OBITUARIO: P. Francisco Contreras, Un servidor de la Palabra

fco-contreras-2(Antonio Venceslá Toro, cmf) El pasado día 11 de mayo falleció en Granada el P. Francisco Contreras Molina, misionero claretiano. Paco bien pudo decir, dijo y vivió, sin duda, aquellas palabras del profeta: “Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba. Tus palabras eran la delicia de mi corazón”. Toda su vida fue un servicio a la Palabra, proclamada, escrita, vivida. Fue un Servidor de la Palabra entusiasta y apasionado. Nacido en Montillana (Granada) en 1948, ingresó en la congregación de misioneros claretianos en 1960. Completado su período de formación, fue ordenado en diciembre de 1973. Tras realizar estudios de especialización en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, fue destinado en 1979 a la comunidad de Granada-Teologado, donde permaneció hasta su muerte. Desde su llegada a Granada impartió clases como profesor de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología, al tiempo que prosiguió sus estudios de especialización en Filosofía y Letras y en Teología Bíblica, especialidad en la que alcanzó el Doctorado en 1982. Ya en el año 1994 fue elevado a catedrático de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología.

Su ministerio estuvo ceñido básicamente a la enseñanza superior, desplegando una actividad generosa y entusiasta, no sólo como profesor de Sagrada Escritura en los diferentes ciclos de estudio de la Facultad, sino también como prolífico autor de libros y artículos relacionados con la Palabra de Dios, la espiritualidad y la poesía religiosa. Una de sus últimas aportaciones vio la luz en las páginas de la revista Vida Nueva: El amanecer del nuevo mundopliego publicado escasas fechas antes de su muerte, adelanto de un libro póstumo de próxima aparición en PPC: El Señor Resucitado y María Magdalena. 30 sonetos de amor y el evangelio de san Juan.

Paco nos deja el testimonio de una vida misionera en la que supo integrar el estudio, la piedad y el apostolado. Su espiritualidad fina y delicada, tal vez proveniente de su intenso amor a la Virgen, estuvo anclada en una fe profunda, madura y bien ilustrada, así como en una intensa y honda vida de oración, que se vertía después en su acción misionera. Probado en el sufrimiento en la última fase de su vida, supo afrontarlo y llevarlo con un gran espíritu cristiano. Su testimonio en los últimos meses de vida fue la última gran lección que nos brindó, su testamento de docilidad a la voluntad de Aquél a quien anunció de tantas formas. Bien puede decirse que Paco ha muerto como vivió: entregado serenamente a la Palabra. Descanse en paz, el misionero entregado, el siervo fiel y solícito, el Servidor de la Palabra.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

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