Una fe que renace entre cenizas

Católicos en la antigua Unión Soviética

Iglesia-URSS(Javier F. Martín) Cuatro millones de kilómetros cuadrados. Entre dos continentes –el europeo y el asiático– están enclavados cinco países: Kazajstán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán, que comparten una historia reciente vinculada a la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Todos, como factor común, presentan una mayoría musulmana, junto a la presencia minoritaria de otras realidades religiosas. Las comunidades católicas de estos países, a excepción de Kazajstán, presentan las cifras de una pequeña parroquia, de una comunidad de aldea (ver cuadro abajo). No llegan a 200.000 personas las que en estos países –cuya extensión supera la de la Unión Europea– han recibido las aguas del Jordán.

Carlos-ÁvilaEstos trazos sueltos sirven de presentación de las comunidades católicas de estas cinco antiguas repúblicas soviéticas, que son independientes desde hace casi dos décadas, y en las que, aún después de tantos años, se viven las consecuencias del ateísmo de Estado impuesto por el régimen comunista, así como de la persecución sistemática que sufrieron numerosas comunidades religiosas durante ese período de tiempo. Carlos Ávila, misionero del Verbo Encarnado, de nacionalidad argentina y máxima autoridad de la Iglesia católica en Tayikistán, señala que “es muy difícil construir una comunidad con las cenizas que nos han dejado esos años. La pobreza más grande que puede padecer un hombre es la falta de Dios. La pobreza material es muy grave, pero la falta de Dios es la pobreza total, es la peor de las crisis que puede sufrir la humanidad”.

Junto a la historia, hay que añadir el factor socio-religioso, que nos muestra cinco países de mayoría musulmana en los que, legal y sociológicamente, es muy complicada la labor de la Iglesia. La conjunción de estos ingredientes explica el presente y el futuro de los católicos de la zona, condenados a vivir en minoría las próximas décadas. De forma muy gráfica, en 2002, Pierre Dumoulin, se preguntaba: “¿Cuántos católicos, exiliados en estos territorios olvidados, no han visto jamás a un sacerdote? ¿Cuántas comunidades se juntan todavía, esperando en silencio reunirse con la Iglesia visible?”.

Tierra sin Dios

Iglesia-URSS-2El último siglo de historia de la Iglesia en estos países parte de un acontecimiento clave, la Revolución de Octubre de 1917, que significó el inicio de una tenaz y brutal persecución contra los creyentes en toda la URSS. Miles de católicos –la mayoría alemanes y polacos– fueron deportados hacia las estepas de Asia Central, especialmente a Kazajstán. Para hacerlos llegar hasta allí, en muchas ocasiones se valían de la línea férrea. El tren paraba en mitad de la estepa –uno de los lugares más inhóspitos del planeta– y los refugiados bajaban de un tren que emprendía de inmediato el camino de vuelta. Pocos, muy pocos, sobrevivían, pero los que lo conseguían convertían a la fe una zona en la que el nombre de Dios ni siquiera era conocido. El obispo de Karaganda, Jan Pavel Lenga, sostiene que “casi todos los grupos étnicos nacieron como consecuencia de las deportaciones bajo el régimen de Stalin. Fueron una fuente muy barata de mano de obra para los centros mineros e industriales. Los deportados católicos estuvieron bajo constante persecución, pero mantuvieron siempre una fe viva, y muchos de ellos murieron mártires, siempre leales a su fe católica”. De este modo, la política de deportaciones de Stalin sembró el germen del catolicismo en un lugar donde no había presencia cristiana. Sin embargo, el peaje humano que tuvieron que pagar los católicos deportados todavía estremece a los sucesores de aquellos que, como primera vivienda, tuvieron que hacer un agujero en el suelo, en medio de la estepa, para poder sobrellevar las temperaturas invernales, que se acercan vertiginosamente a los cuarenta grados bajo cero.

El sacerdote español Carlos Lahoz, misionero en Almaty, recuerda que “cuando vino Juan Pablo II, en septiembre del 2001, unas ochocientas personas viajamos en tren toda la noche a Astaná para verle. Hay que tener presente que los mayores tienen asociada la idea del tren a las deportaciones, pues muchos fueron brutalmente deportados a Kazajstán en tiempos de Stalin. Al llegar a Astaná, nos esperaban autobuses, y nos abrían paso varios coches de policía. Pero esta vez no era para llevarlos a un campo de concentración, sino a la Plaza de la Madre Patria, donde iba a ser la Misa con el Papa”.

Iglesia-URSS-3El cambio real llegó con la caída del Muro de Berlín, en 1989, y el desmembramiento de la URSS, de la que formaban parte estas tierras de cultura y credo musulmanes, impregnadas durante décadas del comunismo de Estado que alejaba a Dios del corazón de los hombres. A partir de este momento, las pequeñas y dispersas comunidades católicas afloraron para regenerar una presencia que había sufrido demasiado. En 1991, la Iglesia local comenzó a tener estructura jurídica propia. Juan Pablo II creó la Administración Apostólica de Kazajstán y Asia Central. La república kazaja estableció pronto relaciones diplomáticas con la Santa Sede y en 1994 ya tenían nuncio apostólico, el arzobispo Marian Olés. En 1997, a las otras cuatro repúblicas se les concedió el status canónico de misiones sui iuris, que ha cambiado en algunos países en estos últimos años. La independencia de la antigua Unión Soviética desterró de forma oficial las persecuciones y el hostigamiento a la Iglesia, y así aparece estipulado en sus leyes, aunque todavía se mantienen ciertos tics de una historia que aún está demasiado cercana.

Tayikistán

Según el último Informe sobre Libertad Religiosa editado por la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), en Tayikistán el Gobierno tolera todas las religiones; “sin embargo, las tradiciones islámicas están bastante arraigadas, sobre todo en las localidades más pequeñas (…) Últimamente, y debido a la expansión del extremismo islámico, la actitud gubernamental respecto a la libertad religiosa se ha endurecido”. Uno de los tres sacerdo­tes que trabajan en Tayikistán, Carlos Ávila, indica a Vida Nueva que “somos una minoría en una nación de mayoría musulmana, pero vivimos en un país donde existe libertad religiosa y tolerancia. Además, Tayikistán se ha caracterizado, sobre todo en estos últimos años, por una apertura a nuevos credos y etnias. Uno siempre quiere más libertad, pero en términos generales podemos afirmar que tenemos libertad religiosa y el Gobierno garantiza de manera efectiva este derecho. No existe persecución ni nada por el estilo”.

No es de la misma opinión la misionera argentina María Cor Dulce, quien afirma tajante que “ciertamente no tenemos libertad religiosa. Nuestro trabajo se limita al contacto con la gente que asiste a la parroquia. No podemos invitar a la gente para que venga a la iglesia. No podemos hacer ningún tipo de propaganda; ni siquiera podríamos hacer una procesión por las calles. Nuestra labor debe ser sólo dentro de los muros de la parroquia”. Esta religiosa, de la familia del Verbo Encarnado, misionera en Shymkent desde hace dos años, dice sentirse controlada. “Con regularidad vienen a revisar nuestros documentos, a preguntar si asisten kazajos a la Iglesia. Estuvimos casi un año sin poder dar clases de español. Nos lo prohibieron diciendo que no era nuestra función, a pesar de que lo hacíamos gratuitamente y sabiendo que nos limitábamos sólo a enseñar. Los sacerdotes reciben un permiso de trabajo de tres meses y cada vez que se termina hay que esperar para la renovación del mismo. Algunas veces no lo han renovado inmediatamente y los sacerdotes no han podido celebrar la Misa dominical en la comunidad”.

Iglesia-URSS-4A pesar de su intensa actividad parroquial y social, la comunidad católica tayika no crece, y uno de los motivos es la dificultad para anunciar explícitamente el Evangelio. María Cor Dulce recalca que “la dificultad más grande es la falta de libertad, que nos limiten y nos pongan barreras para nuestro trabajo de apostolado”. A pesar de estas dificultades, en los últimos años siete jóvenes han encontrado el camino de la vocación religiosa. El periodista de AIN, Jesús García, que ha visitado este país recientemente, señala que “son un bastión, una presencia de la cristiandad en minoría extrema. No tienen ni obispo ni nuncio. Hay ocho misioneros dándolo todo por el Evangelio, y en quince años han surgido seis vocaciones locales, un milagro”.

Turkmenistán

La Comisión para la Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos ha recomendado en los últimos años incluir a esta república en la lista de países motivo de preocupación particular, en la que aparecen países donde las autoridades están implicadas en violaciones sistemáticas de la libertad religiosa.

El número de católicos de Turkmenistán también es minúsculo. Apenas dos sacerdotes, de nacionalidad polaca, atienden a una comunidad que se cuenta por decenas y que carece de templo. La celebración eucarística tiene lugar en casas particulares o en la sede de la nunciatura apostólica, en Asjabad. De forma muy gráfica, Carlos Lahoz habla de “un país donde el catolicismo está escondido bajo la Nunciatura”. La Iglesia católica no ha solicitado el registro oficial en Turkmenistán, debido a que no cumple el requisito imprescindible de estar encabezada por un ciudadano turcomano. Esta situación condiciona la actividad de los católicos, ya que tienen vedada cualquier actividad. De forma oficial no pueden reunirse ni para rezar. Además, las minorías religiosas, especialmente las no registradas, son objeto de frecuentes controles y ataques, y sus miembros procesados.

Uzbekistán

Iglesia-URSS-5La situación en Uzbekistán tampoco es fácil, a pesar de que la Constitución, a través de los artículos 18, 31 y 61, garantiza la libertad religiosa. Sin embargo, la última reforma legislativa, de junio de 2006, ha introducido enmiendas que penalizan “la producción, conservación, importación y distribución ilegal de literatura religiosa no autorizada”. Esto ha generado una censura que se ha traducido en frecuentes resoluciones judiciales a favor de la destrucción de material religioso confiscado. En el Informe sobre Libertad Religiosa de AIN se hace alusión a una encuesta realizada a varios grupos cristianos, publicada en septiembre de 2007, en la que “muchos creyentes confirmaron que los agentes del NSS [policía] mantienen una estrecha vigilancia sobre los lugares de culto, grabando en vídeo a todo el que entra y sale y, ocasionalmente, reclutando a ‘colaboradores’ para que informen sobre sus correligionarios y sus actividades”. Entre las prácticas frecuentes, las comunidades religiosas turcomanas denuncian la intervención de sus teléfonos. “A menudo, cuando hablamos por teléfono sobre el cristianismo, una voz nos dice que pongamos fin a la conversación”, destaca un cristiano protestante.

Kirguistán y Kazajstán

La situación de Kirguistán y Kazajstán difiere de la de sus vecinos euroasiáticos. En la primera de estas dos repúblicas, erigida en Administración Apostólica en 2007, la minoría de católicos vive sin problemas y mantiene buenas relaciones con musulmanes y ortodoxos; el gran reto es el agnosticismo, que aglutina a uno de cada tres ciudadanos del país. Aquí, la comunidad católica también es hija de deportados de la época comunista, en este caso polacos, alemanes, lituanos y coreanos. En los últimos años, sin embargo, las autoridades han incrementado su control sobre los grupos religiosos con el objetivo de prevenir un incremento del extremismo islámico y para frenar los actos de violencia que han sufrido comunidades protestantes por parte de grupos musulmanes aislados. Un decreto de 2006 reconoce al Islam y a la ortodoxia rusa como ‘religiones tradicionales’.

Iglesia-URSS-6En Kazajstán, las autoridades garantizan la libertad religiosa pero también, en ocasiones, vulneran ese derecho. La Ley de Libertad de Conciencia de 1992 fue modificada en 2005, estableciéndose diversas enmiendas que ilegalizan las actividades de grupos religiosos no registrados y que limitan las actividades misioneras. Esta falta de presencia pública es uno de los principales retos de la Iglesia kazaja, como ya señalaba en 2007 el obispo de Atirau, Janusz Kaleta: “El principal reto consiste en fortalecer la fe de nuestra gente, pero inmediatamente después está la construcción de nuevas iglesias. Y es que, mientras celebremos la misa en casas de particulares, nos seguirán considerando una secta”.

El rector del Seminario Mayor de Karaganda, José Luis Mumbiela, reconoce que “en Kazajstán se respira un aire de libertad religiosa. El Gobierno actual la promueve como uno de sus fundamentos y como manifestación de la convivencia pacífica entre las múltiples nacionalidades que conviven en el país. A su vez, ejerce una vigilancia de las actividades que se llevan a cabo; no sabría decir en qué medida como herencia de la época soviética, o como signo del temor que hay a la proliferación de fundamentalismos religiosos que lleven a complicar esa convivencia ‘plurinacional’. Otro tema es cuál será el futuro, pues a veces las leyes pueden cambiar como cambian las personas y las circunstancias. En los últimos meses se ha promovido una nueva ley religiosa, que finalmente no salió adelante, pero que incluía una mayor restricción de las libertades. Pero, ¿quién sabe hasta cuándo y de qué manera?”. Otro misionero español, Carlos Lahoz, de forma más escueta, pone de manifiesto las luces y sombras que cubren el panorama en Kazajstán cuando señala que “hay libertad religiosa, aunque muy controlada. El control, que nos obliga cada año a recibir varias aprobaciones, nos hace perder mucho tiempo y fuerzas. Además de sentirnos en precario”.

Futuro en minoría

Pobreza, aislamiento, cierto grado de persecución y escasas perspectivas de crecimiento. La Iglesia católica en estos países se seguirá contando con números pequeños, pero con gran intensidad en su testimonio, en su valor, en su autenticidad… y en su buen humor. Carlos Lahoz recuerda “una ocasión en la que asistían a misa dos personas, una anciana ucraniana y una chica joven. El sacerdote había preparado con mucho cariño la homilía pero, al poco de comenzarla, la señora mayor se sintió mal y tuvo que salir, y la chica joven fue a atenderla. El sacerdote, con buen humor, decía: ‘Bueno, así me sirve para el próximo domingo’”.

Recuadro-ex-Unión-Soviética

EL EVANGELIO A TRAVÉS DE LA CARIDAD

La labor evangelizadora de la Iglesia católica se hace más efectiva, en la mayoría de estos países, a través de la atención sociocaritativa a colectivos desfavorecidos. Los principales ejemplos están en Kazajstán, donde el párroco de Kapchiagi, Máximo Ungari, acoge a más de cien niños huérfanos, procedentes de familias desestructuradas o en situación de extrema necesidad. En Almaty, muy cerca de la catedral, las Franciscanas y un grupo de médicos atienden a personas sin recursos en un ambulatorio. Estas religiosas también gestionan un comedor para pobres, igual que las Misioneras de la Caridad, que dirigen desde su proverbial discreción un comedor de pobres, también en Almaty. Esta ciudad se ha convertido en todo un símbolo de la presencia católica, ya que Comunión y Liberación ha puesto en marcha un centro para formación de jóvenes en la que se les enseñan diversos oficios. En Talgar, un franciscano dirige desde hace años un hogar para niños discapacitados, para lo que cuenta con la ayuda de otro franciscano y de un equipo de médicos, enfermeras y pediatras.

En el nº 2.673 de Vida Nueva.

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