“Conocemos los sufrimientos de nuestro pueblo por la crisis”

La CEE reclama nuevas actitudes éticas e invita a los fieles a promover otro modelo económico más justo

afectado-crisis(Miguel Ángel Malavia) En un contexto en el que las consecuencias de la crisis económica monopolizan lógicamente el interés ciudadano, los obispos advierten también del avance de “otra pobreza”, “la espiritual”. Así lo reflejan en el último mensaje hecho público por la Comisión Episcopal de Pastoral Social, con motivo de la festividad, el día 14, del Corpus Christi, también declarado por la Iglesia en España como Día de la Caridad. 

Los prelados integrantes de la comisión de la CEE, presidida por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, no dudan en diagnosticar la prevalencia de una crisis “de valores y actitudes”, germen de una situación que lleva a “cuestionar las estructuras mismas del vigente modelo social y económico”. “Esta crisis pone en evidencia una profunda quiebra antropológica. La dignidad del ser humano es el valor que ha entrado en crisis cuando no es la persona el centro de la vida social, económica, empresarial; cuando el dinero se convierte en fin en sí mismo y no en un medio al servicio de la persona y del desarrollo social”, sentencian. 

Reducir la crisis a su dimensión financiera y económica -continúan- puede ser una falsedad y conducirnos a un peligroso engaño, puesto que detrás de la crisis financiera hay otras más hondas que la generan”. Entre los factores que han llevado a la caída económica, ponen de manifiesto la progresiva pérdida de tres principios fundamentales: “Transparencia, responsabilidad y confianza”. Denuncia que explican detalladamente: “Se ha perdido la confianza en las grandes instituciones económicas y financieras y en los sistemas que las regulan, debido a la irresponsabilidad y a la avaricia de algunos, a la vanidosa competitividad. Transparencia, responsabilidad y confianza no son elementos económicos o financieros, sino actitudes éticas. Lo cual quiere decir que cerraremos en falso la crisis si no estamos dispuestos a afrontar la crisis ética que la sustenta”.

Fracaso del modelo

Para documentar su crítica, los prelados hacen mención a los resultados del VI Informe FOESSA, presentado en octubre del pasado año (VN, nº 2.634). Así, el documento impulsado por Cáritas Española evidenció “el fracaso de esta sociedad del bienestar y de un modelo de desarrollo que no ha logrado reducir las desigualdades ni disminuir la pobreza en los últimos quince años, a pesar de ser años de gran desarrollo económico”. 

La consecuencia principal de haber mantenido una economía sin ética, la establece la nota episcopal en el paulatino surgimiento de “los nuevos rostros de la pobreza”, salidos de las anteriormente consideradas clases medias, ahora en estado de necesidad: “Padres o madres que se han quedado solos con hijos a su cargo, personas mayores, familias inmigrantes reagrupadas y en paro, desempleados sin protección social…”.   

Constatada la realidad social en toda su dureza, la reciente nota de la Comisión de Pastoral Social busca dar un paso más y proponer un elemento positivo: “Si la hondura de la crisis ha puesto de manifiesto muchas miserias personales, sociales y éticas, también es necesario reconocer que está siendo oportunidad para promover otro modelo social y económico más humano y justo”. Apelando a la solidaridad, los obispos reconocen la labor entregada de “los miles de voluntarios que están dando lo mejor de sí mismos para intentar responder a los sectores más afectados y vulnerables; como, también, es digno de ser reconocido el esfuerzo sincero de muchos hombres y mujeres del ámbito de la cultura, la economía y la política por aportar propuestas concretas”. 

EUCARISTÍA Y CARIDAD

El mensaje concluye haciendo un llamamiento especial con motivo de la celebración del Corpus Christi, también Día de la Caridad. Al tratarse de una fiesta que evidencia como pocas “la relación esencial entre Eucaristía y caridad”, debido a las “implicaciones sociales”de la Misa, ésta ha de constituir un punto de partida básico para la atención a los más necesitados. “La Eucaristía es sacramento de comunión -concluye el texto-, pues, como dice san Pablo, cuantos comemos del mismo pan formamos un mismo cuerpo. Y porque formamos un solo cuerpo en el Señor, todos estamos llamados a contribuir al bien común desde nuestras capacidades y responsabilidades, compartiendo también los bienes para que ningún hermano pase necesidad”. 

En el nº 2.663 de Vida Nueva.

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