El cardenal Bertone vendrá a España en febrero

Mantendrá sendos encuentros con el cardenal Rouco y el presidente Zapatero

(Juan Rubio) El cardenal Bertone, secretario de Estado del Vaticano, vendrá a España en el mes de febrero y no en marzo como estaba previsto. Acabada la Navidad, Moncloa ha empezado a planear su trimestre con la Iglesia. Primero la visita de Cañizares, ahora la visita de Bertone. Hay muñidores que desean romper el hielo en las complicadas relaciones entre Moncloa y Añastro cuando Moncloa-Vaticano funcionan bien. Bertone viene a poner concordia. Lo logrará. Es un encargo personal del Papa ante las sucesivas quejas que llegan hasta el Vaticano. La fecha se está estudiando por parte de un número reducido de personas tanto de la Secretaría de Estado como de Moncloa. Una vez concluido el viaje a México para la Jornada Mundial de las Familias a la que asiste el número dos del Vaticano, se cerrará su agenda de este viaje que hay que situarlo en un deseo por ambas partes de aquietar los revueltos ánimos entre las dos instituciones en España.

Algún que otro acto del Arzobispado de Madrid, un encuentro en la Conferencia Episcopal Española y también un encuentro con el Gobierno. La fecha está por confirmar pero todo apunta a que será en el mes de febrero. Todo pasará por no desairar al cardenal Rouco; razón por la que habrá acto en el Arzobispado y acto en Moncloa, sin olvidar la llamada de atención a los obispos. En Roma existe la preocupación no sólo por las leyes que se aprueban en el Parlamento español. También hay preocupación por la sensación de división en la Iglesia española. Bertone viene a decir que lo de la división es como el frío. Hay sensación de frío, pero la verdad es que el termómetro lo desmiente. Un ejercicio de comunión y de unidad a la vez que de diálogo es lo que se busca.

Muchos temas en cartera. Los obispos nada saben oficialmente de esta visita y en breve recibirán una invitación oficial para el acto que se prepara. A la vuelta de los Ejercicios Espirituales. Todo a la vuelta de México. En el arzobispado de Madrid mutismo absoluto. El cardenal Rouco quiere aprovechar la visita y lo hará porque tiene pericia para ello. Y no pasa nada. En el Gobierno, prudencia, aunque todo se está preparando desde la Embajada Española cerca de la Santa Sede. En el pasado encuentro entre el presidente Rodríguez Zapatero y el cardenal Cañizares, nuevo prefecto para el Culto Divino, se habló de la oportunidad de la visita, aunque ya estaba programada y lo que se hizo fue abordar su importancia, aunque se dejó la agenda y sus flecos a detalles de última hora. La visita es un deseo expreso de Bertone que con ella quiere ayudar a suavizar las relaciones entre la Iglesia y del Gobierno español.

Haber rebajado la tensión por parte de la Iglesia por indicación del Vaticano ayudará a que esta visita tenga sus frutos. Bertone, que ya había pedido a España que mediara ante el Gobierno cubano para la devolución a las ordenes religiosas y a la propia Iglesia de los bienes confiscados por la revolución de Fidel Castro hace ahora 50 años, está satisfecho del papel mediador del Gobierno español. Al margen de los temas morales sobre los que el Vaticano será firme, pues afectan a la doctrina, el presidente del Gobierno parece que recibirá al secretario de Estado para formalizar una foto esperada por todos. Ya el nuncio en España Monteiro de Castro recibió al presidente del Gobierno en su sede de Pío XII con el malestar de un núcleo importante de obispos. Ahora el encuentro tendrá el más alto nivel. Como excusa de cara a la galería está la disposición del Gobierno a preparar la vista del Papa dentro de dos años para la Jornada Mundial de la Juventud. Entre bastidores algo que preocupa en Roma: la COPE, la enseñanza, la próxima ley de Libertad Religiosa, la reforma de la Ley del Aborto. Ni al Gobierno le interesa romper con la Iglesia ni a la Iglesia romper con el único gobierno europeo que aún mantiene ayuda a Iglesia. Lo dicen altas fuentes eclesiásticas. No podemos cerrarnos a un gobierno que sigue ayudando, y mucho, a la Iglesia. Es un derecho de la propia Iglesia y reconocerlo es un valor del propio gobierno que no debemos menospreciar sino ayudar a que continúe y aumente, si cabe.

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