz les mostró su cercanía, cariño y gratitud en una rueda de prensa que celebró el mismo día en que se hizo pública su designación para Oviedo. A la vez que les aseguró que, allí donde sea oportuno, hará saber que las diócesis de Jaca y de Huesca necesitan, cada una, un pastor propio. Su experiencia en estos seis años le ha convencido de que la decisión mantenida en su día de tener a un mismo obispo para dos sedes diferentes “no fue un acierto”.

En el nº 2.685 de Vida Nueva.

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