Joan-Enric Vives: “La vida en Gaza discurre bajo el signo de la Cruz”

El obispo de Urgell ha estado en Tierra Santa con una delegación de prelados europeos y norteamericanos 

(Miguel Ángel Malavia) Desde 1998, visita anualmente Tierra Santa como miembro de una delegación de obispos europeos y norteamericanos. Acaba de llegar hace unos días de su última visita, ¿cómo ha evolucionado la situación de los cristianos allí? 

Siempre es compleja, pues están situados en diversos territorios, muy fraccionados entre sí. Unos están dentro de Israel, otros en los territorios ocupados de Cisjordania (West Bank) y la Franja de Gaza, y también en Jordania, Siria, Líbano, Egipto… De ahí que todo sea más difícil a la hora de mantener relación con las distintas autoridades y, a la vez, con diferentes legislaciones. Quieren vivir en su tierra pero los problemas son muy numerosos, el principal la falta de perspectivas de futuro en paz, así como el de la emigración, las familias separadas y la complicación para obtener visados para moverse entre las fronteras. 

Entonces, el sentimiento de muchos cristianos, como el del resto de la población, es el de la opresión. 

Lógicamente, quieren vivir en libertad y es muy difícil. Mucha gente, cansada ya, quiere emigrar para buscar un futuro con más posibilidades. Pero también esto les es complicado. La vida cotidiana para los árabes cristianos no es nada fácil por injusticias como el muro israelí, la confiscación de tierras, la pérdida de los acuíferos, la dificultad para ver un futuro de paz y prosperidad para su pueblo. Allí la vida discurre bajo el signo de la Cruz, acompañando a Cristo crucificado en la tierra en la que fue crucificado. 

La visita de este año coincidió con la invasión de Gaza por el ejército de Israel.  

La guerra abierta en Gaza ha sido rechazada por la ONU en su resolución 1.860, donde exige un alto el fuego, aunque EE. UU. se abstuvo. Creo que los ataques con cohetes de Hamás, y la respuesta tan desproporcionada de Israel han sido injustos, siendo ante todo una tragedia para la población civil. Hay que condenar las provocaciones de Hamas, pero Israel ha hecho un daño inmenso a la población palestina, que creará grandes dificultades en el próximo futuro. Ha llegado la hora de que, entre todos, hagamos un análisis más reflexivo y sosegado sobre lo que significó la victoria electoral de Hamas, observándola con mayores matices. Hay que distinguir a los terroristas de los que se solidarizan con ellos y de los que les votaron para cambiar las cosas y castigar lo que consideraban corrupciones  de Al Fatah -partido fundado por Arafat y que se mantiene en el poder en Cisjordania-. La sociedad palestina debe encontrar maneras de reclamar un estado propio, lo que considera justo, pero con medios pacíficos. Israel tiene todo el derecho a existir, debiéndose valorar el sentimiento de paz que también se da en la sociedad hebrea. Todos deben encontrar el camino del diálogo, como ha defendido Benedicto XVI. Israel tiene derecho a vigilar la seguridad dentro de sus fronteras, pero a su vez tiene que comprender que Palestina también desea vivir en un estado, seguro y en paz. La oferta por parte de la Liga Árabe de reconocer a Israel si se aviene a aplicar todas las resoluciones de la ONU debe de ser tenida muy en cuenta, así como la presión de la comunidad internacional para un desarme real.  

¿Cómo valora la acción del resto de países y potencias? ¿Ha sido efectiva? 

Quiero destacar y reconocer el trabajo llevado a cabo por las diplomacias española y francesa, sin olvidar  a la Unión Europea, los EE. UU. y la ONU y, más recientemente, Egipto, Siria y Turquía. Pero la comunidad internacional debería actuar con una sola voz, y muchas esperanzas están puestas en la nueva Administración americana. Ese sería el modo eficaz de presionar a palestinos e israelíes para que encuentren soluciones pacíficas y pacificadoras de tantos odios acumulados. La tragedia de Gaza pesará y dificultará el camino, pero debemos tener confianza y orar para que se superen los odios y se retome el camino del diálogo y la negociación para una paz honorable. El futuro sólo puede estar en una paz negociada. Tampoco hay que olvidar que la Ciudad santa de Jerusalén debe gozar de un estatuto libre para las tres grandes religiones monoteístas, también la cristiana. Tenemos derecho a estar y ser de Jerusalén. 

A pesar de ser un conflicto complejo y ya secular, ¿piensa que en España se apoya casi en exclusiva a los palestinos en detrimento de Israel?

La sociedad española está comprometida por la paz y por eso ha clamado contra la barbarie de estos ataques tan desproporcionados. Pero también valora el drama histórico del pueblo judío, con un sentimiento especial hacia el Holocausto, para que nunca jamás pueda repetirse. El Holocausto nos previene ante el odio y el desprecio de los demás seres humanos. Por eso mismo creo que el Estado de Israel debe aceptar las críticas legítimas a las acciones de su ejército o de su gobierno. Sin dejar de valorar las voces que dentro de Israel claman por la paz, y están muy cansados de una guerra que dura ya 60 años. Los terroristas deben parar los lanzamientos de cohetes al territorio israelí. Eso lo ve la sociedad española, pero también pienso que quiere manifestarse claramente contra la guerra a una población indefensa que vive en un territorio bloqueado desde hace años, y que es como una inmensa cárcel de la que nadie puede huir. Bombardear con fósforo y destruir los víveres, según afirmó la ONU, tantos niños incluso bebés masacrados, no puede afirmarse que tiene a Hamas como causa única; es una falacia. Gaza destruye también la grandeza moral de Israel.

A su vuelta, los obispos que estuvieron en Tierra Santa han publicado un mensaje muy claro.

De él destacan tres puntos fundamentales. El primero es clamar por la paz, la ayuda humanitaria y la reconstrucción de lo arrancado a una sociedad tan débil. Y los cristianos hemos de ser los primeros en situarnos al frente de esta tarea. Lo segundo es demostrar a las comunidades cristianas que no están solos, animando a continuar las peregrinaciones y las ayudas a escuelas y comunidades. Los Santos Lugares son seguros y debemos visitarlos y tener confianza. Y en tercer lugar, ser solidarios con todos los que allí sufren, y aportar nuestra ayuda y comunión a través de escuelas y parroquias.  

¿Qué imagen o historia ha sido la que más le ha impactado de la guerra? 

El párroco católico de Gaza, Mons. Manawel Musallam, nos habló de la muerte de una feligresa, Cristina, una niña de 14 años que murió literalmente de miedo. El corazón se le paró por el terror sufrido. Deberemos hacer un gran esfuerzo por recuperar la estabilidad psicológica de todas las víctimas, especialmente de los niños. Y la de una mujer cristiana de Gaza, que ayudó a una viuda musulmana con tres hijos, sin nada, que acababa de perder al marido y a sus otros tres hijos en un bombardeo, y que reconoció que los cristianos somos así, y por ello la miraba como a su madre. Cada día de los ataques venía a traerle lo poco que a ella le sobraba y le rogaba que lo diese a otras personas necesitadas. Detrás de esta guerra, como siempre, los grandes damnificados son los pobres, las viudas, los huérfanos, los ancianos, los enfermos…

En el nº 2.645 de Vida Nueva.

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