Un Dios “best seller”

montanas-libros(Juan Carlos Rodríguez) Miles de personas se acercan estos días a la Feria del Libro de Madrid para dejarse cautivar por alguno de los millones de textos expuestos en el Parque del Retiro. No pocas de ellas saldrán con algún libro religioso bajo el brazo. Dios vende. Es indudable. La novela de Dios -esas novelas que indagan en lo sagrado, rodean la fe, eligen la religión como eje narrativo o contemplan la Iglesia como protagonista en la lucha del bien contra el mal- ocupan las librerías. El fenómeno es masivo y los editores han descubierto que detrás de Dios, hay lectores. Muchos lectores, algunos atentos lectores de ensayos; otros, los más, entregados a la novela como género que aúna entretenimiento y aprendizaje.

libro-vende-religionVicente Vide precisamente contesta en ¿Por qué vende tanto la religión? (PPC) así: “Quizás porque de Dios hablamos todos. Es un tema que sigue teniendo actualidad. Suscita curiosidad, morbo, fascinación, rechazo visceral o, sencillamente, como decía Fernando Savater, mientras sigamos siendo mortales nos preguntaremos por Dios”. La periodista Margarita Rivière tiene su propia respuesta al interrogante: “Dios vende… y mucho. Vende más cuando hay crisis y conflicto. Sobre todo, porque cada uno -la idea de Dios reside en cada intimidad- lo interpreta a su manera, lo cual cumple con otro de los requisitos del todo mercado: hay competencia por hacerse con la marca Dios”.

Quizás todo sea aún más fácil y la narrativa contemporánea se ha convertido en un modo de acceder a una necesidad de Dios que es múltiple, diversa, paralela. Ya sea a costa de fomentar una imagen de la Iglesia como una institución ocultista y cegadora, de aventurar teorías sobre la naturaleza divina o humana de Jesús, de explorar los textos agnósticos hasta reinventarlos, lo cierto es que detrás del éxito de novelas como El Código Da Vinci, El juego del ángel, La biblia de barro, Ángeles y demonios, El espía de Dios… o sea, de la contaminación de judas y marías magdalenas, de sábanas santas y santos griales, de leyenda negra y de falsa teología, trasciende una búsqueda de Dios que las editoriales y los autores están explotando con mayor o menor fortuna literaria, casi siempre vestidos como thriller que aúna intriga, acción y mensaje. Vide admite que “es verdad que este tipo de literatura suele presentar una imagen deformada del Dios cristiano, así como una imagen fundamentalista de la religión, pero constituye una oportunidad para educar en valores y para hablar del Dios de Jesús de una manera nueva, cercana y significativa en nuestro mundo de hoy. No se puede condenar ni rechazar en bloque”.

La fe como gancho

libreriaSin embargo, el Dios Padre Todopoderoso y Eterno se ha convertido también en el argumento de algunas novelas que han saltado a las listas de los más vendidos y son respetuosas con el dogma, pero que, de igual modo, buscan hacer de la fe un gancho para el lector contemporáneo. Y lo consiguen. Por ejemplo, Patricio Sturlese (Buenos Aires, 1973), estudiante de Teología en el Colegio Máximo de San Miguel y autor de éxito con dos thriller históricos trepidantes alrededor de una presunta “existencia física de Dios”: “Los temas religiosos levantan hoy mucha expectación, pero creo que, particularmente con el thriller, lo que el lector busca es tener una participación directa en una atmósfera de revelación”. Es una respuesta lúcida, porque detrás del éxito del thriller, de la novela mal llamada best seller, lo que se constata es mucho más que una simple lectura de entretenimiento o evasión; lo que busca el lector es también sentirse partícipe del argumento. Resolver el enigma por sus propios medios, por su misma indagación y racionalidad. Es decir, llegar a Dios por su misma deducción, al modo del Querry de Un caso acabado, la novela de Grahan Greene reeditada ahora, y repensar nuestra propia teología o nuestra relación con Dios.

Dios no ha muerto: contra todos los pronósticos que auguraban la secularización completa de las sociedades desarrolladas, Occidente vive una nueva evolución de la espiritualidad”, afirma Frederic Lenoir (Madagascar, 1964), filósofo y novelista, autor de Las metamorfosis de Dios. La Nueva espiritualidad occidental (Alianza), pero también de thriller históricos

con Dios de fondo, como El oráculo de la luna (Grijalbo). Fenómeno que con éxito también reviven Jesús Sánchez Adalid, Miguel Aranguren o María Vallejo Nájera. Pero esta necesidad de Dios, en cualquier caso, aún va más allá del thriller, y va ampliando el campo narrativo. No sólo por la reedición, con cierto eco, de autores clásicos de la literatura católica del siglo XX, como son Evelyn Waugh o G. K. Chesterton, sino del éxito de ventas, por ejemplo, del canadiense William Paul Young, que arrasa también en España con La cabaña (Espasa), después de vender más de seis millones de ejemplares en todo el mundo, una invitación al perdón y a deshacernos de la terrible carga que representa el rencor. 

mujer-leyendoNovelas como la Trilogía del Cristo clonado (Martínez Roca), de James BeauSeigneur, que relata la clonación de Jesús a partir de restos encontrados en la Sábana Santa, o El candidato de Dios, de Francisco González Ledesma, dan, en cierto modo, la razón al famoso crítico literario Harold Bloom, que en Jesús y Yahvé. Los nombres divinos, equipara a Jesús con personajes literarios. “El culto occidental a Dios es, después de todo, el culto a personajes literarios, ya sean Jesucristo, Yahvé, Alá, Mahoma. Todos ellos no son más o menos literarios que, por ejemplo, don Quijote, Hamlet o Falstaff”. Para Bloom, la literatura es la base de toda formación contemporánea y, por tanto, religión y literatura están íntimamente conectadas. Paradójicamente, la Biblia, de la que él precisamente es un lector sagaz y persistente, es una gran desconocida. España es, con dife- rencia, el país europeo que menos la lee y la conoce.

Sin embargo, la novela de Dios triunfa, como símbolo, sin duda, de que no hay tanta disociación con el mundo del espíritu, con el deseo de una vida mejor, con el anhelo de que el asesino no tenga la última palabra y de que al final de la historia pueda triunfar el bien sobre el mal. Dios vende. Y vende bien. No está en crisis. Dios, la religión, la vida tras la muerte, la épica bíblica, se reflejan en el éxito de la ficción -y de ensayos, sin duda- que “tienen que ver con lo religioso en sentido amplio: misterio, fantasía, thriller con personajes sobrenaturales o con secretos de la Biblia o del Vaticano, magia, seres mitológicos, personas con poderes, temas de ocultismo, profecías, escenas apocalípticas relacionadas con el fin del mundo o desastres ecológicos”, como enumera Vicente Vide. Porque, en el fondo, es difícil sustraernos a la influencia de la religión, dejarla de lado y vivir nuestra vida sin imaginarnos que tiene alguna trascendencia, sabernos humanos tan sólo, género perecedero y defectuoso. En cierto modo, constata lo que ya sabía Eugene Ionesco: “No es cierto que hoy sean pocos los que buscan a Dios. Las personas lo buscan siempre. Quizá lo buscan en los ídolos de la canción, del deporte, de la política, del terrorismo… No es posible una sociedad sin Dios. No sé si, desde mi pobre fe, puedo decir que creo en Dios… pero sí sé -con seguridad- que Dios me falta”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.663 de Vida Nueva.

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