Vocaciones que germinan en mitad del mar

El Seminario de Menorca, con 150 años, continúa con tesón su acción vocacional

seminario-mallorca(Miguel Ángel Malavia) Como una auténtica fiesta. Así es como ha celebrado la Iglesia de Menorca el cumplimiento del 150º aniversario desde la fundación de su Seminario. Varias conferencias, la publicación de un libro conmemorativo, un  encuentro entre sacerdotes y antiguos seminaristas, una exposición fotográfica o la elaboración de un CD vocacional realizado a partir de las propuestas de grupos de jóvenes y catequesis en un concurso para tal fin, son algunos de los hitos que han jalonado este destacado aniversario. 

El Seminario es una comunidad viva y en Menorca ni siquiera importa el hecho de no contar con un seminario físico -hace catorce años desapareció el que había, que gozó de su pleno apogeo a inicios de la década de los 60-.  

joan-boscoUna de las personas más implicadas en los actos conmemorativos es el actual rector del Seminario, Joan Bosco Faner, quien, haciendo balance, valora “muy positivamente” el quehacer del Seminario durante estos 150 años de historia: “El Seminario no sólo ha sido lugar de formación de sacerdotes, sino también de no pocos seglares que han influido e influyen en diversos campos. Muchos hijos ilustres de nuestros pueblos menorquines pertenecen al clero o han sido formados en ambientes religiosos. Pasar por el Seminario, aunque sólo sea unos años, ha despertado en ellos la pasión por la Iglesia, por la formación continuada, por el compromiso a todos los niveles, por la cultura, por la democracia y las libertades, por la trascendencia…”.  

Orígenes históricos

seminario-mallorca-2Como en todo gran aniversario, ésta se apreció como una inmejorable oportunidad para, desde el pasado, fortalecer las raíces del presente y así seguir floreciendo en el futuro. En cuanto a los orígenes, tomados como base y modelo, la fría estadística sólo indica que el Seminario de Menorca fue inaugurado solemnemente un 8 de diciembre de 1858 por el obispo Mateo Jaume Garau

Aunque la intrahistoria, la historia viva, sí evidencia que fueron muchas las vicisitudes que marcaron un largo y difícil camino hasta ese día. El sacerdote diocesano y doctor en Historia Guillermo Pons relata los orígenes del centro vocacional de la Iglesia menorquina: “Si bien durante los siglos XVI y XVII la formación de los clérigos era muy superficial, ésta mejoró notablemente en el XVIII, cuando resultó más fácil obtener grados académicos, conseguidos por nuestros antecesores en Mallorca, Valencia y también en Narbona, Montpellier o Italia. En 1763, había ya en Menorca 150 sacerdotes, 70 de los cuales disfrutaban de títulos académicos. Cuando se fundó el Seminario de Mallorca, acudieron a él nuestros seminaristas gracias a las becas de los obispos locales. Fue al restablecerse nuestra diócesis en 1795, cuando se sintió una especial necesidad por tener un Seminario propio. El obispo Juano y sus sucesores se mostraron muy preocupados por enriquecer directamente el nivel moral y pastoral de sus sacerdotes. A punto estuvo de lograrlo el obispo Antonio Díaz Merino, quien se propuso su fundación justo al llegar a Menorca en 1832. Pero las circunstancias políticas y las leyes desamortizadoras, que ocasionaron su exilio, retrasaron otra vez el proyecto. Hubo de ser Tomás de Roda el que gestionara con éxito la fundación del Seminario. Aunque no lo pudo inaugurar porque fue trasladado a la diócesis de Jaén el 1857. Fue así cómo, nada más llegar, Mateo Jaume Garau lo inauguró”.

lluis-taltavullConocido el pasado, ¿cuál es el presente? Las cifras hablan: Menorca, con una extensión de 50 km. de un punto a otro de la costa y una población de unas 70.000 personas, cuenta actualmente con 10 seminaristas: 3 en el Seminario Mayor y 7 en el Menor. Otro dato es que los del Mayor cursan estudios de Filosofía y Teología fuera de la diócesis, en Salamanca y Valencia. Los que pertenecen al Seminario Menor sí permanecen en Menorca, aunque no están en régimen interno, sino que desarrollan su vocación siguiendo las pautas del llamado Seminario Menor en Familia, que fue creado hace siete años por el entonces prelado menorquín, Joan Piris. Bosco Faner realza la implicación constante de los padres en esta iniciativa: “A menudo conversamos con ellos y nos damos cuenta de que aumenta paulatinamente su responsabilidad en el proceso vocacional. Notamos cómo se sienten también ‘formadores’ del Seminario Menor. Padres y docentes compartimos tiempo y muchos ideales a favor de los seminaristas”. Llorenç Taltavull y su mujer Sara son un claro ejemplo de este modelo de familia como eje formativo de la fe. Padres de 6 hijos, el tercero, Lluís, está en el Seminario Menor en Familia. Aunque ahora, a sus 14 años, estudia 3º de ESO en Valencia, los tres anteriores los ha pasado en su casa, “creciendo en la fe”, dice Llorenç. Éste reconoce que, en el caso de su hijo, no ha habido una gran diferencia entre el Seminario y su anterior vivencia de Dios en la familia: “Desde siempre, nuestros hijos han visto cómo hemos colaborado en Cáritas y en la parroquia. De ese modo, hemos sido ejemplo para los chicos, que nos acompañaban en todo. Ahora, como formadores del Seminario, hemos incidido en guiar a Lluís en la oración”. 

seminario-mallorca-3Cuando surgió, el Seminario Menor en Familia lo hizo sin una programación concreta, aunque poco a poco se fue perfilando como un eficaz método de discernimiento vocacional, debido a su desarrollo minuciosamente regulado. Así, a la llegada de cada seminarista, además de saber sus estudios desarrollados, se le sigue hasta el punto de tratar de conocer su nivel de madurez o su carácter. Fijados unos objetivos concretos adaptados a su persona, son evaluados en su cumplimiento, avanzando en etapas. De este modo, gracias a la individualización y a la flexibilización del método, la propia vocación crece de un modo natural en cada uno de los chavales.  

seminario-mallorca-4Reflejo de todo esto es Llorenç Sales, seminarista diocesano que estudia 3º de Teología en la Pontificia de Salamanca. Él valora enormemente la libertad y atención personalizada que siempre le han prestado sus responsables: “Antes de ingresar en el Seminario Mayor hice la carrera civil de Historia en Barcelona. El obispo Piris y el rector del Seminario me seguían de cerca y me apoyaban, pues sabían de mi intención de desarrollar después mi vocación y que eso redundaba en mi formación”. Finalmente, Sales ve sombras, pero también muchas luces, en el hecho de formarse lejos de casa: “Está claro que es una pobreza diocesana el no contar con un espacio propio en el que formarnos y el vernos obligados a salir fuera. Pero, a la vez, para nosotros mismos es una riqueza. Nos formamos humana y teológicamente en otro contexto y disfrutamos de experiencias nuevas. Luego volveremos a casa, porque yo pienso y me formo como sacerdote para Menorca, y aplicaremos lo aprendido”. 

Faner ratifica que valen la pena todos los esfuerzos: “El Seminario es el corazón de la diócesis. En el Seminario crecen aquellas semillas que han de ser transplantadas a los diversos campos de la Iglesia para que den sus frutos. La tierra del Seminario ha de ser óptima. Quienes cuidan tierra y semilla deben llevar muy dentro de sí la persona de Jesucristo, el Evangelio y el amor hacia la sociedad y la Iglesia”. 

Tenacidad ante las dificultades

Es un hecho que la condición insular de Menorca, así como su reducida extensión geográfica, dificultan el desarrollo de la pastoral vocacional. Pese a todo, Joan Bosco Faner, rector del Seminario, cuenta cómo buscan adaptarse a las circunstancias, centrando la mayor parte de sus esfuerzos en la acción desde los clubs parroquiales y en la pastoral universitaria. Siempre con la mirada puesta en buscar nuevas fórmulas de acción. La última es una dedicación especial a la figura del monaguillo: “Intentamos contar en nuestras parroquias con la presencia eficaz de monaguillos. Chicos, chicas, jóvenes que están dispuestos a recibir una preparación catequística y litúrgica especial. Y, paso a paso, vamos consiguiendo algún fruto. De entre los monaguillos vamos nutriendo principalmente la presencia de candidatos en nuestro Seminario Menor”, detalla Faner. Quien, por supuesto, propone la oración como primera ‘medida de choque’: “La comunidad cristiana de Menorca va adquiriendo conciencia de la necesidad de sacerdotes y personas consagradas gracias a las Plegarias Vocacionales que realizamos durante el curso. Se organizan con frecuencia regular y se responsabiliza de las mismas a las distintas asociaciones, congregaciones y realidades pastorales de Iglesia en Menorca. El testimonio de algunas familias, de algunos padres, de comunidades parroquiales, de sacerdotes, religiosos y religiosas, da también sus frutos”.

En el nº 2.662 de Vida Nueva.

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