Una apertura de curso entre lamentos

La UPSA reconoce dificultades ante la proliferación de centros católicos

Inicio-curso-UPSA(José Lorenzo– Foto: E. Carrascal /UPSA) Conciso, bien trabado y con un cierto poso de resignación. Así sonó en el Aula Magna de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) el discurso de su rector, Marceliano Arranz, en la apertura del curso académico el pasado 7 de octubre. Una resignación ante las circunstancias que, tanto desde fuera como desde dentro de la institución eclesial en España, ponen en peligro la viabilidad de esta Universidad de la Conferencia Episcopal, pero que tampoco estuvo exenta de autocrítica.

Comenzó el rector criticando el proceso de adaptación de las universidades españolas al Plan Bolonia –“hemos invertido excesivo tiempo y demasiadas ener- gías en algo que se ha hecho de manera más rápida y simple en otros países”– y reconociendo que, en la UPSA, podían haber puesto “un plus de creatividad e innovación” en la elaboración de los próximos planes de estudios, pues una universidad como ésa “sólo tiene futuro si es capaz de ofrecer algo distinto de lo que las demás universidades ofrecen”.

También decisiva para el futuro de la UPSA, según la opinión de su rector, será “su capacidad para implantar titulaciones académicas novedosas”, por lo que hizo votos para que esta pionera institución “conserve el instinto que ha permitido su supervivencia hasta nuestros días”.

Pero no sólo cifró Arranz las dificultades que puede pasar la UPSA en las derivadas de la competencia con los centros docentes civiles, ni en que “en nuestro país corren malos tiempos desde el punto de vista económico” o en la falta de ayudas públicas y en la escasez de las privadas, sino, y sobre todo, en “si el número de centros que proclaman comunidad de ideales con el nuestro continúan proliferando al ritmo que lo hacen”. Algunos pensaron en universidades vecinas de cuño católico. Otros, además, en nuevos centros diocesanos que recolectan ahora a seminaristas que antaño tenían su casa en los de Salamanca. En todo caso, Arranz terminó su alocución tratando de ofrecer en esta hora consuelo a los miembros la Pontificia con el deseo de que “finalmente, acabase por imponerse una cierta racionalidad en la oferta educativa de los católicos españoles”.

Independencia del Estado

A la derecha de Arranz, en calidad de presidente de la Conferencia Episcopal Española, de la que depende la universidad salmantina, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que a su vez es el Gran Canciller de los Centros Académicos “San Dámaso”, destacó en su intervención la importancia de que universidades como la Pontificia puedan ejercer libremente su magisterio sin tener que depender del Estado.

En el acto inaugural estaban también presentes los obispos de Salamanca, Ciudad Rodrigo, Plasencia y Cajazeiras (Brasil). Pocos, según el baremo con el que se ha comenzado a subrayar ahora en algunas tribunas la relevancia de los centros teológicos en España.

En el nº 2.679 de Vida Nueva.

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