Homenaje a los curas vascos fusilados por los franquistas

El objetivo era celebrar un funeral “no para reabrir heridas”, sino para “mitigar el dolor” y pedir perdón

homenaje-curas-vascos(Texto y foto: Vicente L. García– Vitoria) El pasado día 11, la catedral de María Inmaculada, en Vitoria-Gasteiz, acogió el solemne funeral por el alma de 14 sacerdotes vascos que fueron ejecutados por el bando nacional en los primeros meses de la Guerra Civil española. Cerca de mil personas asistieron a esta misa presidida por Miguel José Asurmendi, el hoy titular de la diócesis a la que entonces pertenecían los sacerdotes fallecidos, y que en aquellos años abarcaba también a las actuales sedes de Bilbao y San Sebastián.

Este acto de hoy tiene una dimensión de reparación y reconocimiento, de servicio a la verdad para purificar la memoria. Creemos que tan largo silencio no ha sido sólo una omisión indebida, sino también una falta a la verdad, contra la justicia y la caridad. Por ello, con humildad, pedimos perdón a Dios y a nuestros hermanos”. Con estas palabras pronunciadas durante su homilía, Asurmendi, recogía el sentir no sólo de los obispos de las diócesis vascas, convocantes de este acto religioso, sino de la gran parte de los asistentes al funeral, al que, aunque con 70 años de retraso, se sentían convocados “a purificar la memoria de unos acontecimientos dolorosos de nuestro pasado social y eclesial, unos hechos envueltos por el silencio durante mucho tiempo, pero nunca abandonados al olvido”.

No queremos reabrir heridas -afirmó en otro momento el obispo-, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados. Queremos pedir perdón e invitar a perdonar”. Un perdón que manifestaron públicamente algunos de los llegados desde diversas localidades del País Vasco para participar en este acto.

Relegados al silencio

Entre los asistentes se encontraban familiares y personas cercanas a los sacerdotes asesinados. Entre los comentarios que se pudieron escuchar a la entrada y a la salida del templo unos hacían alusión a “los 70 años que han tenido que pasar para poder vivir este momento”; otros manifestaban haberse sentido durante mucho tiempo “en las catacumbas, olvidados de lo que era una justicia de caridad cristiana”. Durante la celebración, en algunos rostros de personas mayores se pudo apreciar una mirada perdida en el infinito, posiblemente rememorando momentos y rostros de un pasado que hoy estaba muy presente y al que Asurmendi se refirió con estas palabras: “Las comunidades eclesiales de Álava, Gipuzkoa y Vizcaya, integradas entonces en la única Diócesis de Vitoria, vivieron en su propia carne pérdidas irreparables. A numerosos laicos, religiosos y presbíteros, víctimas de odios y rencores, les fue arrebatada violentamente la vida. En esta celebración, nuestra memoria se abre conjuntamente a todos ellos, aunque hoy avivemos especialmente el recuerdo de un grupo concreto. Entre julio de 1936 y junio de 1937, más de setenta sacerdotes y religiosos fueron ejecutados, dentro de la Diócesis de Vitoria, en los territorios controlados por uno y otro bando. Una parte de ellos, concretamente 14 presbíteros -doce sacerdotes diocesanos de Vitoria, un Misionero Claretiano y un Carmelita Descalzo- fueron ejecutados por quienes finalmente vencieron en la contienda. Éstos no contaron en su día con una celebración pública de exequias y durante años sus nombres fueron relegados al silencio. Hoy queremos recordarlos de forma especial y orar juntamente por ellos y por todos, como servidores que fueron de una misma Iglesia y miembros de un mismo presbiterio diocesano”.

Estos sacerdotes, nueve guipuzcoanos, cuatro vizcaínos y un navarro, fueron: Martin Lekuona Etxabeguren, Gerbasio Albizu Bidaur, Jose Adarraga Larburu, Jose Ariztimuño Olaso, Jose Sagarna Uriarte, Alejandro Mendikute Lizeaga, Jose Otano Migelez, C.M.F., Jose Joakin Arin Oiartzabal, Leonardo Guridi Arrazola, Jose Markiegi Olazabal, Jose Ignazio Peñagarikano Solozabal, Zelestino Onaindia Zuloaga, Jose Iturrikastillo Aranzabal y Roman de San Jose Urtiaga Elezburu, O.C.D.

Acompañaron a Asurmendi en la celebración religiosa el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez; su auxiliar, Mario Iceta; el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte; su antecesor, José María Setién; el obispo de Arecibo (Puerto Rico), Iñaki Mallona; y el obispo dimisionario de Los Ríos (Ecuador), Jesús Ramón Martínez de Ezquerecocha; además concelebraron unos 180 sacerdotes, entre ellos varios religiosos. En las naves del templo se encontraban también miembros de la clase política, como el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, y la portavoz del Gobierno vasco, Idoia Mendia.

vlgarcia@vidanueva.es

En el nº 2.669 de Vida Nueva.

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