De soledad, prisa e indecisión

religiosa-pensativa(Luis Alberto González-Díez, cmf) En el número 2.660 de VN, Dolores Aleixandre, rscj nos dejaba una reflexión muy sugerente. La tituló “blogueros” y por la fina ironía que regala para entender el momento, es recomendable. Se hacía ella la composición de lugar entre la dinámica de un blog y la Lectio Divina… Ciencia ficción y realismo crudo de por dónde van muchos ratos en la “tarea diaria” de no pocos consagrados.

¿Signo de soledad?

Con la que sigue cayendo gracias a los blogs y algunos blogueros, no deja de ser necesaria una llamada a la serenidad porque hay vida consagrada, y mucha, más allá de los blogs. Algunos ávidos de encontrar declaraciones ingenuas o colores de hábito, reducen la vida consagrada a puro objeto de crítica. La vieja tentación de confundir la parte con el todo o la noticia con la debilidad. ¿Estará robando Internet un tiempo precioso para la misión y transmisión? ¿Estaremos sustituyendo la comunidad del Reino por una comunidad virtual? ¿Tendrá algo que ver con la soledad del consagrado en este siglo XXI? 

Como siempre, la atención a los signos de los tiempos está pidiéndonos mesura y avivar el recuerdo de Juan XXIII cuando decía “me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión”. Ambas dificultan conocer la verdad. Es sólo un signo, pero ¿no estará necesitando una nueva atención la persona del consagrado?

Sin prisa

El día 11 celebrábamos el aniversario de la Instrucción de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, sobre la autoridad y obediencia. Un documento nuevo, con palabras nuevas y con una invitación explícita a la búsqueda de Dios, como argumento y centro de la consagración. Se vendió bien dentro de las limitadas fronteras de los textos teológicos. Muchas congregaciones están trabajando la Instrucción, algunas incluso han solicitado cursos especiales sobre el particular que el ITVR ha denominado “Dinamización de la vida comunitaria” y lo aborda de manera interdisciplinar: teológica-psicológica-sociológica… De fondo está la pregunta inquietante de cuál es el ánimo que sostiene la vida del consagrado hoy. Por eso, da la sensación de que es sobre la que los consagrados deben volver a lo largo de los próximos años, porque está respondiendo a una necesidad. Si hay persona y se cuidan los dinamismos para que esté bien, tenemos garantía de un consagrado serenamente feliz y urgido por la Misión.

Con decisión

Acaban de concluir su Capítulo General los Carmelitas Descalzos. Dejan una buena relectura de las necesidades y posibilidades de la vida consagrada. Un capítulo esperanzado y propositivo que invita a toda la familia carmelita al seguimiento de Jesús desde la particular relectura evangélica de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. En su mensaje final (n.8) leemos: “Teresa responde a los desafíos contemporáneos eligiendo la pobreza y el humanismo cristiano de sus fundaciones por medio de una vida comunitaria sobria y amistosa, marcada por las virtudes evangélicas de la suavidad, la humildad y la alegría”. Se proponen los carmelitas entender, atender y proponer frente a los desafíos. Y lo quieren hacer desde la pobreza y el humanismo cristiano. Un mensaje absolutamente novedoso y crucial para el presente. En la eucaristía final, el nuevo Prepósito General, padre Saverio Cannistrà, ponía acento en la cuestión: “Necesitamos una renovación que empiece en el interior, en las raíces, y esto no puede venir de nuestras obras”. La liberación frente a espejismos o dictados de la apariencia viene de un fortalecimiento de la vida interior y de la vida en comunión. Como bien refleja La vida fraterna en comunidad (n.7): “La comunidad religiosa (debe ser entendida) como lugar y sujeto de misión”.

MIRADA CON LUPA

Padecemos cierto vértigo. Muchos frentes abiertos. Apenas amanecemos, descubrimos un mundo de información que queremos procesar e, incluso, evangelizar. Forma parte de la gran pregunta de la vida consagrada de este tiempo. A la vez, sabemos que el presente está reclamando una presencia más sosegada y tranquila; propositiva y constante. La gran medicina ante una sociedad que cree poder vivir sin Dios es la presencia activa de sus obras en la vida de los consagrados.

En todas las épocas surgen algunos agoreros que pretenden decir  aquello de “caminamos hacia la ruina…”. La respuesta: silencio, trabajo y comunión. “Quien desprecie la vida consagrada se está quitando años de vida”.

lagonzalez@vidanueva.es 

En el nº 2.661 de Vida Nueva.

Compartir