El Papa visita el “pequeño” rebaño checo

Presidente de la República Checa invita al Papa a la histórica visita

Presidente de la República Checa invita al Papa a la histórica visita

(Juan Rubio– Enviado especial a Praga) El Papa visita este fin de semana, coincidiendo con la fiesta de San Wenceslao, la República Checa en donde los católicos viven como un “pequeño rebaño”, ignorados y con sentimiento de “arrinconamiento”. Tienen, no obstante, un enorme desafío: vivir su fe y predicarla en medio de un país en el que según las estadísticas, hay más ateos del mundo y en donde la libertad religiosa es peculiar. Y eso pese a los muchos templos, ermitas y símbolos religiosos que salpican ciudades como Praga, atravesada por el Moldova y con la ingente catedral de San Vito en lo alto, símbolo de una historia con marcado carácter religioso. Benedicto XVI llega para “rendir homenaje a los testimonios heroicos del evangelio tanto ayer como hoy y alentar al coraje de cada uno para avanzar por el camino de la caridad y de la verdad”, tal y como dijo el pasado 20 de septiembre.

Benedicto XVI llega el sábado a Praga, capital de la República Checa en un ambiente de total indiferencia. No hay pancartas, ni banderolas, ni carteles, ni tan siquiera fotos en ningún rincón del corazón de la capital checa. El viernes, en Praga, nada daba noticia de la llegada de Benedicto XVI. Tan sólo la prensa se hacía eco en portada, pero en términos desafiantes. “El Papa visita a los ateos”. “Benedicto XVI viene al país más ateo del mundo”. Así rezan algunos de los titulares. La Iglesia, con escasa presencia en el país, pese a su legado cultural eminentemente católico, se ha limitado a una tímida campaña ad intra de la propia Iglesia: novenario, oraciones y un sencillo cartel. Poco es el dinero que ha habido que recoger en una colecta realizada ex profeso hace unos domingos. La Iglesia debe pagar el cincuenta por ciento de los gastos. El resto lo paga el Gobierno, que es quien accedió a invitar al Papa después de varias presiones de la propia Iglesia, concretamente del cardenal de Praga, Milosvac Vil, a quien, tras la visita, se le aceptará la renuncia tras dos años de prórroga y que mantiene frecuentes enfrentamientos con un Gobierno al que la Iglesia viene pidiendo desde hace tiempo un concordato que se resiste, la devolución de los bienes incautados por el comunismo y la propiedad de la catedral de San Vito, aspectos éstos sobre los que se espera prudencia en las palabras del Papa, aunque el secretario de Estado vaticano, cardenal Bertone, mantendrá algún encuentro paralelo en el que se abordarán estos temas que han venido siendo fuente de enfrentamiento. El Papa llega a un país receloso. Mientras que las tres visitas de Juan Pablo II fueron seguidas por muchos checos que veían en el Papa polaco un signo de resistencia al comunismo y uno de los factores importantes para la caída del Muro de Berlín, con Ratzinger, el caso es distinto. Su origen alemán es un handicap. Un detalle es que se le ha aconsejado, y así lo hará, que no hable alemán en sus discursos y homilías, pese a que la población lo entiende más que el italiano o el inglés que será el idioma en el que hable. El Papa no habla checo. Es más, esta lengua es de las más difíciles de aprender. Se quiere eliminar cualquier gesto que pueda ofender a una población que acudirá a los lugares de la visita acompañada por miles de católicos de los países vecinos que han empezado a llegar a la Republica Checa para acompañar y vigorizar la visita del Pontífice.

Una historia  con altibajos

La República Checa, que tiene una población que ronda los diez millones de habitantes, tiene apenas un 25 por ciento de católicos de ambos ritos, ortodoxo y latino, y la mayoría de ellos viven en la provincia de Moravia. Se habla, sin embargo, de una práctica que ronda el cinco por ciento. Atrás quedan las páginas de la historia, con fuerte influencia de los católicos en el siglo XV, diezmados tras las guerras con los hunitas. Posteriormente, la restauración romana de la mano de los jesuitas. El siglo XIX entró como una tromba de agua con sus ideas liberales, arrasando muchas de las raíces cristianas de este país que, ya en el siglo XX, sufrió la invasión comunista con la consiguiente persecución de la Iglesia. Las esperanzas que llegaron tras la Primavera de Praga y la Caída del Muro de Berlín se han desvanecido y hoy hay una Iglesia que busca un camino nuevo. Los obispos han elegido como lema El amor de Cristo es nuestra fuerza. La visita se enmarca en el XX aniversario de la caída del comunismo, bajo el cual, la Iglesia y los católicos fueron discriminados y perseguidos. El P. Lombardi, portavoz del Santo Padre, ha invitado “de corazón, a una sociedad secularizada, a un ecumenismo cordial que dé credibilidad y peso a la contribución de los creyentes a la construcción de un futuro común“, dijo ayer en rueda de prensa.

El Papa llegará al aeropuerto de Ruzyně, en donde será recibido por el presidente de la República, Václav Klaus. Después se trasladará a la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en donde se venera al Niño Jesús de Praga, la devoción procedente de España que más arraigo tiene en el país. Ya por la tarde, será recibido por el presidente en el Castillo de Praga, manteniendo después un encuentro con representantes de la vida social, política, económica y cultural checa. Después, en la Catedral de San Vito se rezarán las vísperas con sacerdotes, religiosos y seminaristas y movimientos eclesiales.

La República Checa tiene 10.380.000 habitantes, de los que  3.290.000 son católicos. Hay 9 demarcaciones eclesiásticas: 5 diócesis en Bohemia, 3 en Moravia y el patriarcado greco latino. El total de parroquias es de 2. 576 y 70 centros de pastoral  En total, son 20 obispos con 1.370 sacerdotes y 585 religiosos sacerdotes, 178 diáconos permanentes, 116 religiosos, 1.609 religiosas, 160 miembros de institutos seculares y 1.109 catequistas. Hay 184 seminaristas mayores.

La Iglesia mantiene 39 escuelas primarias, a las que acuden 5.412 niños, 33 de secundaria con 8.525 estudiantes y 7 universidades con 2.040 alumnos. Tiene abiertos 50 hospitales, 134 casas de ancianos y discapacitados, 59 casas de niños abandonados y otras instituciones de ayuda a la familia y a la caridad.

Un reto interesante y una visita, sin duda, histórica.

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