‘La economía no funciona sin un elemento ético’

El cardenal Amigo indaga en las causas de la crisis y pide una pastoral renovada

oriental-cosiendo(M. Á. Malavia) El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, acaba de publicar la carta pastoral Derechos sociales y caridad política. Una renovada pastoral obrera, dirigiéndose a establecer los “nuevos caminos de evangelización” apropiados a los retos que el mundo del trabajo presenta en la actual crisis. En la misiva, el prelado define el trabajo como “una manera particular de participar en la obra creadora de Dios”, siendo un generador de paz y justicia. Sin embargo, el peligro llega cuando, “en lugar de relaciones de comunión fraterna, el afán desmesurado de poseer provoca situaciones de explotación y dominio, y estilos de vida que deshumanizan”. Es así como “el trabajo puede convertirse en causa de injusticia” y de “infelicidad para el hombre”. 

Indagando sobre las causas de la crisis, el cardenal llama a “desenmascarar su raíz moral”. Citando a Benedicto XVI, denuncia “un déficit de ética en las estructuras económicas”, pidiendo “renovar el sistema económico desde dentro”, pues es allí donde está “el verdadero núcleo de la crisis”. Con el Papa, concluye que “la economía no funciona si no lleva consigo el elemento ético”. 

¿Cómo se puede hablar de Evangelio en un ambiente marcado por un expediente de regulación de empleo? ¿Cómo presentar a Cristo-Salvador en la angustia de quedarse sin trabajo?”, se pregunta Amigo. Y, a continuación, responde que la Iglesia, “pese a la menor incidencia de lo religioso en el ambiente cultural, social y laboral, no debe renunciar a una legítima presencia allí donde se encuentren unos hombres y unas mujeres que tienen derecho a conocer el Evangelio”. 

Sin fanatismo

Eso sí, el cardenal marca el camino en que la fe ha de ser mostrada al mundo: sin “fatalismo”, “fanatismo”, “subjetivismo” o “integrismo”. Tales “obstáculos” sólo pueden ser solventados desde la “convicción”: “La fe no se impone, se ofrece en una relación de libertad entre Dios y el hombre”. Aclarado este punto, incide nuevamente en que “la fe no desprecia la realidad del mundo, sino que ayuda a la construcción más justa de todo lo creado”. Fruto de ese “compromiso histórico” con el mundo, la religión debe luchar también por separar laicidad y laicismo para no ser “desplazada a la vida privada de los ciudadanos”, llegándose incluso a “negar su posible existencia como realidad social”. 

Así, “sin imposiciones” y con “libertad”, es como los católicos -ciudadanos- podrán “ejercer su derecho a interesarse positivamente por todo cuanto atañe al bien común” y proponer “la doctrina social de la Iglesia en el mundo del trabajo”. 

En el nº 2.659 de Vida Nueva.

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