Roma publica el texto íntegro que acoge a los anglicanos

La Constitución Apostólica ‘Anglicanorum coetibus’ no modifica la disciplina eclesial sobre el celibato

Conferencia-Lambeth(Antonio Pelayo– Roma) Se titula Anglicanorum coetibus la Constitución Apostólica que lleva la firma de Benedicto XVI con fecha del 4 de noviembre, fiesta de san Carlos Borromeo, y que el Vaticano dio a conocer el lunes 9, juntamente con unas Normas complementarias firmadas por el cardenal William Levada y Luis F. Ladaria, respectivamente prefecto y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Tenemos ya, pues, el texto definitivo, anunciado por el cardenal estadounidense el 20 de octubre. “La Constitución Apostólica –afirma un comunicado vaticano– introduce una estructura canónica que responde a la reunión corporativa [de los anglicanos con la Iglesia católica] a través de la institución de ordinariatos personales que permitirán a dichos grupos entrar en plena comunión con la Iglesia católica, manteniendo al mismo tiempo elementos de su específico patrimonio espiritual y litúrgico anglicano. (…) Esta Constitución abre un nuevo camino para la promoción de la unidad de los cristianos, reconociendo al mismo tiempo la legítima diversidad en la expresión de nuestra fe común. No se trata de una iniciativa que haya tenido origen en la Santa Sede, sino de una generosa respuesta del Santo Padre a la legítima aspiración de esos grupos anglicanos. La institución de esta nueva estructura se coloca en plena armonía con el compromiso por el diálogo ecuménico que continúa siendo una prioridad para la Iglesia católica”.

Levada

El cardenal William Levada

Conscientes de que, para una parte de la opinión pública, el “ingreso” de un numeroso colectivo de sacerdotes casados en el conjunto del clero católico puede suscitar reacciones diversas o interpretaciones erróneas, se añade: “La posibilidad prevista por la Constitución Apostólica de la presencia de algunos clérigos casados en los ordinariatos personales no significa de ninguna manera un cambio en la disciplina de la Iglesia por lo que se refiere al celibato sacerdotal. Éste, como dice el Concilio Vaticano II, es signo y al mismo tiempo estímulo de la caridad pastoral, y anuncia de forma radiante el reino de Dios”.

La Constitución es breve: un proemio en el que se enumeran los principios esenciales de la eclesiología clásica y trece apartados normativos que regulan la institución y la vida de los Ordinariatos Personales. Las Normas complementarias son catorce artículos que detallan determinados puntos.

De cara a nuestros lectores me parece interesante señalar el primer apartado de la Constitución, donde se explica que los ordinariatos “son erigidos por la Congregación para la Doctrina de la Fe dentro de los confines territoriales de una determinada conferencia episcopal”. Pueden ser uno o varios, tienen personalidad jurídica pública y jurídicamente son asimilados a una diócesis. “El Catecismo de la Iglesia Católica –se concreta– es la expresión auténtica de la fe católica profesada por los miembros del ordinariato”.

“Sin excluir las celebraciones litúrgicas según el rito romano –afirma el apartado III–, el ordinariato tiene la facultad para celebrar la Eucaristía y otros sacramentos, la Liturgia de las Horas y las otras acciones litúrgicas según los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana aprobados por la Santa Sede para mantener vivas y dentro de la Iglesia católica las tradiciones espirituales, litúrgicas y pastorales de la Comunión Anglicana como don precioso para alimentar la fe de sus miembros y riqueza que se puede compartir”. Los ordinarios los nombra el Papa, y su potestad “es ejercida de modo conjunto con la del obispo diocesano”. Aunque se mantiene la disciplina sobre el celibato sacerdotal, “se podrá pedir al Romano Pontífice, derogando el canon 277, que se admitan caso por caso a las Sagradas Órdenes del presbiterado también hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede”.

Formación de seminaristas

“Los presbíteros incardinados en el ordinariato –dice otro pasaje– deben ­cultivar un vínculo de unidad con el presbiterio de la diócesis en cuyo territorio desarrollan su ministerio (…). Los candidatos a las Órdenes Sagradas en un ordinariato serán formados junto a los seminaristas, sobre todo en los ámbitos doctrinal y pastoral. (…) El ordinariato puede también erigir casas de formación conexas con facultades de Teología Católica ya existentes”.

En las Normas complementarias se dice que “el ordinario puede ser un obispo o un presbítero nombrado por el Romano Pontífice ad nutum Sanctae Sedis”. En el artículo 6 leemos: “El ordinario, para admitir candidato a las Órdenes Sagradas, debe obtener el consentimiento del Consejo de Gobierno. Teniendo en consideración la tradición y la experiencia eclesial anglicana, el ordinario puede presentar al Santo Padre la petición de admisión de hombres casados a la ordenación sacerdotal en el ordinariato, después de un proceso de discernimiento basado en criterios objetivos y las necesidades del ordinariato. Tales criterios objetivos son determinados por el ordinario después de haber consultado a la conferencia episcopal local y deben ser aprobados por la Santa Sede”.

Arzobispo Luis F. Ladaria

Arzobispo Luis F. Ladaria

El caso de los obispos anglicanos que quieran unirse a la Iglesia de Roma merece una especial atención en las Normas: “Un obispo que fue anglicano y esté casado es elegible para ser nombrado ordinario. En tal caso, es ordenado presbítero de la Iglesia católica y ejerce en el ordinariato el ministerio pastoral y sacramental con plena autoridad jurisdiccional. (…) Un obispo que fue anglicano y que pertenece al ordinariato y que no ha sido ordenado obispo de la Iglesia católica puede pedir a la Santa Sede el permiso de usar las insignias episcopales”.

En un comentario firmado por el padre Gianfranco Ghirlanda, rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, se afirma que estamos ante “una estructura canónica flexible” que garantiza un “enriquecimiento recíproco”: “Los fieles provenientes del Anglicanismo –argumenta el jesuita–, entrando en la plena comunión católica reciben la riqueza de la tradición espiritual, litúrgica y pastoral de la Iglesia latina romana para integrarla con su tradición, de la que se enriquece la misma Iglesia latina romana”.

“Como el Espíritu Santo –remata– ha guiado el trabajo preparatorio de esta Constitución, así asistirá en la aplicación de la misma”. Un deseo que no podemos menos que compartir.

Controvertida sentencia

Clase-con-crucifijoEl 3 de noviembre, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo hizo pública una sentencia en la que se afirma que la presencia del crucifijo en las aulas “limita la libertad de los niños y la de sus padres a educar a sus hijos según sus convicciones” y viola los artículos 2 y 9 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, y por tanto ordena su retirada. Esta peregrina sentencia se produce a petición de una ciudadana italiana de origen finlandés, Soile Lautsi, que en 2002 exigió que se retirasen los crucifijos del colegio de Padua donde había enviado a estudiar a sus dos hijos. Un primer juez local le dio razón, pero dos años después se la quitó el Tribunal Constitucional. En 2006, el Consejo de Estado italiano declaró que “el crucifijo es un símbolo de principios de igualdad, libertad y tolerancia del Estado” y que no había razón para considerar discriminatoria o injuriosa su presencia en los colegios públicos. La inflexible ciudadana llevó el caso a Estrasburgo, donde le han dado ahora razón.

Con notable falta de precisión, algunos comentaristas han presentado esta sentencia como proveniente de las instituciones de la Unión Europea, con las que no tiene nada que ver, ya que el Tribunal en cuestión es uno de los órganos del Consejo de Europa, organismo que reagrupa a 47 países del Viejo Continente y que para muchos ha dejado de tener sentido por obsoleto.

La Santa Sede, a través de su portavoz, el P. Federico Lombardi, expresó su “estupor y amargura” ante la sentencia: “El crucifijo ha sido siempre un signo del ofrecimiento del amor de Dios y de unión y acogida a toda la humanidad. Sentimos que sea considerado como un signo de división, de exclusión o de limitación de la libertad. No es eso, y no lo es en el sentimiento común de nuestras gentes”. Por su parte, el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, lamentó que “esta Europa del tercer milenio nos deja sólo las calabazas [de Halloween] y nos quita símbolos tan queridos. Me pregunto si esta sentencia es un signo de racionalidad o no. Creo que Europa tiene mucha necesidad de respetar la realidad de los pueblos, las tradiciones. Si continuamos destruyendo la identidad, comenzamos a no tener visión de futuro”.

Mariastella Gelmini

Mariastella Gelmini

Las opiniones en Italia han sido divergentes, pero con una neta mayoría crítica con la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. El primer ministro Berlusconi ha anunciado que su Gobierno recurrirá la sentencia y la ministra de Educación, Mariastella Gelmini, ha asegurado: “En nuestro país nadie quiere imponer la religión cristiana, pero no es menos cierto que nadie, ni siquiera un tribunal europeo ideologizado, conseguirá cancelar nuestra identidad”.

En un sensato artículo publicado en el Corriere della Sera el 7 de noviembre, el escritor Claudio Magris afirma: “El crucifijo no ofende a nadie, porque obviamente nadie querrá imponer por la fuerza o con engaño la fe a quien no la comparte. Para otros, para muchos, o para potencialmente todos, representa lo que representaba para Tolstoi o para Gandhi, que no creían en su divinidad pero lo consideraban un símbolo, un rostro universal de la humanidad, del sufrimiento y de la caridad que la rescata”.

 

HOMENAJE A PABLO VI EN SU LOCALIDAD NATAL

Homenaje-Pablo-VIRendir un homenaje sincero y profundo a Pablo VI, el papa que le hizo arzobispo de Munich y Freissing cuando acababa de cumplir 50 años y que poco después le impuso el capelo cardenalicio. Ése era el objetivo de la visita de Benedicto XVI a Brescia y Concesio (ciudad natal de Giovanni Battista Montini) el 8 de noviembre, un viaje acompañado por una lluvia incesante, pero también por una emoción de la que pudieron ser testigos decenas de miles de personas que quisieron estar cerca de él durante las apenas 12 horas que el Papa pasó en esta provincia de Lombardía.

En la Eucaristía que celebró en Brescia, Ratzinger recordó a Pablo VI y su “amor apasionado a la Iglesia”. A este propósito, leyó unos párrafos de los Pensamientos ante la muerte, escritos por su predecesor, donde éste se refería a una Iglesia que “camina pobre, es decir, libre, fuerte y amorosa hacia Cristo”.

Homenaje-Pablo-VI-2“Quisiera sólo subrayar –comentó Benedicto XVI– esta última visión de la Iglesia ‘pobre y libre’ que recuerda la figura evangélica de la viuda. Así debe ser la comunidad eclesial para conseguir hablar a la humanidad contemporánea. El ­diálogo y el encuentro de la Iglesia con la humanidad de nuestro tiempo preocupaban especialmente a Montini en todas las estaciones de su vida, desde sus primeros años como sacerdote hasta el Pontificado. Dedicó todas sus energías al servicio de una Iglesia lo más posible conforme a su Señor Jesucristo, de modo que, encontrándola a ella, el hombre contemporáneo pueda encontrarle a Él, porque de Él tiene necesidad absoluta”.

Después se refirió a la Ecclesiam Suam, encíclica programática del pontificado montiniano, y recordó sus palabras en el Seminario Lombardo de Roma en 1968: “Muchos esperan del Papa gestos clamorosos, intervenciones enérgicas y decisivas. El Papa considera que la única línea que debe seguir es la de la confianza en Jesucristo, a quien la Iglesia preocupa más que a nadie. Será Él quien calme la tempestad”.

Homenaje-Pablo-VI-3Finalizada la misa, Benedicto XVI se dirigió al Centro Pastoral Pablo VI de Brescia, donde almorzó con los obispos lombardos y el cardenal Carlo Mª Martini, arzobispo emérito de Milán, que por razones de salud reside en la región. Ambos mantuvieron una larga y animada conversación como dos viejos amigos que volvían a encontrarse.

Ya a media tarde, el Papa llegó a Concesio y visitó la nueva sede del Instituto Pablo VI, acompañado por su director, Giuseppe Camadini. Presidió la entrega del VI Premio Internacional Pablo VI, que este año ha recaído en la colección francesa de textos patrísticos Sources Chrétiennes.

Homenaje-Pablo-VI-4En su discurso destacó la dimensión educativa del papa Montini: “Pablo VI se definió como ‘viejo amigo de los jóvenes’ (…). Había aprendido a comprender sus estados de ánimo y recordaba que la indiferencia agnóstica del pensamiento actual, el pesimismo crítico, la ideología materialista del progreso social no bastan al espíritu, abierto a otros horizontes muy distintos como son los de la verdad y la vida. Decía: ‘El hombre contemporáneo escucha más fácilmente a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros, lo hace porque son testigos’”.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.683 de Vida Nueva.

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