Cláudio Hummes: “Los sacerdotes deben comprender la cultura actual”

Cardenal prefecto de la Congregación para el Clero

hummes-1(Darío Menor / Juan Rubio– Roma) El 19 de junio se inauguró el Año Sacerdotal, cuya organización y promoción corre a cargo de la Congregación para el Clero, el dicasterio que,  desde octubre de 2006, dirige  el cardenal Cláudio Hummes. El éxito de este evento dependerá del grado de implicación de las Iglesias locales, advierte el purpurado brasileño, quien no quiere que se quede en una “celebración circunscrita a Roma”. En una entrevista concedida a Vida Nueva, pide a las “diócesis y a las parroquias” que vivan el Año Sacerdotal con festejos y con una “profundización sobre la vida y la misión de los sacerdotes”.

Hombre abierto a la sociedad actual y con gran experiencia pastoral, Hummes demanda a los sacerdotes que “profundicen en su condición de discípulos de Jesús” y afronten el mundo de hoy con “alegría y entusiasmo”. “Existe una gran urgencia de misión”, sostiene, por lo que ruega a los presbíteros que intenten entender “esta nueva cultura”: sólo así serán capaces de “hablar a los hombres y mujeres de hoy”. A los obispos les receta cercanía y cariño con sus curas. “Deben ser padres, amigos y hermanos para los sacerdotes. Tienen que estar a su lado y sustentarlos. Han de reír con el que ríe y de llorar con el que llora”. 

¿Cuáles son las perspectivas para este Año Sacerdotal?

Creo que ha venido en un momento muy propicio, y por ello debemos dar gracias a Dios. Se trata de un empeño personal del Papa, que está muy ilusionado y emocionado con esta celebración. El Año Sacerdotal está motivado por el 150º aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, el santo Cura de Ars, pero tiene también unas razones ulteriores más profundas. Hoy vivimos en un mundo nuevo, con una cultura urbana, posmoderna y relativista. Esta cultura es ya la imperante en Occidente y comienza a dominar en otras partes del mundo. Está en contra de la religión y considera que ésta debe estar relegada a la esfera privada de la persona. Es en esta cultura en la que los sacerdotes deben vivir su vocación y su misión. El Año Sacerdotal, precisamente, puede ayudarles a mejorar su condición. No debemos demonizar la cultura actual y decir que, ya que rechaza la religión, nosotros hemos de crear guetos para resistir. Esto es algo erróneo: la sociedad actual debe y puede ser evangelizada, lo mismo que ocurre con cualquier otra cultura. Por dos veces se nos dice en el Evangelio de Juan que Jesucristo vino al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo. Por ello, no debemos rechazar la sociedad actual, sino afrontarla con alegría, determinación, convicción y entusiasmo. Tenemos que explicarle la persona de Jesucristo y su palabra. Incluso el hombre y la mujer posmodernos y alejados de la religión pueden abrazar a Jesucristo. 

¿Qué pueden hacer los sacerdotes para que su labor fructifique en esa sociedad?

Crear una conciencia más positiva frente a la sociedad de hoy. Existe una gran urgencia de misión y debemos llevarla a cabo con alegría y entusiasmo. Hay una cuestión fundamental: el sacerdote debe profundizar siempre en su condición de discípulo de Jesús. El digno discípulo que se ha dejado entusiasmar por Jesucristo y tiene una fuerte relación permanente con él será un buen misionero. Se debe estar entusiasmado, encantado y enamorado de Jesús; sólo así puede desempeñar bien su labor. Para reforzar la conciencia misionera frente a esta sociedad cerrada a la religión hace falta una fuerte experiencia de Jesucristo. Ésta es, sin duda, la cuestión más importante. En segundo lugar, es crucial que los sacerdotes comprendan esta nueva cultura, cómo ha nacido y cuáles son sus valores. Teniendo un mejor conocimiento de ella se logrará una mayor capacidad para hablar a los hombres y mujeres de hoy. Luego está la cuestión de la espiritualidad, que debe ser profunda y sólida para nutrir la fe. 

El Papa ha dicho que la oración debe ser un elemento principal para los sacerdotes en este Año. ¿Hay que dedicar más tiempo a rezar?

Benedicto XVI, en su discurso a la Congregación para el Clero, dijo que pretendía que el Año Sacerdotal promoviese una mayor atención de los sacerdotes hacia la santidad, la cual constituye la fuente de la fuerza y autenticidad del ministerio sacerdotal. Es fundamental que éste sea un año en el que se desarrolle la espiritualidad, lo cual significa oración y meditación. Cuando se dice que la oración tiene que ser verdaderamente una parte importante de la vida del sacerdote, significa también que se debe dar el tiempo suficiente para esta oración. No se ha de ocupar todo el tiempo en actividades; la oración debe ocupar un lugar prioritario. Recuerdo que Juan Pablo II, en el noreste de Brasil, dijo en una ocasión que los sacerdotes no debían perderse en el activismo, tenían que reservar tiempo para el rezo y el estudio. Llama la atención el lugar donde pronunció estas palabras: allí los sacerdotes no paran de hacer cosas porque las necesidades son muchas.

¿Significará el Año Sacerdotal un punto de inflexión en la caída de vocaciones que vive Occidente?

hummes-2Esperemos que así sea. Si somos capaces de ofrecer a los sacerdotes mejores condiciones para que sean más felices, los jóvenes que sienten la llamada del sacerdocio estarán más decididos. Dios siempre llama, lo que pasa es que, en ocasiones, los adolescentes no lo ven claro y tienen miedo a responder. En la medida en que apoyemos su ministerio y promovamos a los sacerdotes que desempeñan bien su labor, habrá buena repercusión. 

¿Servirá este Año para recuperar el prestigio e importancia de los sacerdotes, tanto en la sociedad como dentro de la propia Iglesia?

Existen dos problemas, como son los casos de pedofilia y los de los sacerdotes que no respetan el celibato, que han sido muy publicitados en los últimos tiempos. La pedofilia es, sin duda, un crimen terrible, frente al cual la Iglesia no puede cerrar los ojos. No hay sitio en el ministerio sacerdotal para las personas que han cometido estos crímenes. La Iglesia no puede aceptar los casos de pedofilia; los culpables deben ser punidos tanto con las leyes civiles como con las canónicas. Dicho esto, hay que subrayar que la gran mayoría del clero no tiene nada que ver con estos problemas. Es por ello que la Iglesia debe reaccionar y no aceptar que sea ésta la imagen del sacerdote católico, formada con un preconcepto negativo muy fuerte que humilla y hiere a la inmensa mayoría de los sacerdotes. Los casos de pedofilia tal vez no llegan si quiera al 4% entre los sacerdotes. En la cuestión de no cumplir el celibato, el porcentaje es algo más grande. Hay que resaltar que el resto de los sacerdotes son hombres dignos y honrados, que dan su vida por completo y sin condiciones a Jesucristo y a la gente. No sólo promueven la fe; también se baten por la dignidad humana, por los derechos humanos, por la justicia social, por la solidaridad con los pobres… Son muy grandes los valores que los sacerdotes promueven en todo el mundo.

¿Cuáles serán las claves para que el Año Sacerdotal sea un éxito?

Sentimos ya una buena repercusión frente a este evento. Esperamos que las Iglesias locales, las diócesis y las parro- quias lo celebren. No queremos que sea sólo una celebración circunscrita a Roma y a la Iglesia universal. Será decisivo el papel de las Iglesias locales: deben desarrollar programas de celebración y de profundización sobre la vida y la misión de los sacerdotes. 

En la tarea pastoral urge una labor compartida entre el sacerdote diocesano y el sacerdote religioso. ¿Puede el Año Sacerdotal suponer un impulso a esta coordinación?

El Año Sacerdotal es para todos los sacerdotes, tanto los religiosos como los seculares. Por eso el Papa ha dado a la Congregación para el Clero la responsabilidad de coordinar y promover este evento en armonía con los obispos y los Superiores Generales. Esto ayudará a una mayor comunión. Obviamente, hay diferencias y situaciones específicas, pero el trabajo, al final, es el mismo. Este Año acercará aún más estos dos presbiterios, siempre teniendo en cuenta que sólo hay un presbiterio en la Iglesia.

Modelos a seguir

hummes-y-juan-rubioLa necesidad de líderes sacerdotales ha estado siempre presente. En España está la figura de Juan de Ávila, que se espera que pronto sea declarado Doctor de la Iglesia. ¿Esta falta de líderes puede afectar a la disminución en el número de vocaciones?

Ciertamente. Existe una gran búsqueda de modelos concretos, la juventud busca personas a las que seguir. Con este Año Sacerdotal debemos presentar modelos, no sólo al Cura de Ars, sino a todos aquellos sacerdotes cuya vida es un ejemplo. También constituye un faro a seguir san Pablo, cuyo año de conmemoración termina ahora justo cuando comienza el Año Sacerdotal. 

En ocasiones, la estabilidad sacerdotal se ve afectada por la relación entre los sacerdotes y sus obispos. ¿Se les pide a los obispos una cercanía con sus clérigos que permita una relación fluida?

Siempre insistimos en este asunto. Cuando los obispos vienen a Roma en las visitas ad limina también se presentan en la Congregación, donde tratamos este tema. Debe haber una unión entre el obispo y cada uno de sus sacerdotes. El primero tiene que ser un padre, un amigo, un hermano para el segundo, que debe sentirle cercano y saber que tiene su apoyo. El obispo no puede dejar esta responsabilidad a nadie. Tiene, además, que estar especialmente atento a los que sufren dificultades, son ancianos o están enfermos. Ha de reír con el que ríe y de llorar con el que llora. A veces se olvida sustentar a los que desempeñan su labor sin problemas. Esto es un error; se debe apoyar a todos. Los laicos juegan aquí un papel importante, pues también deben manifestar a sus sacerdotes que están contentos con ellos. Todo hombre debe sentirse apreciado por su comunidad. 

Recientemente ha habido un gran ruido mediático alrededor de la carta que indica a los obispos cómo actuar con aquellos sacerdotes que no cumplen el celibato. ¿Qué es lo que realmente dice esta misiva?

Existen muchas situaciones en las que los obispos no tienen suficientes condiciones jurídicas para resolver problemas que, a veces, son graves. La carta a la que alude narra a los obispos las nuevas facultades con las que cuentan. Le doy un ejemplo. Los sacerdotes que abandonan su ministerio pero no piden la dispensa y mantienen una vida en pareja, e incluso tienen hijos, no sólo se encuentran en una situación irregular en la Iglesia. También colocan a sus hijos en una posición difícil. Éstos tienen derecho a un padre que se encuentre bien con Dios y consigo mismo. Sucede lo mismo aunque no estén casadas ni tengan hijos: estas personas también tienen derecho a estar bien con Dios y con su propia conciencia. Si durante cinco años los sacerdotes no han solicitado la dispensa, los obispos de su diócesis tienen la capacidad para comenzar el proceso que permite la dispensa sin la petición del sacerdote.

Ya en el ámbito más personal, ¿cómo valora este tiempo que lleva trabajando en la Curia?

Llegué a Roma hace dos años y medio. Estoy contento e intento dar lo mejor de mí. Es un trabajo arduo y con mucha responsabilidad. Mi labor es de ayuda y orientación a los sacerdotes y obispos. La llevo a cabo con espíritu de servicio y mucha fe, sé que es lo que Dios quiere para mí, lo que me hace muy feliz. Es cierto, empero, que a veces resulta algo difícil estar lejos de la propia patria y se echa de menos la pastoral. He sido obispo en Brasil durante 32 años…

UN FRANCISCANO COMPROMETIDO 

hummes-3El responsable del medio millón de sacerdotes católicos que hay en el mundo es un hombre espigado y amable, con una cercanía y sonrisa que confortan. Aunque sólo lleva dos años y medio al frente de la Congregación para el Clero, el cardenal Cláudio Hummes es ya uno de los pesos pesados de la Curia romana más apreciados. Hijo de alemanes emigrados a Brasil, ingresó en la Orden de los Frailes Menores en febrero de 1952, siendo ordenado sacerdote el 3 de agosto de 1958. Pronto despuntó por su empeño pastoral y su compromiso con los trabajadores, lo que le llevó a entablar relación con Luiz Inacio “Lula” da Silva, entonces líder sindical y hoy presidente brasileño. Hummes se ocupó con éxito de varias diócesis de su país hasta que se hizo cargo, en 1998, de la archidiócesis de São Paulo, la más poblada y conflictiva de Brasil. Con 66 años, fue creado cardenal por Juan Pablo II en 2001. A la muerte del anterior Pontífice, su nombre fue uno de los que se barajó como posible Papa en caso de que el Colegio Cardenalicio optase por un candidato latinoamericano.

En el nº 2.666 de Vida Nueva.

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