La Cope rediseña su futuro tras anunciar la salida de Losantos

Las presiones, incluso del vaticano, ante un estilo que choca con el Ideario de la cadena, fuerzan la decisión

microfono-cope(José Lorenzo) El 11 de mayo, la Cope comenzó a rediseñar su futuro sin la presencia en su parrilla de sus dos principales “estrellas”, Federico Jiménez Losantos y César Vidal. Ese día, a través de un comunicado conjunto, la cadena de emisoras cuyo accionista principal es la Conferencia Episcopal Española (CEE), informó que ambos locutores no seguirán al frente de sus respectivos programas (La Mañana y La Linterna) a partir del 31 de agosto, toda vez que habían declinado la oferta de compartir espacio.

A pesar de que el comunicado finaliza manifestando “la satisfacción por el buen trabajo realizado durante estos últimos años al frente de los programas”, no pocos dentro de la Iglesia han suspirado con alivio pensado que finaliza uno de los periodos más controvertidos en la historia de la cadena, que ha generado división dentro del Episcopado y la comunidad eclesial, y obligado a tomar cartas en el asunto a la propia Santa Sede.

Se abre, pues, una nueva etapa que, en palabras de Alejandro Fernández Pombo, “debe ser, tiene que ser, para mejorar”. “Por un lado -señala a Vida Nueva quien fuera emblemático director del Ya, de la Escuela de Periodismo de la Iglesia y de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España-, debe rendir un mejor servicio informativo, formativo y atractivo para una mayor audiencia; al mismo tiempo, debe conseguir una mayor fidelidad a la esencia y naturaleza propia de una emisora católica y regida por la Conferencia Episcopal. Ambas deben estar manifiestas en el contenido y en la forma de expresión”.

¿Y a hora qué?”, se pregunta Norberto Alcover, autor del Pliego con el que Vida Nueva apostó hace más de un año por La Cope de todos. “Ahora -responde el religioso jesuita experto en comunicación-, toca cumplir con el Ideario, tal y como expuse en aquel Pliego que, en gran parte, abrió un proceso. Porque este hecho es un momento de inflexión que puede marcar un futuro realmente distinto o, por el contrario, provocar superficiales transformaciones en la orientación de fondo de Cope”.

Ante esta latente posibilidad, Alcover persiste “en la recomendación de releer el Ideario en clave objetiva, es decir, dando paso a periodistas que signifiquen una percepción mediática y eclesial mucho más plural, hasta el punto de que Cope pueda atraer a sectores eclesiales y sociales que hasta hoy se han sentido fuera de ella. La tarea no es fácil, pero seguramente podrá llevarse adelante si esa transformación se desarrolla consultando a profesionales de los medios capaces de aportar sugerencias complementarias e innovadoras”. Y apunta una última recomendación: “De fondo ha de estar la Eclessiam suam y la Gaudium et Spes, además de la Constitución”.

Rafael Ortega, presidente de la Unión Católica de Informadores y Periodistas (UCIP-E), con una dilatada trayectoria personal a la espalda, entre la que se cuenta la de director de los Servicios Informativos de la Cope, esperaba la decisión de la cadena desde hace tiempo. “Ahora tiene que buscar nuevos caminos que hagan que la emisora no peligre y, en consecuencia, se conserven todos los puestos de trabajo. Es su labor y para eso fue elegida por la CEE. No hay que llegar a que se repita el ‘caso Ya‘. Ésa es su responsabilidad y su deber. La Presidencia de la CEE ha repetido siempre que en Cope había una Dirección y un Consejo de Administración que tenía, y tiene, las riendas. Pediría que esas riendas fueran firmes y no se dejaran llevar por el falso camino de soluciones fáciles y provisionales. Los oyentes de Cope merecen su respeto y los que hemos creído siempre en ese proyecto, también. Es la hora de que ya nadie más vuelva a ridiculizar a la propiedad, es decir, a la Iglesia Española. Y recuerdo que Iglesia somos todos”.

Momento crítico

Es indudable que esta medida, no por deseada, llega en un momento crítico para los medios de comunicación, a quienes la crisis económica zarandea con fuerza. Y la Cope no es la excepción. Habrá que ver cómo supera la marcha de Losantos, quien se jactaba de proporcionar a la cadena una parte nada desdeñable de sus ingresos publicitarios. Y, efectivamente, entre los miembros del Episcopado ronda el fantasma del triste final del Ya, por mucho que el presidente de la cadena, Alfonso Coronel de Palma, asegurara en la última Plenaria de la CEE que Cope estaba saneada económicamente y no peligraban puestos de trabajo, según ha sabido esta revista de fuentes episcopales. Los miembros del Comité de empresa no las tienen todas consigo y han enviado una carta a todos los obispos explicando la situación de los trabajadores. Al parecer, más que Cope, preocuparía la futura viabilidad de PopularTV.

Entre los obispos, la solución final dada al “caso Losantos” no ha satisfecho a todos por igual. La gama de opiniones, según las fuentes consultadas, varía entre los que sostienen que “ya era hora” y los que creen que el futuro “va a ser un desastre”. Sí prevalecería el sentimiento de resignación ante el hecho de “no ser una radio puntera, pero sí una emisora más normal, que recupere la Doctrina Social de la Iglesia, que gane credibilidad no tanto por las opiniones contundentes y el sensacionalismo, sino por la confianza y credibilidad que genere”. Para ello, consideran inevitable un “reciclaje” como el que han hecho otras grandes emisoras “La cadena debe tener fuerza suficiente por sí misma, no por un locutor. Nadie es imprescindible”, señala otro obispo, que pide que el nuevo equipo que tome el relevo a partir de septiembre “no sea fruto de la improvisación”. 

Fernández Pombo, maestro de periodistas católicos, apunta un camino a seguir: “Habrá que buscar los mejores periodistas, locutores, comentaristas y pensadores; pero siempre conscientes de la tribuna desde la que hablan, y de que tienen la ocasión de inventar un mundo nuevo y mejor. No se trata de hacer sólo una emisora religiosa, sino una cadena social, política, cultural y religiosa para cubrir el ‘citar, ver, oír, compartir, pensar’, de Kapuscinski, y al alcance de toda clase de oyentes sin ofender a ningún sector y procurando ser ‘elementos de concordia’, como pedía Herrera Oria; y, por supuesto, siempre con el mayor respeto a la verdad y a la libertad de expresión como corresponde a toda buena comunicación”.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

 

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