“La violencia revive heridas” en Nicaragua

Los obispos llaman a trabajar por la paz tras la crisis postelectoral

(J. L. Celada) La primera que quiere la paz es la Iglesia. La cita es de Juan Pablo II, pero esta vez les sirve a los nueve obispos nicaragüenses -con su presidente y arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes, a la cabeza- para titular un comunicado que hicieron público con motivo de su reciente Asamblea Plenaria.

Reunidos en San Rafael del Norte, “junto a la tumba del Siervo de Dios, Padre Odorico D’Andrea“, los miembros de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) manifiestan en el mismo su “preocupación y el dolor de pastores por la violencia en diversas partes del país, la cual revive heridas profundas que con mucho esfuerzo y buena voluntad nuestro pueblo había venido superando”. 

La capital del país y otras ciudades como León registraron en las últimas fechas graves enfrentamientos entre los partidarios del gubernamental FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) y del opositor Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que tachó de “fraude” las elecciones municipales del 9 de noviembre. Ante estos hechos, los prelados subrayan su oposición a “cualquier tipo de violencia venga de donde venga, pues ‘la primera que quiere la paz es la Iglesia’ -insisten empleando las palabras del Papa polaco-. Nunca hemos sido ni seremos partícipes de la utilización de la violencia como método para alcanzar un objetivo”.

La inquietud episcopal se extiende, asimismo, a “la integridad de las personas y la vida”, contra la que atenta abiertamente este clima violento. Por no hablar de sus graves consecuencias en “las familias, angustiadas por la integridad de sus miembros, la estabilidad de sus ingresos económicos, los daños emocionales y psíquicos en sus niños y jóvenes, quienes además, pueden crear resentimientos y hasta odios”.

Sagrado derecho

El texto de la jerarquía católica, fechado el 19 de noviembre, “en el inicio del estado de misión permanente de la Iglesia nicaragüense”, se dirige más adelante a quienes “tienen arraigada su vocación de constructores de la paz”, para que, en estos tiempos difíciles, “nos dispongamos a trabajar hasta alcanzar ese sagrado derecho de nuestra gente y se mantenga la ‘esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones'” -en expresión de Benedicto XVI en su encíclica -. Y concluye: “Conscientes de la responsabilidad que debemos tener sobre el valor de la vida humana, es indispensable agotar todos los recursos constitucionales, jurídicos y democráticos que permitan encontrar una solución a la actual crisis, conforme a la verdad y la justicia”.

En el nº 2.638 de Vida Nueva.

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