Asenjo sucederá a Amigo en la archidiócesis de Sevilla

El Vaticano concede al cardenal hispalense un arzobispo coadjutor

(José Lorenzo) “La sensación fue como la de una losa que me cae encima”, reconoció Juan José Asenjo al reparar en la importancia histórica, pero también pastoral, eclesial, y numérica, de la archidiócesis de Sevilla de la que acababa de ser nombrado, al mediodía del pasado día 13, nuevo arzobispo coadjutor. Cinco años antes, este obispo (Sigüenza, 1945) sintió prácticamente la misma sensación, pero por distintos motivos: Juan Pablo II le enviaba a una diócesis también rica en tradición y santidad, pero convertida en un avispero, sobre todo a cuenta del asunto de Cajasur, cuya turbiedad amenazaba con salpicar de escándalo a la Iglesia. 

Ahora, tras un quinquenio que a algunos cordobeses se les ha hecho breve, y en plena apacibilidad pastoral tras negociar con la Junta andaluza una salida al asunto de la caja de ahorros -con el visto bueno de la Nunciatura y la Santa Sede-, se prepara para tomar posesión, como arzobispo coadjutor con derecho a sucesión, de la archidiócesis de Sevilla el próximo 17 de enero.

En la ciudad hispalense habrá de empaparse de la nueva realidad diocesana de la mano del cardenal Carlos Amigo, arzobispo titular y persona muy querida para él, con la que ha estrechado contactos -no sólo por el tema de Cajasur- desde su llegada a Andalucía en 2003. Al menos habrá de “cohabitar” con el purpurado hasta el 23 de agosto de 2009, fecha en que Amigo cumplirá los 75 años, edad para la jubilación canónica. Eso, si se materializa la polisémica sentencia de que en Sevilla, “la sombra, en los toros”. Aunque tampoco sería extraño -y la práctica así lo está confirmando- que, de no mediar ninguna cuestión de salud -y a día de hoy no media-, el cardenal permaneciese aún uno o dos años más.

Sin embargo, las crónicas de este nombramiento no han venido marcadas por las glosas de la personalidad de uno y otro pastor, o de las complejidades y particularidades -que las tiene- de esa sede metropolitana. No, las crónicas han estado presididas por un sinfín de cábalas que han añadido a la peculiaridad de este nombramiento -sobran dedos de una mano para contar los arzobispos coadjutores nombrados en España en el último cuarto de siglo- el interés por saber si la figura de un coadjutor le había sido impuesta por Roma al cardenal o si, al contrario, había sido éste quien la había demandado a la Santa Sede para preparar una sucesión tranquila en una diócesis con más aspirantes que candidatos.

“Requisitos idóneos”

Desde la diócesis sevillana, apenas conocido el nombramiento, acogido con “alivio”, se salió enseguida a asegurar que la decisión de solicitar un arzobispo coadjutor había sido una petición del propio cardenal. En una diócesis con casi dos millones de almas, algunos hacía tiempo que habían sugerido la necesidad de la figura de un obispo auxiliar. 

El nombre de Asenjo habría sido pactado, dado “los requisitos idóneos” del candidato. El mismo Amigo ha mostrado su satisfacción por la designación de quien fuera obispo auxiliar en Toledo del cardenal Álvarez desde 1997 y secretario general de la Conferencia Episcopal desde 1998 hasta 2003. Es “una bendición para la diócesis”, ha dicho, congratulándose de poder contar junto a él “con un destacado miembro del episcopado español”. Cuatro días después de la designación, el cardenal viajó al Vaticano, donde, en audiencia privada, manifestó a Benedicto XVI su gratitud por la concesión de un obispo coadjutor y el nombramiento de monseñor Asenjo. El Papa, a su vez, se interesó “por la vida de la Archidiócesis, sus expresiones de religiosidad popular y sus relaciones con las instituciones”.

De todo ello tendrá que aprender desde ya mismo el nuevo arzobispo coadjutor, de su riqueza histórica, de su clero, de su seminario o de su fuerte religiosidad popular, pero también de las complejidades -que las fuentes consultadas no ocultan- que conlleva el pastoreo de una archidiócesis como la andaluza. De ellas sabe bastante quien ahora acompañará sus destinos. Asenjo deja dicho en Córdoba que los momentos de sufrimiento que le tocó vivir en esa sede los guarda para sus memorias. Seguro que a esas páginas de dolor habrá de añadir otras vividas durante el quinquenio que estuvo como secretario y portavoz de la CEE. Incluso es posible que ésas las tenga ya escritas. El próximo 17 de enero, el cardenal Amigo le ayudará a abrir, “con cordial y fraterno afecto”, un nuevo capítulo.

En el nº 2.637 de Vida Nueva.

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