La Iglesia de Costa Rica se suma a la lucha contra la droga

Un documento episcopal propone prevenir, acompañar y apoyar políticas que combatan esta “alarmante realidad”

costa-rica-ad-limina(José Luis Celada) Los obispos de Costa Rica constatan con preocupación cómo la “privilegiada situación” de su país ha propiciado el que éste haya dejado de ser un “‘corredor o pasillo’ hacia el Norte”, convirtiéndose actualmente en “un eslabón más del nefasto negocio de distribución internacional, almacenamiento, venta y consumo local de drogas que, además de teñir de dolor y luto a cientos de familias costarricenses, se han constituido en generador de ilegalidad, corrupción, violencia, criminalidad, desintegración familiar e inestabilidad social”. Ante esta “alarmante realidad del narcotráfico”, los prelados emitieron el pasado mes de julio un pronunciamiento en el que, lejos de ahondar en las causas de la “narcoactividad” (tanto en el consumo como en el tráfico de drogas) o de buscar culpables, declaran su apoyo a “todas las iniciativas y las acciones que ataquen el problema desde su raíz”, porque “la Iglesia –añaden– no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones”.

En su condición de ciudadanos y pastores, los firmantes dirigen su mirada en tres direcciones: la prevención, el acompañamiento y el apoyo a las políticas gubernamentales. En cuanto a la primera, ellos insisten “en la educación en valores que deben guiar a las nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad, el valor del trabajo honesto y de la dignidad humana de los hijos de Dios”. Por lo que respecta al acompañamiento, “la Iglesia, como Madre, está al lado de las víctimas de este flagelo para ayudarles a recuperar su dignidad y vencer esta enfermedad”, reconoce el texto. Finalmente, en lo que se refiere a su respaldo a las medidas destinadas a erradicar el problema, la jerarquía católica aprovecha para denunciar “la criminalidad de los narcotraficantes que comercian con tantas vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas expresiones”.

Firmeza y base legal

Por todo ello, sin renunciar a “la responsabilidad que recae en todos los ciudadanos de luchar contra este mal que nos afecta”, los obispos se reafirman en lo recogido en el Documento de Aparecida, que apunta como “responsabilidad del Estado –en primer término– combatir, con firmeza y con base legal, la comercialización indiscriminada de la droga y el consumo ilegal de la misma”. Y recuerdan la llamada del Papa en Brasil, durante su encuentro con jóvenes drogadictos en fase de recuperación: “Digo a los que comercializan la droga que piensen en el mal que están provocándoles a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los segmentos de la sociedad: Dios se los va a cobrar. La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta manera”.

El documento reitera la necesidad de “aplicar coherentemente las normas existentes y retomar el valor de la acción preventiva y reeducativa, especialmente, de nuestros niños y jóvenes”. Y advierte que la “identidad y vocación” de un país como el suyo, declarado mayoritariamente cristiano, “nos debe llevar a anteponer los principios evangélicos a cualquier participación en una actividad que, por lucrativa que sea, claramente, denigra al ser humano y ofende gravemente a Dios”.

Finalmente, en el marco del mes (julio) que la Iglesia en Costa Rica dedicaba a la juventud, los prelados invocan “la especial protección de María, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles para que este sector tan importante de nuestra población se decida a seguir la propuesta que Cristo les hace: vivir la auténtica libertad…”.

MEDIACIÓN EN LA CRISIS HONDUREÑA

La Conferencia Episcopal de Costa Rica, en la persona de su presidente y arzobispo de San José, Hugo Barrantes Ureña, difundió un comunicado a propósito de la mediación de su país en la crisis política hondureña en el que manifiesta su “solidaridad con el pueblo de Honduras, y especialmente con la Iglesia de ese país encabezada por nuestros hermanos obispos en estos momentos de tensión e incertidumbre”. Asimismo, muestra su “complacencia” en que el presidente costarricense, Óscar Arias, “sirva como puente de diálogo para restablecer la paz en la región”.

Los obispos reiteran su “confianza en el Derecho Internacional y el diálogo como medios para llegar a alcanzar el Bien Común de los pueblos, y en este momento tan delicado, el bien del pueblo hondureño”. Finalmente, ruegan a Dios y a su Hijo, ‘Príncipe de la Paz’, “para que los esfuerzos de mediación en esta crisis sean acogidos de buena fe por las partes intervinientes; y al Espíritu Santo para que ilumine a quienes prestan su servicio como mediadores, y así se llegue a una solución viable y pacífica a favor de todos los hondureños”.

En el nº 2.671 de Vida Nueva.

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