Cambio de guión en las relaciones Iglesia-Estado

(José Lorenzo) La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega ya no tendrá que tomar ningún avión para protestar directamente ante el Vaticano por las críticas de los obispos españoles al Gobierno socialista. Tras la recepción que por más de una hora, y a modo de despedida antes de su partida para Roma, brindó el presidente Zapatero al nuevo prefecto para el Culto Divino, el cardenal Antonio Cañizares, el pasado día 7 en La Moncloa, el Gobierno tiene hilo telefónico directo con el español que ostenta el más alto cargo en la Curia vaticana y, que, además, tiene a gala contarse entre los amigos de Benedicto XVI.

La fotografía de ambos, cara a cara, ha tenido un efecto  importante. Frente a frente estaban dos hombres que encarnaban posturas diametralmente opuestas. Zapatero rendía honores a quien era considerado uno de los principales arietes contra su política educativa y social. A su vez, y a la vista del despliegue con el que algún medio cubrió la noticia, costaba ver en Zapatero al masón que perseguía a la Iglesia pocas semanas antes. Su gesto para con el cardenal Cañizares era saludado ahora como el propio de un estadista. Y la foto, un sello que imprimía un giro en las tormentosas relaciones Iglesia-Estado de los últimos cinco años. Apenas un año antes, otra foto, ésta del nuncio Monteiro con Zapatero, a las puertas de la Nunciatura para tomarse el famoso “caldito”, le valió al representante papal duras y poco diplomáticas críticas de esos mismos medios. Pero ambas instantáneas han contado con el plácet vaticano.

Otra tercera foto servirá para dar más impulso a lo que se pretende que sea un cambio de guión en las relaciones de los socialistas con la Conferencia Episcopal: la de Zapatero con el secretario de Estado Bertone en su visita a España los días 3, 4 y 5 de febrero, quien será recibido por el Rey. El Vaticano está empeñado en rebajar la tensión entre ambas instituciones, lo que no significa que ni en la Santa Sede ni en Añastro vayan a aceptar sin rechistar la reforma de la ley del aborto ni la de la libertad religiosa. Y al Gobierno -que se entendía mejor con el anterior presidente del Episcopado, Ricardo Blázquez, que con el actual, el cardenal Rouco– no le interesa tener a la facción del catolicismo que apuesta por la “reacción-movilización” de nuevo en las calles. La primera Misa por la Familia en la madrileña Plaza de Colón aún le escuece a Zapatero.

Quienes han echado en falta a una tercera personalidad en la foto de La Moncloa y creen que su tiempo ha pasado ya, se equivocan. El papel que se le ha impuesto tendrá recompensas y volverá a salir en el encuadre.

En el nº 2.644 de Vida Nueva.

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