Testimonio desde Gaza: “Que se deje de masacrar a un pueblo entero”

Una voz desde la Franja cuenta para ‘Vida Nueva’ cómo están viviendo los civiles el conflicto entre Israel y Hamas

(Victoria Lara) En la Franja de Gaza, la población civil trata de seguir adelante con su vida cotidiana a pesar de los bombardeos que, desde el pasado 27 de diciembre, mantiene el ejército israelí sobre este territorio, dominado por el grupo integrista palestino Hamas. La situación no es fácil, pues la ayuda humanitaria no llega y a la carencia de alimentos y de combustible se une la falta de medicamentos en los hospitales, que se están quedando sin camas libres para atender al alto número de heridos que está dejando este conflicto. Vida Nueva ha obtenido el testimonio de una mujer que vive en la zona y que prefiere ocultar su identidad: “Nos encantaría que la Comunidad Internacional levantara la voz y exigiera que se deja de masacrar a un pueblo entero”. Espera que esta situación acabe pronto, incluso antes de que empiece el año nuevo, aunque reconoce que “nadie cree en esta posibilidad, esto va para largo”. Asimismo, asegura que la población “vive esta situación con un ánimo y un valor dignos de encomio”.

Cuenta que, ante la trágica situación que está padeciendo el territorio de Gaza, nadie vive estos acontecimientos solo: “Estos días, en los que nadie duerme (los bombardeos son casi siempre después de las 12 de la noche) y en los que el trabajo está parado, pasamos mucho tiempo unos con otros, se va a visitar a la viuda enferma que vive sola, a ver si le falta algo… Pero todo el mundo está al borde de la crisis nerviosa”. Aunque la mayoría de las bombas que lanzan los aviones israelíes apuntan a centros oficiales se pregunta: “¿Y los edificios colindantes con los centros oficiales? Tantas casas casi destruidas, tantos heridos civiles, mujeres y niños, y tanta gente sin tener nada que llevarse a la boca”.

Según las autoridades palestinas, más de 350 personas han muerto y más de un millar han resultado heridas en la Franja de Gaza desde que Israel iniciara una ofensiva militar con el pretexto de detener las acciones hostiles de Hamas, después de que el pasado 19 de diciembre se pusiera fin a la tregua que ambas partes firmaron en junio de 2008. Sin embargo, a medida que han transcurrido los días, representantes del Gobierno israelí han anunciado que la operación, calificada por el ministro de defensa, Ehud Barak, como “guerra hasta el final”, “se ampliará y profundizará tanto como sea necesario”. Desde el lado palestino, las milicias de Hamas también han continuado disparando cohetes, que han causado varios muertos y heridos, tanto civiles como militares.

Lo cierto es que, a pesar de tratarse teóricamente de una ofensiva militar, y de que el Gobierno israelí haya insistido en que su objetivo no es la población de Gaza, alrededor de medio centenar de civiles han muerto en los bombardeos, según la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos. Los objetivos de los ataques aéreos han sido, fundamentalmente, infraestructuras relacionadas con la organización integrista palestina, como el Ministerio del Interior y la Universidad Islámica; pero también mezquitas, almacenes, casas y oficinas. Al cierre de esta edición, se barajaba la posibilidad de que el ejército israelí iniciara una operación terrestre, ya que el Gobierno de Ehud Olmert ha aprobado la llamada a filas de más de 6.000 reservistas. Se habla de que el ataque israelí es el más violento lanzado sobre Gaza desde la guerra de 1967. Una situación que comenzó tan sólo dos días después de que el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, en su mensaje de Navidad, hiciera un llamamiento a la paz en Oriente Medio y, de forma especial, en la Franja: “Nos dirigimos hacia nuestros hijos y hacia todos los habitantes de estas Tierras Santas, a la sombra de las situaciones que empeoran en Palestina, y especialmente el injusto bloqueo impuesto sobre Gaza y sobre cientos de miles de personas inocentes que viven en ella (…) Llamamos también a los responsables locales e internacionales para llegar, finalmente, a la justa y definitiva paz en Tierra Santa”.

Al día siguiente de iniciarse los ataques, el domingo 28 de diciembre, después del rezo del Angelus, el Papa también hacía un llamamiento urgente a la paz en la zona. “Imploro el fin de la violencia, que hay que condenar en todas sus manifestaciones, y la reanudación de la tregua en la Franja de Gaza. Pido una prueba de humanidad y de sabiduría en todos aquellos que tienen alguna responsabilidad en esta situación”, pidió Benedicto XVI. Al mismo tiempo, manifestó su pesar por los acontecimientos: “Estoy profundamente apenado por los muertos, los heridos, los daños materiales, los sufrimientos y las lágrimas de las poblaciones víctimas de esta trágica cadena de ataques y de represalias”. También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha pedido que se ponga fin a la violencia en Gaza.

LA GUERRA DISCONTINUA

(Ramón Armengod– Embajador de España) Nuevamente se registra una punta de máxima tensión en el inacabable proceso bélico entre Israel y el pueblo palestino: el lanzamiento de cohetes palestinos desde la Franja de Gaza al territorio ocupado por Israel ha sido utilizado por el Estado judío para desencadenar un fuerte ataque. Se baraja la posibilidad de ampliación de la acción bélica, aunque la ministra de Exteriores israelí haya declarado que no se busca la ocupación de la Franja, mientras que Hamas incita a los palestinos de Cisjordania a comenzar una nueva “intifada” contra Israel.

Todo ello remacha el fracaso del cuarteto para Oriente Próximo (UE, EE.UU., ONU y Rusia), que no ha conseguido detener la expansión de las colonias ilegales israelíes en territorio palestino, ni incrementar la libertad de movimientos de la población palestina en su propio territorio, ni mejorar la situación humanitaria en Gaza, a pesar de la reunión de Annápolis.

Las elecciones palestinas en 2006 dieron la victoria a Hamas, y el gobierno de Mahmud Abbas, líder del movimiento histórico Al Fatah y presidente de la Autoridad Nacional Palestina, quedó debilitado. Hamas se basa en la ideología islámica como fuente de poder y de cohesión, con un origen en los sunníes Hermanos Musulmanes: Israel se retiró de Gaza para facilitar el acantonamiento de Hamas en este territorio.

Hamas está apoyado económicamente por sus hermanos de creencia en Siria, Jordania, Arabia Saudí y otros países del Golfo, sin descartar la posibilidad de que el chiísmo iraní también le ayude. La derrota de Israel en su enfrentamiento con Hizbollah (verano de 2006), otro movimiento de base islámica, hizo pensar a Hamas que su fórmula podría enfrentarse con el Ejército judío.

Entonces, ¿por qué se ha elegido este momento para que Hamas e Israel se enfrenten? La mayoría de los analistas concluyen que el cambio de presidencia en Washington crea un momento de ausencia de poder equilibrador en la región, ya que Rusia ha sido expulsada de ella e Irán aún no posee poder atómico. Pero, sobre todo, la imagen de Obama como creador de un futuro distinto para EE.UU. puede interpretarse en Oriente Próximo como una revisión de la actitud tradicional de Washington en favor de Israel y de los regímenes árabes conservadores.

Para Israel, cualquier cambio, por pequeño que sea, en la línea política norteamericana para la zona supone un peligro mayor que los movimientos armados como Hamas y Hizbollah, que la amenaza nuclear iraní (Israel posee el arma atómica) y que la del islamismo creciente en el mundo árabe, mientras que los regímenes poco democráticos en Egipto, Arabia Saudí y Siria, a pesar de su apoyo a los enemigos de Israel, no sean derrocados.

Por tanto, es comprensible que el Estado judío quiera enfrentar al presidente Obama con hechos que no le permitan apartarse de la línea clásica pro-Israel de Washington, y que ello influya también en el futuro de Irak e incluso en el de la relación lrán-Afganistán-Pakistán, otro de los grandes riesgos internacionales con los que se va a enfrentar Obama. Ahora bien, aunque éstas sean sus consecuencias, no es fácil aclarar por qué Hamas ha provocado tan oportunamente la reafirmación de fuerza de Israel.

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

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