El Episcopado pide construir una Argentina justa y solidaria

Un documento al cierre de su Asamblea fija las grandes líneas a seguir de cara al bicentenario del país en 2010

(Washington Uranga– Buenos Aires) En la misma Asamblea -celebrada del 10 al 15 de noviembre-, los obispos argentinos reeligieron a la mayor parte de sus autoridades por un nuevo período de tres años, incluyendo al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el cardenal Jorge Mario Bergoglio, y dieron a conocer un documento de una docena de páginas con propuestas para la celebración del bicentenario de la independencia argentina en 2010. El texto fija grandes lineamentos, apuntando a la formulación de “políticas públicas”, y evita entrar en el análisis de la coyuntura, aunque no elude referencias a cuestiones como la concentración del poder, la corrupción y la falta de participación activa de los cristianos en las cuestiones políticas.

La reelección de Bergoglio supone un reconocimiento del Episcopado a su labor, importante si se tiene en cuenta que sólo unos años atrás no pocos obispos cuestionaban su escasa predisposición al diálogo con las autoridades gubernamentales, en particular con el entonces presidente Néstor Kirchner. El arzobispo de Buenos Aires siempre defendió que los diálogos Gobierno-Iglesia deben mantenerse dentro de canales institucionales, pero nunca dejó de utilizar el púlpito para hacer observaciones y críticas que llegaran a oídos de los gobernantes. 

Bergoglio estará acompañado por los arzobispos de Tucumán, Luis Villalba, y Santa Fe, José María Arancedo, en las vicepresidencias, y el obispo auxiliar de Buenos Aires, Enrique Eguía Seguí, como secretario general. En los cargos más importantes de la comisiones episcopales fueron reelegidos los obispos Jorge Casaretto (Pastoral Social) y Guillermo Rodríguez Melgarejo (Fe y Cultura), en tanto que la de Educación Católica será presidida por el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, que reemplaza al arzobispo Guillermo Garlatti (Bahía Blanca), en lo que supuso el cambio más significativo de todo el organigrama.

Al término de una semana de deliberaciones, los prelados emitieron un documento titulado Hacia un bicentenario de justicia y solidaridad, que rescata “la necesidad de un Estado activo, transparente, eficaz y eficiente”, y reconoce que el país creció en la “promoción de los derechos humanos, aunque todavía debemos avanzar en su concepción integral, que abarque a la persona humana en todas sus dimensiones, desde la concepción hasta la muerte natural”.

El documento defiende que los valores cristianos impregnan la cultura y la vida pública del país y que es preciso “respetar y honrar esos orígenes”. Tales valores “tienen su origen en Dios y son fundamentos sólidos y verdaderos sobre los cuales podemos avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación, que haga posible un justo y solidario desarrollo de Argentina”.

Diálogo por el bien común

El mensaje pone el énfasis en la “deuda social” y en la necesidad de una justa distribución de los bienes, y propone “la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos”, objetivo que se debe alcanzar por la vía “del diálogo y del consenso a favor del bien común”, insistente reclamo a lo largo del documento.

Uno de los capítulos que más despertó la atención de la opinión pública fue el dedicado a las Nuevas angustias que nos desafían. En él, la jerarquía advierte del surgimiento de “nuevas formas inéditas de pobreza y exclusión”, consideradas como “esclavitudes modernas”, porque hoy los excluidos no son sólo “explotados”, sino “sobrantes y desechables”.

En otro párrafo se denuncia la “inequidad social”, la crisis de la educación y el endeudamiento del Estado, señalando que “los pagos de la deuda externa constituyen un rubro estructural del gasto público y condicionan gravemente los esfuerzos que debieran realizarse para saldar la deuda social”. Los obispos también señalan que, “lamentablemente, no se ha podido erradicar un histórico clima de corrupción”.

Por último, en un capítulo denominado Metas para alcanzar a la luz del Bicentenario, se propone “recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas”, “avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo”, “alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables”, “fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad”, “mejorar el sistema político y la calidad de la democracia”, “afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y la justa distribución de bienes”, “implementar políticas agroindustriales para el desarrollo integral”, “promover el federalismo” y “profundizar la integración en la Región”, con directa alusión al MERCOSUR.

En el número 2.637 de Vida Nueva.

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