Repartiendo vida y esperanza

Lo que la prensa no contó de la Iglesia  que visitó el Papa en África

iglesia-africa-1(Texto y fotos: J. C. Rodríguez Soto) En la remota aldea de Mapourdit, en el sur de Sudán, se respira polvo y sequedad. Con apenas cinco meses de lluvia al año y 50 grados a la sombra, sus habitantes sobreviven a base de leche de bóvido en este lugar donde sólo a veces hay cosechas muy irregulares de sorgo. Hasta hace no mucho se respiraba aquí, además, el miedo de la guerra que azotó el sur de este país de 1983 a 2005 (además de su primera fase de 1956 a 1972) y que causó dos millones y medio de muertos. “Durante nueve años operábamos en una tienda de campaña y nuestros pabellones eran cabañas con techo de paja porque un tejado metálico nos habría convertido en blanco de los bombarderos Antonov del ejército de Jartum”, explica el hermano Rosario Ianetti, de 40 años, director del hospital de María Inmaculada, el único que funciona en varios cientos de kilómetros a la redonda. Hoy tiene 100 camas, servicios como maternidad y leprosería, realiza campañas de vacunación y educación sanitaria en poblados remotos y, en mayo, pondrá en marcha la primera escuela de enfermería de esta extensa región del país.

iglesia-africa-2Cuando el hermano Rosario termina sus 12 ó 13 operaciones diarias se retira a cenar y dormir en la comunidad de religiosos combonianos donde concluye el día comentando las incidencias de la jornada con sus tres jóvenes compañeros de misión: dos sacerdotes (uno de México y otro de Togo) encargados de la parroquia, y un hermano portugués que, además de enfermero, se encarga de la administración del hospital. Los cuatro misioneros viven con gran austeridad en cabañas de barro y paja. En el recinto contiguo viven dos monjas australianas y otra indonesia de la orden de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que llevan adelante una escuela donde estudian 1.400 alumnos. Su directora, la hermana Mary Batchelor, tiene 80 años y celebró hace pocos meses el 60º aniversario de su consagración religiosa. Aún recuerda su momento más duro durante los años de la guerra: “Fue en el año 1996, cuando llegaron los rebeldes del SPLA y querían llevarse a nuestros alumnos para obligarlos a ser niños soldado. Como nos negamos, me cogieron prisionera y me encerraron un mes bajo acusaciones de espiar para el enemigo. ¿Cree usted que yo tengo cara de espía?”, concluye con sentido del humor. Falta le hace para dirigir una escuela donde la mayor parte de sus alumnos caminan dos horas todos los días y sólo pueden pagar las tasas escolares trayendo en la cabeza grandes haces de hierba seca para renovar la techumbre de sus modestas aulas, donde apenas hay pupitres. 

Estos siete misioneros procedentes de los cinco continentes son una pequeña muestra de la presencia de la Iglesia en muchos lugares del África más pobre. Para ellos valdrían las palabras de Benedicto XVI pronunciadas el domingo 29 de marzo: “Allí donde los misioneros, como Jesús, han dado y siguen dando la vida por el Evangelio, se recogen frutos abundantes. Ellos son el grano de trigo que muere y da fruto”. El Papa, con el recuerdo aún fresco de su primer viaje africano que le llevó a Camerún y Angola del 17 al 23 de marzo, ha quedado vivamente impresionado por la labor de una Iglesia muy comprometida en los campos pastoral y social, y que crece más deprisa que en otros continentes. 

Quehacer desconocido

iglesia-africa-3Sin embargo, este quehacer de la Iglesia en África parece haber pasado desapercibido durante la reciente visita papal. El periodista John Allen, uno de los que cubrieron el viaje desde el terreno, lo describía así en el National Catholic Reporter: “Parecía como si el Papa hubiera hecho dos visitas separadas a Camerún: la descrita en la prensa internacional y la que han experimentado los africanos. En muchas partes del mundo, la cobertura ha sido: ‘todo sobre condones, todo el tiempo’, la cual surgió de los comentarios de Benedicto diciendo que los preservativos no son la manera adecuada de luchar contra el sida. En África, mientras tanto, el viaje ha sido un éxito, comenzando por la insistencia con que el Papa declaró que los cristianos nunca deben permanecer callados ante la ‘corrupción y los abusos de poder’. Esto era suficiente para provocar un terremoto en Camerún y pareció animar a los líderes de la Iglesia local. A la mañana siguiente, el cardenal Christian Tumi pidió públicamente al presidente Paul Biya (en el poder desde 1982) que retirara su candidatura para las elecciones de 2011, algo que hasta entonces nadie se había atrevido a hacer”.

iglesia-africa-4Este certero análisis de John Allen destaca dos aspectos que han sido silenciados por la mayor parte de los medios de comunicación mundiales con más poder: que una cuarta parte de los pacientes de sida en el mundo reciben tratamientos y cuidados en hospitales católicos (una proporción que en África es mucho mayor) y también que el Papa dijo en África muchas otras cosas que los africanos estaban deseando oír y que tocan directamente sus problemas cotidianos. Durante un encuentro con los obispos cameruneses, hizo un llamamiento a “defender vigorosamente los valores esenciales de la familia africana” y les invitó a convertirse en “defensores de los derechos de los más pobres” y a trabajar “por la colaboración entre las distintas etnias por el bien de todos”. También en Angola habló Benedicto XVI  de temas sociales y subrayó la paradoja de que, en un país rico en petróleo y otros recursos minerales, la mayoría de la población viva en la pobreza. El Papa pidió que se utilicen estos recursos para favorecer la paz y la unidad entre todos sus habitantes, haciendo referencia a la superación de la guerra que devastó el país entre 1975 y 2002. Al final de su visita pidió también a los dirigentes africanos que centren sus esfuerzos en la lucha contra la pobreza.

Infinidad de iniciativas

iglesia-africa-5Si éstas y otras muchas palabras del Papa en Camerún y Angola han pasado desapercibidas para las grandes agencias de noticias, peor suerte ha corrido el Instrumentum Laboris (documento de trabajo) para el Sínodo Africano sobre Justicia, Paz y Reconciliación que se celebrará en Roma en octubre y que Benedicto entregó en Yaundé a los presidentes de las 52 conferencias episcopales de África. El documento, de 62 páginas, que servirá de base a las deliberaciones de los obispos africanos, condena lacras como el tráfico de armas, las violaciones de los derechos humanos por parte de muchos dirigentes africanos y denuncia la actividad de las “multinacionales que invaden el continente para apropiarse de sus recursos naturales, aplastando a las sociedades locales, comprando miles de hectáreas de terreno y expropiando a los pueblos de sus tierras con la complicidad de los dirigentes africanos”. También critica la introducción de las semillas modificadas genéticamente, que, según el documento, hace que los campesinos se vuelvan dependientes de las multinacionales que las comercializan.

Este documento hará que el próximo mes de octubre reciban un gran impulso infinidad de iniciativas puestas en marcha por la Iglesia africana en favor de la paz y de los derechos humanos en un continente donde la mayor parte de sus algo más de mil millones de habitantes vive con menos de un dólar al día. Aunque posiblemente para buena parte de la prensa internacional esta labor no merezca apenas atención, muchos millones de africanos que se benefician de ella nos contarían -si alguien les preguntara- una historia muy diferente.

LOS FRUTOS DE UNA ENTREGA AL EVANGELIO

  • iglesia-africa-6Labor educativa de los salesianos en Sudán. Algo más de 1.200 salesianos trabajan en 42 países de África, donde tienen 117 escuelas primarias y secundarias, 85 escuelas técnicas y 123 centros juveniles. En Sudán están presentes en cinco ciudades. En Jartum acogen a cientos de condenados en prisiones juveniles y les ofrecen cursos de formación profesional. En su escuela de Wau atienden en sus aulas y dan cobijo a 400 niños que han huido de la guerra de Darfur. En Juba, donde miles de personas se han reasentado recientemente tras muchos años de guerra, está en marcha la construcción de un gran complejo educativo y de ocio que ayudará a miles de jóvenes sin recursos a acceder a una educación de calidad que no encuentran en ningún otro sitio. En Tonj, los salesianos y salesianas (indios y de varios países africanos) tienen dos escuelas con más de 2.000 alumnos y un dispensario donde atienden a más de 50 personas diariamente.
  • Centro de Jóvenes Kamenge. Desde 1994, este Centro, situado en las afueras de Bujumbura (la capital de Burundi) y llevado adelante por los misioneros javerianos, se ha convertido en un lugar de encuentro y reconciliación entre jóvenes de las etnias hutu y tutsi, que incluso durante los años de la guerra acudían a él para utilizar su biblioteca, hacer deporte, participar en foros de discusión y recibir cursos de informática. En 2003 recibió el premio Right Livelihood (conocido como el Nobel alternativo) por su labor a favor de la paz.
  • Centro de Reflexión Teológica Lusaka. Dirigido por el jesuita surafricano Peter Henriot, desde hace varios años es el “think tank” más influyente de Zambia. Hace poco tiempo, el Gobierno de este país rechazó la introducción de alimentos modificados genéticamente después de que un estudio realizado por este Centro concluyera que la misma tendría consecuencias negativas para la soberanía alimentaria del país.
  • Escuela Santa Mónica. Hermanas del Sagrado Corazón. Gulu (Uganda). Desde 2002, cientos de muchachas convertidas en niñas soldado y esclavas sexuales por la guerrilla que ha asolado el norte del país, han aprendido en este Centro un oficio como parte para la superación de sus traumas. La directora del centro, la hermana Rosemary Nyirumbe, recibió el año pasado el galardón que otorga la cadena norteamericana CNN a los “héroes” que luchan contra la pobreza.
  • iglesia-africa-7Mediación y pacificación en conflictos. Tras 17 años de guerra que se cobró la vida de más de un millón de personas, en 1992 se firmó la paz en Mozambique entre el Gobierno de este país y los rebeldes de la RENAMO. El acuerdo fue posible gracias a la mediación del obispo de Beira, Jaime Gonçalves, y el apoyo de la Comunidad de San Egidio. También en el norte de Uganda, el arzobispo de Gulu, John Baptist Odama, ha mediado -junto con otros líderes religiosos protestantes y musulmanes- entre el Gobierno y la guerrilla del LRA, consiguiendo en varias ocasiones un alto el fuego que ha permitido a cientos de miles de desplazados volver a sus hogares. 
  • Defensa de los derechos humanos y denuncia de injusticias. Desde el comienzo de la guerra en la República Democrática del Congo, en 1996, los obispos de este país han escrito numerosas cartas pastorales donde han denunciado la connivencia de intereses económicos internacionales en la perpetuación de este conflicto que ha costado la vida a cinco millones de personas. La claridad de sus posiciones costó la vida al arzobispo de Bukavu, Christophe Munzihirwa, tiroteado por las milicias pro-ruandesas en 1996, que también asesinaron a cuatro hermanos maristas españoles algunos días después.
  • Ayuda a los enfermos de sida. La Iglesia en África lucha contra esta pandemia desde varios frentes: sensibilizando a la población para que no discrimine a las personas infectadas de VIH, informando sobre las causas de transmisión de esta enfermedad y formando en valores para una sexualidad digna de la persona, proporcionando tratamientos antiretrovirales, evitando la transmisión del virus de madre a hijo durante la gestación y dando apoyo social a los enfermos sin recursos. Hay infinidad de centros especializados, entre los que destacan el Mattew 25, en la diócesis de Koforidua, en Ghana, el Outreach Centre, de la parroquia de Mbuya, en Kampala (Uganda) y el Nouvelle Esperance, en la parroquia de los Padres Plancos en Bujumbura (Burundi).

jcrsoto@vidanueva.es

    En el nº 2.655 de Vida Nueva.

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