Los niños también son Iglesia

En el ‘Junior’ de Acción Católica, los menores son evangelizadores

(Victoria Lara) “Los niños deben tener un papel importante en la Iglesia y ser sujetos activos en su dinámica diaria”. Esta afirmación de los miembros del Movimiento Junior de Acción Católica (AC), es una de las conclusiones del trabajo cotidiano con menores que realizan los educadores de esta organización en España, que actualmente cuenta con presencia en 15 diócesis. El próximo 22 de noviembre celebran el Día del Movimiento Junior, coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos del Niño, con el lema Soy del Junior, soy Iglesia. El objetivo del Movimiento es, por tanto, la evangelización del mundo infantil, que parte de la convicción de que los mismos niños deben ser los primeros transmisores del Reino a otros menores.

Un estudio reciente de la Fundación SM, la Universidad Pontificia Comillas y el propio Junior demuestra que “los niños y niñas, desde su ser infantil, son capaces de tener una experiencia religiosa de una forma sencilla pero profunda”. Por ello, “cuando se tiene en cuenta a los niños, se les escucha y se posibilita que se expresen, ellos pueden dar razón de sus experiencias de fe a través de sus acciones y transformar el mundo, la realidad en la que viven, al estilo de Jesucristo”, según reza el comunicado que se ha emitido con motivo de la celebración del Día del Junior.

Pero, ¿cómo es la dinámica de funcionamiento de uno de estos grupos? Según Alfredo González, consiliario general del Movimiento, “se reúnen con un educador, normalmente una vez por semana. Después puede haber encuentros de parroquia, de diócesis, que se hacen los fines de semana. También se suelen encontrar en la Eucaristía del domingo. Cada grupo realiza lo que nosotros llamamos ‘Proceso de Acción’, en el que, partiendo de algún centro de interés de los niños y con una pedagogía activa donde el juego tiene una dimensión especial, reflexionan sobre lo que están viviendo y concretan una acción transformadora, personal y comunitaria sobre ello”.

Las acciones que llevan a cabo los jóvenes son diferentes según el centro de interés que hayan trabajado, pero pueden ser actividades orientadas a las familias, como reuniones sobre un tema concreto con los padres; a las parroquias, exponiendo su punto de vista sobre diferentes temas de la comunidad; a los colegios, a través del trato con niños inmigrantes; o a su barrio. Un ejemplo de esto es lo que están haciendo los niños del Junior en Huesca, donde están llevando a cabo proyectos de sostenibilidad y medio ambiente: “Se está viendo si es posible recorrer la ciudad entera en bici o ir en transporte público”, según Manuel Marco, educador del Movimiento en la capital oscense.

Marco forma parte de ese grupo de adultos que realizan con los niños una tarea de acompañamiento, de discernimiento y de propuestas, y a través de la cual los propios educadores también se plantean su militancia como creyentes, pero trabajando con niños. “Son militantes cristianos que realizan su actividad en comunión con el conjunto de la comunidad parroquial a la que pertenecen”, explica Alfredo González. En cuanto a los chicos, los hay de edades comprendidas entre los 8 y los 14 años, aunque el Junior está abierto también a los de otras edades, pues “respetamos el hecho de que, al ser pandilla natural, ésta puede reunir a niños de diferentes edades”, añade el consiliario general del Movimiento.

Captación

De hecho, el grupo de amigos es uno de los medios que mejor funciona para dar a conocer la existencia del Junior: “Les transmiten lo que ellos hacen, les invitan a sus acciones y celebraciones, mantienen con sus amigos una relación estrecha comunicándoles lo que van descubriendo en el Junior”, asegura González. Otros menores toman contacto en la parroquia o durante la catequesis de la primera comunión y también se suelen hacer convocatorias abiertas, a las que se intenta dar la mayor difusión posible en las misas de niños, en los colegios o en los barrios. 

El trabajo de los educadores del Junior también genera sus frutos a medio plazo, pues según el consiliario general, muchos de estos chavales, cuando crecen, “son auténticos promotores de movimientos de Jóvenes de Acción Católica, o se incorporan a grupos de confirmación o de jóvenes de sus parroquias”.

Aparte de los encuentros anuales de la Coordinadora General de Niños, que cuentan con un menor representante de cada diócesis y se reúnen para programar, realizar y revisar lo que ellos mismos deciden, se convoca un Encuentro General cada cuatro años. Además, desde hace algún tiempo se viene celebrando el Día del Junior, que fue instituído por el Movimiento de Andalucía en dicha comunidad y que ahora ha pasado a tener carácter nacional.

Cada diócesis celebra esta jornada individualmente con actividades, comunicados, carteles,  convivencias y mesas redondas. En la comunidad andaluza, por ejemplo, se va a celebrar un encuentro de todos los niños del Junior en Málaga. Alfredo González ha vivido la experiencia de años anteriores y aunque explica que este día no siempre tiene la misma repercusión, asegura que “la implicación de los niños y de los educadores es grande y nos sirve para reflexionar la vivencia, y definir la postura del Junior, en lo relativo a cada uno de los derechos que la Convención les reconoce a los niños”.

El reconocimiento de que los menores son también Iglesia, supone, en opinión del Movimiento Junior, algunos retos: “Realizar una apuesta clara por el reconocimiento del papel de los niños como sujetos activos en la misma Iglesia y en la construcción del Reino. De tal manera que los niños sean personas de pleno derecho en la vida de la Comunidad Eclesial”.

 

 

 

Los abuelos, transmisores de la religiosidad

La Encuesta de Infancia 2008, elaborada por el Instituto de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas en colaboración con la Fundación SM y el Movimiento Junior AC, ha puesto de manifiesto datos muy significativos en relación con la religiosidad de los niños. Como que cuatro quintos de los chavales se consideran cristianos, creen en Dios y rezan. Según Manuel Marco, educador del Junior y sociólogo que ha colaborado en el estudio, “se incluía un bloque de preguntas relacionadas directamente con la religión, pues desde el punto de vista sociológico se considera que es un aspecto importante de la vida de los niños. Además, desde el Movimiento Junior nos interesaba ese aspecto de forma especial”. 

La conclusión más clara que se extrajo de la encuesta es que “los niños son religiosos, a pesar de que da la impresión en la actualidad de que esa religiosidad no existe, pero ellos se consideran creyentes y de alguna forma están pidiendo una mayor atención a esa parte de su vida. Parece ser que no encuentran la respuesta adecuada a esa demanda en las instituciones eclesiales”. 

Las causas de esta inclinación mayoritaria hacia lo religioso no son abordadas directamente en el estudio, aunque Marco sospecha que “probablemente tengan mucho que ver con la relación que los niños mantienen con sus abuelos, que sí que tienen interés por transmitirles esa religiosidad con prácticas como rezar todos los días o participar en celebraciones de tipo religioso, como la Navidad y otras fiestas. Lo que sí se constata es que las familias tienden a dejar en manos ajenas la educación en la fe de sus hijos”. Otra de las conclusiones del informe tiene que ver con la pertenencia de los menores a asociaciones u organizaciones, y muchos manifiestan que pertenecen a entidades de tipo religioso. 

Los niños que han participado en esta encuesta tienen edades comprendidas entre los 6 y los 14 años y se han realizado 15.000 entrevistas directas, aunque al final han sido válidas unas 10.000. Manuel Marco explica que “se quería tener la suficiente representatividad en las respuestas y que se pudieran hacer estudios desagregados por comunidades autónomas, pero esto no se ha conseguido en todas, aunque sí en muchas de ellas”. No obstante, a la luz de los resultados del estudio, la Universidad de Comillas ya se ha planteado enriquecer el informe con una serie de estudios interdisciplinares, educativos, psicológios y pedagógicos, para completar los resultados.

En el nº 2.635 de Vida Nueva.

Compartir