Cordura y justicia para una Guatemala violenta

Llamamiento al término de la última Asamblea Plenaria del Episcopado

cruces-protesta-guatemala(J. L. Celada) Los obispos de Guatemala han pedido a la ciudadanía de su país “que afronte la situación del momento actual con cordura, sentido del bien común y no violencia”. En un comunicado difundido al término de su última Asamblea, los miembros de la Conferencia Episcopal comparten con sus compatriotas su preocupación por el tiempo presente, marcado por “un clima de tensión, confrontación y polarización, consecuencia de las seculares desigualdades sociales, culturales, étnicas y económicas, de la falta de ética y de la prevalencia del interés individual y egoísta de muchos”.

El mensaje denuncia alarmado “el aumento de atentados y muertes violentas, clara manifestación de que se ha perdido el sentido sagrado de la vida”. Un valor “primordial” que, sin embargo, “queda subordinado e instrumentalizado para conseguir propósitos a veces inconfesables y hasta criminales”. En este sentido, la jerarquía muestra su indignación ante la generalizada “impunidad con que se tratan de cubrir las continuas acciones criminales de todo tipo”, una prueba escandalosa aunque incontestable de “la  debilidad del sistema de justicia”, tantas veces criticado por los pastores.

Por todo ello, el texto -que lleva la firma de los obispos de Suchitepéquez-Retalhuleu, Pablo Vizcaíno, y Sololá-Chimaltenango, Gonzalo de Villa, presidente y secretario general del Episcopado, respectivamente- exige a continuación que los organismos competentes del Estado “hagan un particular esfuerzo para lograr investigaciones imparciales y transparentes que aclaren todos los crímenes y lleven a debido proceso a los responsables de los mismos”. “Queremos que se conozca la verdad”, insisten los prelados.

Pero “atacar de raíz esos males que aquejan al país” pasa por un imperativo:  atender “las necesidades básicas de la población (salud, vivienda, trabajo, educación y atención a la problemática agraria y ambiental)”, recuerdan más adelante, y echan mano de las palabras de Juan Pablo II durante su visita al país en marzo de 1983, en las que recordaba que, “para evitar cualquier extremismo y consolidar una auténtica paz, nada mejor que devolver su dignidad a quienes sufren la injusticia, el desprecio y la miseria”.

Los obispos concluyen depositando su esperanza en Cristo y exhortan a sus fieles a no permanecer “indiferentes y temerosos ante los acontecimientos que angustian a la nación”. “Debemos manifestar nuestra decisión -alientan ellos- de enderezar el rumbo de nuestra historia con fe, valentía, unidad y fraternidad”. Para lo que cuentan también con “la oración fervorosa y continua”… y “la protección maternal de María“.

En el nº 2.665 de Vida Nueva.

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