Los cristianos de la India siguen temiendo a los extremistas

Las celebraciones navideñas han transcurrido sin incidentes, pero la población sigue desconfiando

(María Gómez) A pesar de las amenazas anunciadas por parte de los fundamentalistas hindúes, y con el triste recuerdo de la violenta Navidad de 2007, la comunidad cristiana de la India ha podido celebrar este año las fiestas navideñas en un clima tranquilo y sin incidentes. La jerarquía católica había pedido explícitamente que las celebraciones fueran “modestas, más bien celebraciones de familia para sentir la presencia de Dios, y no fiestas extravagantes”, explicaba el padre Antony Charanghat, portavoz de la archidiócesis de Mumbai, a la agencia Misna. En un comunicado oficial, el Episcopado pidió a las iglesias que organizaran encuentros de oración interreligiosos y llamamientos contra la intolerancia y el terrorismo, justo cuando se cumplía un mes del terrible atentado en Mumbai que costó la vida a unas 170 personas.

Con estas premisas, y gracias también a las fuertes medidas de seguridad establecidas por el Gobierno, en todas las regiones de la India se han podido vivir estos días con serenidad. Incluso en las más castigadas en los últimos meses. Ni en el distrito de Kandhamal ni en el Estado de Orissa se refirieron problemas de ningún tipo, y en muchos lugares se aprovechó para distribuir comida especial y ropa nueva entre la gente. En Orissa, el arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, Rafael Cheenath ofició la misa del día 25 en la catedral, a la que asistieron miles de fieles en un clima claro de respeto. “Fue sorprendente advertir que no menos de 100.000 personas visitaron la iglesia y saludaron al Niño Jesús en el pesebre, y que muchos no cristianos encendieron velas y rezaron ante él”, narraba fr. Mohan Nayak, vicario de la catedral.

Destacan también las pacíficas celebraciones en los campos de refugiados, donde viven al menos 10.000 personas, informa AsiaNews. La misma agencia recogía el mensaje de la presidenta de la India, Pratibha Devisingh Patil, quien quiso “recordar las enseñanzas de Jesús” e invitó “a todos a difundir su mensaje universal de amor y compasión”, con particular respeto “a la parte desfavorecida de la población”.

Difícil normalización

¿Cabría pensar, con todo esto, que la persecución y los ataques contra los cristianos van a cesar? “Ha sido un signo de esperanza”, pero “queda mucho camino por hacer ahora para normalizar la situación. La población desconfía: demasiada ha sido la violencia en el pasado para olvidar de golpe”. Así lo considera el arzobispo Cheenath, quien en una entrevista a L’Osservatore Romano (edición del 27-28 de diciembre), señala que tampoco hay una confianza plena en la acción del Gobierno: “Se asiste a una lenta acción para afrontar el problema, casi una inercia que amenaza con mantener el clima de intolerancia”. A propósito de las medidas de seguridad de las autoridades, el arzobispo considera que “no garantizan una protección eficaz”. “La gente ahora tiene miedo, y por eso seguimos esperando posteriores intervenciones”, añade. Prueba de ello es que “gran parte de los refugiados prefiere permanecer en los campos, y no piensan volver a sus ciudades hasta que no se sientan seguros”.

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

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