JMV: Claves para formar a los hombres buenos del mañana

La Asociación Juvenil Vicenciana ofrece un espacio donde ser laicos significativos

jmv(María Gómez) Quizá no sean los valores que priman en la sociedad actual, pero ¿quién no querría un mundo donde las personas fueran transparentes y cuyo móvil fuera el espíritu de colaboración, gente con sensibilidad hacia toda clase de pobrezas y capaz de ponerse a la búsqueda de la voluntad de Dios? Más o menos, es el denominador común de toda comunidad cristiana, pero estas virtudes así formuladas son, específicamente, de las Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), una asociación que tiene muy trillado el camino que significa ofrecer, desde edades tempranas, un proceso de discernimiento y orientación para que los jóvenes de hoy sean mañana “hombres buenos y hombres de fe”. No en vano, sus 9.500 socios hacen de ella una de las asociaciones juveniles más significativas de la Iglesia española, y no sólo numéricamente.

jmv-2La JMV nació de la inspiración de la Virgen María a sor Catalina Labouré en 1830, fue aprobada por Pío IX en 1847 y su historia está ligada a la Familia de san Vicente de Paúl y a la expansión de las Hijas de la Caridad y los Padres Paúles; hoy está presente en 65 países con unos 75.000 miembros. Su vinculación a ambas congregaciones le aporta a JMV el carisma mariano y vicenciano, dos de sus cinco rasgos definitorios, que ellos llaman “notas” y que explica su presidenta nacional, Irune Fernández: “La nota eclesial y la laical las compartimos con muchas asociaciones; la nota mariana implica tener a María como modelo. La nota misionera tiene mucha fuerza porque de ahí también nace, en un momento dado, la necesidad de compartir vida y misión ad gentes; y la nota vicenciana es la que nos indica el estilo de san Vicente de Paúl de servicio al pobre. A nivel práctico, todo esto se traduce en el modo en el que entendemos la catequesis, la formación en la fe desde un espíritu de servicio a los más pobres, en proyectos muy sencillos de servicio desde los centros, como acompañar a ancianos en una residencia o ayudar a niños en deberes extraescolares, o a nivel nacional con algún proyecto de servicio más importante…”.

En la raíz late el ánimo de la evangelización y la formación cristiana de los niños y los jóvenes, algo que, a nivel de organización, se realiza en varias etapas: los socios de pleno derecho son los jóvenes de entre 16 y 30 años; antes, hay socios en la etapa de Infantiles (hasta los 12 años) y Juveniles (12-16), que reciben catequesis adaptadas a su edad y encaminadas a sentar las bases para la pertenencia a JMV.

jmv-3Sin ir más lejos, el próximo 30 de mayo tiene lugar en Madrid el Encuentro de Juveniles y Convocatoria, una de las citas más importantes de la asociación, pues los chavales de Juveniles dan el salto de la etapa precatecumenal a la catecumenal. A partir de entonces, les esperan multitud de encuentros, pascuas y prepascuas, jornadas de formación, oraciones, ejercicios espirituales, viajes, asambleas, proyectos… “Son muchos momentos, y es al echar la vista atrás cuando te das cuenta de que han configurado tu vida, y te acuerdas de tal o cual año porque fue el de tal o cual encuentro”, narra Irune.

Asumir responsabilidades

Esta vasca de 30 años, que lleva en JMV desde los 9 años (“ésta es prácticamente mi casa”, asegura), bromea con que su propia experiencia “es el ejemplo de lo que no se debe hacer. Al principio lo que vives en JMV es lo que hay en tu colegio [los grupos de la asociación se organizan en torno a los centros de las Hijas de la Caridad], pero vas creciendo y poco a poco vas asumiendo responsabilidades sin saber muy bien qué asumes. En mi centro hacíamos campamentos de verano, empecé a ir como monitora y luego, con muy poca formación -e insiste en que “esto no se debe hacer”- fui catequista, empecé a acompañar a otros niños y jóvenes”. De presidenta de centro pasó a presidenta diocesana, luego provincial y ahora presidenta nacional, “porque decidí que podía complicarme un poco más la vida”. Lo dice entre risas, pero acepta con total conciencia que, para ser coherente con todo lo aprendido, no queda más opción que ponerse en disposición de acudir a donde Dios llama. Algo, por otra parte, cada vez más difícil para los chavales de hoy en día.

jmv-4Minerva Montoro, laica de 29 años, miembro del Consejo Nacional de JMV y con una experiencia similar a la de Irune, lamenta que a los jóvenes les cueste tener responsabilidades: “La sociedad los ha hecho jóvenes light, los ha educado en que todo es muy fácil. No les cuesta nada adquirir lo que sea, y si les cuesta, lo dejan y van a por otra cosa. Por eso, ante una asociación como ésta, donde tienes que ofrecerlo todo desde la gratuidad y el servicio, donde sabes que lo que haces no te va a reportar nada a cambio… eso es difícil de asumir”.

El momento más delicado es cuando el joven cambia de colegio para cursar el Bachillerato o cuando empieza la universidad: “Cambia de ambiente, de perspectiva y de objetivos, y en ese nuevo proyecto le es difícil encajar este estilo de vida. Muchos esperan hasta la Confirmación y luego abandonan”, explica Minerva.

jmv-5Todos estos problemas se afrontan, sin embargo, sin derrotismo. “Sí existe el miedo por el relevo generacional. Pero es una preocupación normal -aclara Irune- de cómo hacer, cómo fomentar, cómo animar a que los jóvenes no vean esto como una carga, sino como una labor muy bonita en la que no te llevas nada pero te llevas muchas cosas, porque creces, compartes, te haces más y mejor persona”.

El análisis de los consagrados es similar, tanto en las dificultades como en las soluciones. El religioso paúl Juan José González, director nacional de la asociación, señala que “todos estamos un poco preocupados por el tema de la pastoral con jóvenes, es la preocupación sana que hay en la Iglesia por este ámbito. En general, estamos muy apoyados por nuestras congregaciones, que a veces incluso tienen que frenarnos un poquito, porque la asociación está asumiendo compromisos a nivel social, proyectos serios como el ‘Centro Contigo’ en la Línea de la Concepción, o las tres comunidades de jóvenes misioneros en el Tercer Mundo… Son temas sobre los que estamos discerniendo actualmente”.

cartel-jmvLa JMV acaba de inaugurar, por así decirlo, una nueva etapa, tras la renovación de sus estatutos en la última Asamblea General Nacional (el pasado marzo), principalmente relativos a cuestiones de organización interna. A corto-medio plazo, encaran una nueva edición del característico encuentro en Benagalbón (Málaga), del 14 al 18 de julio, que enlaza con la Escuela Benagalbón (19-26 de julio), un destacado ámbito formativo con estudios en teología, Biblia, moral, espiritualidad, animación de grupos, claves de maduración humana, catequesis, acción social y voluntariado, educación en el tiempo libre…

Para el futuro, los dirigentes de JMV esperan seguir siendo “un camino de comunión” y “un instrumento de Dios en la vida común de muchos jóvenes”. Sor Esther Seoane, delegada nacional, desea: “Que los adultos de la asociación, paúles, Hijas de la Caridad y asesores [personas que, tras cumplir los 30 años, siguen como acompañantes] sigamos ofreciendo con nuestra vida un mensaje, y que en torno a nosotros pueda haber siempre jóvenes, que son los que dan la alegría, la belleza, el color y la esperanza a la Iglesia y al mundo”. 

Del Fórum a la JMJ

jmv-6La significatividad y la experiencia de JMV en todo tipo de actividad pastoral con jóvenes les supone el aprecio y el reconocimiento de distintas instancias eclesiales (Conferencia Episcopal, Foro de Laicos, etc.), que piden su apoyo y presencia en muchas ocasiones. Por ejemplo, en la organización del Fórum de Pastoral con Jóvenes del pasado noviembre que, según Irune Fernández, era “una necesidad. Viendo la cantidad de organizaciones que estamos reunidas ahí, pienso en todos los que somos y que podríamos estar más unidos, sin tanto ‘con mi huequecito me basta'”. Una de las conclusiones de aquel fin de semana fue “que no se haga nada para nosotros sin nosotros”, una idea que Irune ve crucial: “La Iglesia tiene que aprender aún mucho, con orejas bien abiertas a lo que los jóvenes están demandando. Y todos tenemos que asumir nuestro papel”. La reflexión la comparte sor Esther, que asegura que “si hay laicos, y gente en general, con ganas de implicarse en la Iglesia, espacio hay”.

De cara a la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, la asociación está plenamente dispuesta a colaborar. De hecho, ya les han solicitado ayuda, y Juanjo González espera que, “aunque la diócesis de Madrid es muy potente, supongo que contará con los movimientos y asociaciones juveniles”.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

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