El cristiano debe responder al grito de un planeta enfermo

La Iglesia peruana celebró su X Semana Social Nacional, fiel al servicio evangelizador y de promoción humana

(Luis Llontop Samillán– Lima) Bajo el lema De Medellín a Aparecida: 40 años al servicio de la Evangelización y la Promoción Humana en el Perú, el Área de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) -conformada por Cáritas, la Campaña de Solidaridad ‘Compartir’, el Departamento Episcopal de la Pastoral de la Salud, la Pastoral de la Movilidad Humana y la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS)- convocó el pasado mes de noviembre en Lima, capital del país, la X Semana Social Nacional.

El encuentro fue inaugurado por el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, quien recordó los interrogantes del papa Benedicto XVI sobre cómo hacer para conocer más a Dios y cómo puede la Iglesia enfrentar al lado de su pueblo los desafíos de la pobreza y la miseria.

Durante cuatro noches, se abordaron diversos temas relacionados con la Misión Continental, como la globalización, la justicia social, el desarrollo humano y la defensa del medio ambiente. Las ponencias corrieron a cargo del presidente de la CEP y arzobispo de Trujillo, Héctor Miguel Cabrejos, OFM; del presidente de la CEAS y arzobispo de Huancayo, Pedro Barreto, SJ; del obispo de Chosica, Norberto Strotmann; y del director del Observatorio Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el padre Leonidas Ortiz Lozada.

El clamor de la selva

Equipos de Pastoral Social llegados de todo el país describieron una clamorosa realidad, especialmente sentida, por ejemplo, en la selva (San José del Amazonas, Ucayali, Yurimaguas e Iquitos), donde se produce la extracción desmedida de materias primas como petróleo, madera, sacha inchi, camu camu… El problema es que, si bien la región cuenta con muchos recursos, no se hace un uso racional de ellos, y en su mayor parte se exportan. Su denuncia se extiende, asimismo, a las exoneraciones tributarias de que goza la región y que benefician a unos pocos, las condiciones laborales inhumanas en las zonas petroleras, y la gran desigualdad en los salarios. La vulneración de los derechos de la población indígena, que casi no tiene acceso a los servicios básicos, la existencia de poblaciones ribereñas no reconocidas, y el alto índice de detenciones por causa del narcotráfico fueron otros de los motivos de preocupación expuestos.

En su ponencia, el arzobispo de Huancayo y presidente de la CEAS, recordó la importancia de trabajar desde la Iglesia por cuidar la casa de todos, el planeta. “Desde mi experiencia pastoral de escuchar a las personas, especialmente campesinos -reconoció Pedro Barreto-, puedo afirmar que el principal problema de la Cuenca del Mantaro (ubicada en la zona central peruana) es la contaminación del agua, aire y suelo ocasionada principalmente por las industrias extractivas. Los otros factores de contaminación son los residuos urbanos y el uso indiscriminado de los agroquímicos”.

El prelado jesuita elogió el compromiso de mucha gente por cuidar la casa de todos: “En nuestro Perú, varios de nuestros hermanos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos (entre ellos, autoridades municipales, tenientes gobernadores, catequistas, agricultores y líderes comunales) -como Jesús– han sido acusados, amenazados de muerte, insultados por su clara y firme posición en defensa de la vida de las poblaciones y de su medio ambiente frente a los intereses economicistas del Estado y del poder financiero de las grandes empresas mineras y de hidrocarburos…”. 

Discernir la realidad

Más adelante, recordó cómo, desde el Concilio Vaticano II, todos los católicos hemos sido invitados a una atenta lectura de los “signos de los tiempos”, a discernir la realidad, “para descubrir y escuchar el querer de Dios”. Y uno de esos “signos de los tiempos” es, precisamente, “la escucha atenta del grito salvemos la tierra (lema de la Cumbre de Río de Janeiro en 1992)”, que sube de las entrañas de nuestro planeta, expoliado por la codicia irracional de un modelo económico “que privilegia el lucro por encima de la dignidad de la persona humana”, tal como afirmó Benedicto XVI en su discurso inaugural en Aparecida.

El presidente de la CEAS terminó su exposición lanzando un desafío a los cristianos participantes en esta X Semana Social: “Nos preguntamos ¿somos capaces de escuchar el grito que brota de una tierra enferma, de un planeta que viene deteriorándose por la acción y omisión de los seres humanos? Se nos exige a todos una mirada lúcida, desde la fe en Jesús, crucificado y resucitado, para discernir en ella el querer de Dios que nos llama a la acción. ¿Qué hemos hecho y qué estamos haciendo de los bosques, de los ríos, de los mares, de los glaciares, de la tierra fértil y del agua cristalina? No podemos, como discípulos misioneros de Jesús, quedarnos con los brazos cruzados. Es la hora de la acción conjunta. Estamos todavía a tiempo”.

En el nº 2.641 de Vida Nueva.

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