Vivir la Navidad en medio de la barbarie

Los cristianos indios se enfrentan a las amenazas fundamentalistas hindúes

(Miguel Ángel Malavia) La celebración de la Navidad siempre es un motivo de especial alegría para todo cristiano. Sin embargo, en este 2008, como en todos los anteriores años desde que hace dos milenios una estrella iluminara un humilde establo de Belén, muchos vivirán esta fiesta en medio de un ambiente de terror. Uno de esos contextos de miedo es la India. Desde que, a finales de agosto, fundamentalistas hindúes desataran la persecución contra los cristianos en el estado de Orissa, la situación no ha hecho sino empeorar, contándose ya por centenares los cristianos asesinados, los misioneros y sacerdotes torturados, las monjas violadas, las escuelas y centros de acogida destruidos y las iglesias quemadas. 

¿Cómo afronta la Iglesia en la India esta Navidad? Afortunadamente, este país asiático es la diversidad en sí misma, habiendo otros estados en los que la situación es radicalmente diferente a la de Orissa. Uno de ellos es Nongstoin, mayoritariamente cristiano. En él se encuentra Carmen Sancho, una misionera española que lleva casi cinco décadas allí. Carmen explica a Vida Nueva cómo viven “una verdadera Navidad”: “Son días muy especiales. El pasado día 14 celebramos el Corpus, que aquí tiene lugar cuando se acaban las lluvias. En una impresionante procesión, hubo más de 10.000 personas, llegadas de todos lados. Y a partir del 16 comenzamos la novena de cara a la Nochebuena. Rezamos todos juntos, y luego vamos de casa en casa cantando villancicos. Lo hacemos por la noche, andando por caminos y alumbrándonos con linternas”. El punto culminante se vive con la Misa del Gallo. Su parroquia se compone de 70 pueblos, en un radio de 45 km., y esa noche habrá gente que camine “hasta cuatro horas” para llegar a un punto común. “Éste se cubrirá de paja, y allí tendrá lugar la misa. La espiritualidad, la alegría y la sencillez lo embargan todo. Cada uno de los fieles se confiesa antes de la ceremonia, que es preciosa. En las ofrendas, llevan huevos, naranjas, calabazas… lo que tengan. Luego todos besan al Niño y los más pequeños se duermen sobre la paja, en el regazo de sus padres. Es una Navidad pura”, dice una Carmen emocionada.

La misionera no se olvida de sus compañeros en la fe de Orissa: “Lo que allí sucede es horrible, y lo peor es que no se sabe la mayor parte de lo que pasa”. Cuenta que ya en la Navidad del pasado año hubo brotes de violencia contra los cristianos: “No es conocido, pero yo he visto documentales clandestinos, hechos por nuestros obispos, en los que se muestran profanaciones y quema de templos, agresiones a los fieles… Es tremendo, y no es algo nuevo”.

¿Cómo viven la Navidad los cristianos que sufren martirio diario? Alzando la voz y denunciando la injusticia, para que el mundo entero escuche. Es el caso del arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, Rafael Cheenath, quien insiste en que “la persecución no se ha detenido”. El prelado se refiere a la manifestación que para el día 25 han convocado en Orissa grupos fundamentalistas hindúes. Por coincidir con la       celebración de la Navidad, los obispos temen represalias en contra de los que acudan ese día a Misa. Por el momento, han asegurado que su pretensión es la de celebrar la fiesta “con normalidad”, aunque han pedido al Gobierno central “justicia y seguridad”. Cheenath clama contra la situación en la que se encuentran más de 50.000 cristianos, huidos de sus hogares, en campos de refugiados o escondidos en bosques. Muchos han visto destruida su casa y a otros les ha sido expropiada ilegalmente. Sólo en Orissa, 4.500 casas de cristianos han sido quemadas y 300 poblaciones han sido totalmente arrasadas.  

Dentro de los cristianos, el grupo que más ha sufrido el peso de las agresiones es el de los antiguos dalits. A pesar de que el sistema de castas está abolido oficialmente en la India desde 1950, la realidad es muy diferente en muchas zonas. Así, para los hindúes más radicales, los dalits siguen siendo en la práctica el estrato más bajo de su piramidal estructura social. Sin derechos de ningún tipo (les está vetado el acceso a la propiedad de la tierra, se ocupan de los trabajos más miserables sin apenas remuneración, no les está permitido el acceso a ningún templo…), hasta el punto de denominarlos como los “intocables” (por la presunta “mancha” en el “puro” que ose hacerlo), los pertenecientes a este grupo son esclavos. Desde que nacen hasta que mueren.

La Conferencia de Obispos Católicos de la India, en un reciente comunicado, ha criticado la persecución sufrida por los antiguos “intocables” que hoy son cristianos: “Los dalits cristianos son atacados porque son dalits, lo que supone opresión en nombre de las castas, y también porque son cristianos, lo que es discriminación en nombre de la religión y una violación flagrante contra sus derechos humanos”. Pero no todo se queda en la condena teórica. El pasado 7 de diciembre, vigilia de la Inmaculada, fue declarado Día de Liberación Dalit, y bajo el lema Buscar la justicia, liberar a los oprimidos, tuvo lugar una jornada de oración en todas las iglesias del país.

Otras acciones no son menos impactantes. Es el caso del obispo de Nueva Delhi, Vincent Concessao, quien se ha encargado de distribuir unas peculiares tarjetas de Navidad. En ellas, junto a la tradicional estampa de la Sagrada Familia, aparecen diversas fotografías de ataques a cristianos. El mensaje Paz a los hombres de buena voluntad corona todo un aldabonazo en la conciencia. De hecho, las postales han sido enviadas a líderes políticos y altos representantes de la sociedad civil, con el fin de que    actúen directa y elocuentemente para poner fin a tan trágica situación. 

Esperanza y solidaridad

¿Cabe la esperanza en un contexto como éste? La respuesta la ofrece Ida Rodrigues: “Sí, claro que la hay. Somos cristianos y la base de nuestra fe es la esperanza”. Ida es una religiosa india, miembro de la Congregación de Cristo Jesús, tiene 62 años y lleva ocho viviendo en Madrid. Pese a la distancia, vive de cerca el drama sufrido en su país: “Es espantoso, hay muchos cristianos que están sufriendo por su fe. Lo peor es que eso antes era inimaginable. Yo era de familia cristiana y jamás tuve problemas en la calle o la universidad. Cada uno tenía una religión diferente, pero todos éramos como hermanos”. Ella también apunta a la conversión de los dalits como causa de fondo del alejamiento del espíritu tolerante de referentes indios como Gandhi: “Nosotros le hemos dado voz a quien no la tenía. Y eso es lo que no quieren aquéllos que hacen todo lo posible para que no cambie el sistema”.

En el fondo es todo política”, apunta con rotundidad Melba López, también india y de la misma congregación que Ida. Ella vive en Bombay, donde dice sentir “mucho miedo”, sabiendo que “hoy estoy viva, pero mañana puedo estar muerta”. Tras la conmoción por la masacre terrorista que el pasado 26 de noviembre llevó el caos a una ciudad de 20 millones de personas y costó la vida a casi 200, Melba también teme a los fundamentalistas musulmanes. “Me parece como si la calle estuviera repleta de terroristas…”, señala. 

En medio de la barbarie, los obispos han llamado a todos los cristianos a vivir una Navidad “en austeridad”, como signo de “comunión y solidaridad con las víctimas” de todos los odios.

En el nº 2.641 de Vida Nueva.

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