Pedro Fernández Castelao: “Nuestra Universidad se abre a la pluralidad de la Iglesia”

Laico, profesor de Teología en Comillas

pedro-fdez-castelao(José Ramón Amor Pan) Acaba de defender su tesis doctoral (La escisión de lo creado. Creación, libertad y caída en el pensamiento de Paul Tillich) en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas este joven teólogo gallego (Riveira, A Coruña, 1975). En ella estudia el pensamiento sistemático de ese gran teólogo luterano, guiado por la relación que él establece entre la creación de Dios, la libertad del hombre y la caída originaria como explicación última del problema del mal. Toma distancia crítica de Tillich en cuestiones sustanciales, aunque aprovecha lo mejor de su pensamiento para proponer algunas pistas de profundización en la relación entre la creación, la libertad y la salvación. El acontecimiento no tendría en sí mayor relevancia si no fuese porque Pedro Fernández Castelao está casado y es padre de dos hermosos niños, Anxo y Sofía.

Tomando el relevo

Pedro forma parte de ese grupo de profesores jóvenes que en los últimos años está recogiendo el testigo de toda una espléndida generación comillense a la que le ha ido llegando la hora de la jubilación (Laboa, García Murga, Vidal, Álvarez Bolado, etc.), que, con fidelidad a la Iglesia, trabaja de modo creativo en esa Facultad para elaborar una teología cristiana que pueda ser significativa para nuestras comunidades eclesiales y, sobre todo, para el mundo de hoy. Es profesor desde el curso 2002-2003; comenzó impartiendo Antropología Teológica, asignatura de la que sigue siendo titular. Imparte diversos cursos en Dogmática Fundamental: el próximo año académico explicará, por ejemplo, La arquitectónica del ‘Breviloquium’ de san Buenaventura. Y da también clase en el TUP (Teología Universitaria para Postgraduados): “Estoy encantado tanto en el ciclo institucional como en la especialidad. La relación entre los profesores y con los alumnos no puede ser mejor”.

Durante la conversación con Vida Nueva subraya especialmente el papel que a laicos y mujeres está otorgando la Compañía de Jesús en la actual configuración de la Facultad: “Somos unos 45 profesores, de los cuales diez somos laicos; creo recordar que hay en torno a unas diez mujeres. La proporción de laicos y mujeres (religiosas o no) puede parecer pequeña, pero no lo es. En comparación con otras Facultades de nuestro país, nuestro número es verdaderamente significativo. Significativo, principalmente, de la apertura de nuestra Facultad a toda la amplia y plural realidad de la Iglesia. Somos una Facultad de una universidad pontificia católica, es decir, eclesial y, por tanto, universal, no cerrada en sí misma”.

El padre de este joven teólogo -y todos los antepasados de los que se tiene memoria- son y han sido siempre pescadores y marineros. Todos oriundos de Corrubedo, un pueblo coruñés que mira con la cabeza alta a los peligrosos ojos del Atlántico y, por eso, “nunca ha temido adentrarse en esa apertura oceánica hacia un horizonte ilimitado”.

Por parte materna, su familia siempre ha estado muy pegada a la tierra, dice. “Provienen de una pequeña aldea cerca de Santiago. Campesinos, pequeños comerciantes, trabajadores sencillos. De ahí, tal vez, su perspicaz agudeza y su noble honradez que, por ejemplo, en mi abuelo fue la clave de supervivencia: sirviendo desde niño en casas más pudientes, criando vacas, trabajando de cantero, vendiendo quesos… De él heredó mi madre su gran sentido común y su natural inteligencia”. Buenos mimbres para hacer teología. “En mi padre, la religiosidad se presenta como profundidad mística y como imperativo ético en el ejercicio del deber. En mi madre, como incondicional solicitud en la práctica del servicio y la caridad. Tanto con su familia, como en la sociedad”.

Otros tres nombres importantes asoman a lo largo de nuestra charla. Cesáreo Canabal, el párroco de su pueblo; Manuel Guerra Campos, hermano del conocido obispo (“haber sido iniciado en la lectura de la Biblia por un médico humanista tan reputado y culto como él ha sido para mí una verdadera fortuna”); y el profesor Andrés Torres Queiruga, a quien recientemente ha sustituido como director de la revista Encrucillada. Memoria agradecida la de este prometedor teólogo. 

En esencia

Una película: Matrix, de los hermanos Wachowski.

Un libro: La saga/fuga de J.B., de Torrente Ballester.

Una canción: With or Without You, de U2.

Un rincón del mundo: el cabo de la casa de la playa de O Prado, en Corrubedo.

Un deseo frustrado: poder comprar esa casa.

Un recuerdo de la infancia: mi primera gaita.

Una aspiración: ser un teólogo de verdad.

Una persona: mis padres, mi mujer, mis hijos.

La última alegría: Anxo y Sofía despertándose.

La mayor tristeza: la muerte de mi hermano Fran.

Un sueño: el reencuentro en la eternidad de Dios.

Un regalo: libros.

Un valor: la sinceridad y la humildad.

Que me recuerden por… haber intentado ser un buen profesor.

jramor@vidanueva.es 

En el nº 2.666 de Vida Nueva.

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