Más de medio siglo de guerra contra el hambre

La organización católica Manos Unidas cumple cincuenta años

(Texto: Victoria Lara- Fotos: Manos Unidas) El 2 de julio de 1955, la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) hacía público un manifiesto en el que se comprometía a poner su capacidad de movilización y sensibilización al servicio de la lucha activa contra el hambre en el mundo. En España, un grupo de Mujeres de Acción Católica hizo suyo el contenido de dicho documento, propusieron un día de ayuno voluntario, e hicieron un llamamiento para combatir el hambre, poniendo en marcha así la primera Campaña Contra el Hambre, que fue el germen de la organización Manos Unidas. El manifiesto de la UMOFC concluía con esta frase: “Declaramos la guerra al hambre”, una “guerra” que  inició Manos Unidas hace 50 años y que, desgraciadamente, hoy continúa, aunque a lo largo de este tiempo se ha conseguido sacar de la pobreza absoluta a millones de personas.

En la últimas cinco décadas el mundo ha evolucionado mucho, y de igual forma le ha ocurrido a Manos Unidas, como también ha cambiado la sensibilidad de la gente hacia los más necesitados. Caridad Roa, que lleva como voluntaria en la organización cerca de 40 años, es una de las más veteranas y ha sido testigo de esta evolución: “Al principio era una cosa un poco rara colaborar con una organización como Manos Unidas. Hoy en día hay muchas ONG y mucha colaboración. Manos Unidas empezó como un grupo pequeño y hoy en día es una entidad muy fuerte en toda España. Eso significa que la gente está colaborando y que si tienen un rato libre lo dedican a ayudar a otras personas que viven en zonas donde no lo están pasando tan bien”.

El trabajo dentro de Manos Unidas está mucho más organizado y estructurado que al principio. Además de las acciones de sensibilización que se realizan en España –de las que se ocupan las diferentes delegaciones repartidas por todo el país–, existe un grupo importante de personas trabajando en todo lo relacionado con la financiación de los proyectos. Se han creado diferentes departamentos, dedicado cada uno de ellos a una zona del mundo especialmente necesitada: Asia, África, América Latina y Oceanía. En las distintas áreas se eligen los proyectos a realizar –que están elaborados por las personas del Tercer Mundo que solicitan la colaboración de Manos Unidas–, se estudian y, una vez aprobados, se lleva un seguimiento de su realización.

Se sigue llamando Campaña contra el Hambre, pero su objetivo final no es el de limitarse a dar una simple aportación económica. “Creemos que la lucha contra el hambre sólo se puede hacer ayudando al desarrollo de estos países, no sólo dándoles continuamente una ayuda, sino facilitándoles que sean ellos mismos también quienes puedan salir adelante”, señala Caridad Roa, quien, a sus 82 años, sigue viajando a las zonas en las que la organización lleva a cabo su labor. Ahora se ocupa del estudio de proyectos en el sur de la India, pero también fue durante algún tiempo coordinadora del departamenteo de Asia, durante otra temporada estuvo en el área económica e incluso fue vicepresidenta. “Manos Unidas me aporta una satisfacción enorme, porque a lo largo de estos años he visto que el trabajo que hemos realizado ha sido beneficioso para esta gente. Aparte, he conocido gente maravillosa”, asegura Caridad, quien está convencida de que “de muchos granos de arena se hace una playa”.

Importancia del voluntariado

Cuando uno tiene la oportunidad de charlar con varias personas que pertenecen a la organización, saca la conclusión de que parte de la “culpa” de que Manos Unidas sea lo que es hoy, la tienen sus voluntarios, en este caso voluntarias, porque la mayoría son mujeres. El cariño y las ganas que ponen en todo lo que hacen son evidentes. Cristina Redonet es una de esas voluntarias. Entró hace 9 años y ahora es la coordinadora del departamento de África: “Es una ONG que mantiene mucha honradez con respecto a sus criterios de colaboración y de ayuda, y una honestidad que me merecen todo el respeto”.

Cristina nos habla del continente africano, que tan bien conoce y que es uno de los principales focos de actuación de Manos Unidas: “Es un continuo tsunami, no porque los africano sean capaces de salir adelante, que sí lo son, sino porque existen una serie de factores que les abocan a veces a los desastres: lluvias torrenciales, sequías que provocan hambrunas, las grandes distancias, la no incorporacion de la mujer al mundo activo (…) Pero no me gusta transmitir una imagen negativa de África, porque es un continente con una gran riqueza natural –aunque no todos tienen acceso a ella–, con un potencial fantástico y que sólo necesita que nos fijemos en él”.

Cristina Fernández Alcázar entró en Manos Unidas hace seis años y ocupa el cargo de vicedelegada en Huelva. Pertenece a otra generación de voluntarios, mucho más jóvenes, pero con las mismas inquietudes que los más veteranos: “Cuando empecé a tomar contacto con Manos Unidas, me encontré con un grupo de mujeres maravillosas que trabajaban de forma voluntaria diariamente por combatir el hambre en el mundo. Fueron muchas las cosas que me engancharon a esta organización, pero el espíritu católico y la forma de trabajar tanto aquí como en el Sur fueron decisivas”.

Tratar de sintetizar los logros de 50 años de trabajo es difícil, tal y como reconoce la actual presidenta de Manos Unidas, Begoña de Burgos, pero lo que sí puede decir es que “la solidaridad de los españoles ha mejorado la vida de muchas personas, por lo que hay razones para la esperanza”. Ama la organización, aunque su mayor deseo, como el de otra mucha gente, sería la desaparición de Manos Unidas “porque nuestra labor ya no fuera necesaria”. Aunque no se atreve a dar una cifra concreta de las personas a las que han podido alimentar durante las últimas cinco décadas, se calcula que anualmente su acción puede beneficiar a unos 5 millones de personas. 

Y para muestra, un botón. La cifra provisional de ingresos del año 2008, pendientes de la Auditoría y de su aprobación por parte de la Asamblea General, es de 53,6 millones de euros, de los cuales, un 77,5% procecen del sector privado y un 22,5% del sector público. En dicho ejercicio se aprobaron 774 proyectos nuevos de desarrollo, con un presupuesto de 49,3 millones de euros, que beneficiarán a más de 6,7 millones de personas.

Caridad Roa ha podido ver en primera persona algunos de los logros que se han conseguido gracias a la generosidad de los españoles: “Desde los primeros viajes que hacíamos hasta ahora, la verdad es que la imagen de estas zonas ha cambiado mucho. Todavía hay áreas en las que hay que seguir trabajando, lo que supone por lo menos un 75%. Vemos que va mejorando la situación allí y que la gente, al menos, puede vivir un poco mejor gracias a la ayuda de Manos Unidas desde España”.

Quienes deseen ver con sus propios ojos la labor que realiza esta organización católica, van a tener la oportunidad de hacerlo muy pronto. Con motivo de su 50 aniversario, la entidad prepara una serie de actividades, entre las que destaca la exposición Cincuenta años de Manos Unidas, que recorrerá España durante 2009 y 2010. Otra de las acciones puestas en marcha para conmemorar el aniversario es la edición de un libro que recoge la historia de la organización desde sus inicios hasta nuestro días. Pedro Escartín, vicario general de la Diócesis de Barbastro-Monzón y consiliario de la Acción Católica General, es el autor de la obra, que lleva por título Declararon la guerra al hambre. Cincuenta años en la vida de Manos Unidas. También se ha preparado un video conmemorativo, realizado por Julián del Olmo, sacerdote, periodista y director del programa Pueblo de Dios, de TVE.

Campaña 2009, un “proyecto de todos”

Con el lema ‘Combatir el hambre, proyecto de todos’, lanza Manos Unidas su campaña 2009. En esta ocasión, se trabajará en la consecución del primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”, en un mundo en el que más de 900 millones de personas padecen hambre crónica. Con este motivo, el domingo 8 de febrero, se celebra una Misa en la madrileña Catedral de la Almudena, oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y concelebrada por el obispo consiliario de Manos Unidas, Juan José Omella. Asimismo, como es tradicional, Manos Unidas ha fijado el viernes 6 de febrero como día del Ayuno Voluntario, como símbolo de solidaridad con las personas que, por necesidad, ayunan durante todo el año en el mundo.

En el nº 2.647 de Vida Nueva.

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