Riccardo Di Segni: “Católicos y judíos debemos definir campos de acción común”

Rabino Jefe de Roma

(Texto y fotos: Darío Menor) Riccardo Di Segni, Rabino Jefe de Roma, es una de las voces más autorizadas del judaísmo. Recibe a Vida Nueva en su despacho de la sinagoga de la capital italiana, un lugar que Juan Pablo II visitó en abril de 1986. Di Segni desgrana con respuestas medidas y pausadas la relación entre judíos y cristianos y confiesa su admiración por Benedicto XVI. “Es una gran figura. Subraya la necesidad de considerar al judaísmo depositario de un patrimonio sagrado compartido con los cristianos”, dice del actual Pontífice. 

Poco después de la elección del entonces cardenal Joseph Ratzinger como Papa, el destacado rabino David Rosen dijo que Benedicto XVI significaba “una gran esperanza para el diálogo entre judíos y cristianos”. Después de tres años y medio, ¿considera que el Pontífice ha impulsado las relaciones entre ambas religiones?

Benedicto XVI es una gran figura, de la que, personalmente, aprecio la gran doctrina, la personalidad y también la claridad con la que expone sus posiciones sin ritualismo. Personalmente, estoy muy contento de tener un posible interlocutor que sea claro. Obviamente, el Papa expone su doctrina, que está abierta a cierto tipo de encuentros, pero cerrada a otros. Este Pontífice subraya la necesidad de considerar al judaísmo depositario de un patrimonio sagrado compartido con los cristianos y que está abierto a la exégesis hebraica de la Biblia. Son todos éstos elementos importantes, que no hay que minusvalorar, porque en las Iglesias cristianas, no sólo en la católica, ha existido siempre la tentación de cancelar los orígenes judaicos. Benedicto XVI es, en cambio, un Papa que los subraya con fuerza. No obstante, permanece la otra cara del problema, ya que en ciertas cuestiones doctrinales, claramente, parece muy duro. 

¿Habrá próximamente una entrevista entre usted y el Papa?

Yo estoy siempre disponible para estos encuentros.

¿Cómo valora la situación actual del diálogo entre cristianos y judíos?

Se trata de un recorrido extremadamente difícil, pero esto también presenta un aspecto estimulante. De acuerdo a lo que ha sucedido en los últimos meses, debemos entender cuál es la tendencia que se está produciendo. Hemos pasado toda la polémica referente al tema de la oración del Viernes Santo para los judíos, que indica que la problemática existe y está abierta. Por tanto, lo que debemos intentar entender es qué quiere hacer la Iglesia hoy con los judíos, qué respondemos nosotros y, sobre todo, qué cosas podemos y debemos hacer juntos. 

¿Y qué quiere hacer la comunidad judía hoy con la Iglesia católica?

Establecer una relación de respeto, que nos dejen en paz en el plano doctrinal, considerar un interlocutor que no sea activo en el asunto de las conversiones y definir campos de actividad comunes para la promoción humana, social y ética. 

Antisemitismo actual

¿Es el antisemitismo un problema cada vez mayor en Europa?

Hay que dejar claro que Europa no es toda igual, ya que en cada uno de los países europeos las tradiciones son diferentes. Existen las antiguas tradiciones antisemitas, que se dan incluso sin presencia de judíos, como en Polonia. También hay distintos componentes religiosos y sociales que se cruzan entre ellos. Hoy, el problema más grande de Europa no es el antisemitismo, sino la intolerancia hacia el diferente, hacia la inmigración, la reacción contra el islam… Por ello, las antiguas y no gloriosas tradiciones antisemitas vuelven a aparecer junto a estas otras tendencias. Estamos muy atentos a cómo se desarrolla esta corriente, pero no estamos excesivamente preocupados por una emergencia del antisemitismo. 

¿Puede estar relacionado este fenómeno con el renacimiento del fascismo? En países  como Italia se está produciendo un revisionismo del pasado fascista…

Hay, seguramente, un componente fascista, racista y nazi en las tendencias a las que me refería. También existen formas de hostilidad contra los judíos, a veces camufladas políticamente como una oposición al Estado de Israel, que tienen una matriz opuesta ya que nacen en la izquierda. Se trata, por tanto, de un fenómeno complejo. 

Benedicto XVI ha señalado recientemente que Pío XII ayudó a los judíos durante el Holocausto. ¿Comparte su opinión?

Es cierto que algunos judíos fueron ayudados por la Iglesia con el conocimiento de Pío XII. Pero esto fue sólo una parte de un problema mucho más grande y dramático, que se refiere a la actuación del papa Pacelli durante la Segunda Guerra Mundial y los años y acontecimientos que la precedieron. No se puede hablar sólo de estos casos de asistencia sin tener en cuenta los demás aspectos. 

Coincidiendo con su intervención en el Sínodo, el Rabino Jefe de Haifa, Shear Yashuv-Cohen, ha dicho que no está a favor de la beatificación de Pío XII. ¿Está de acuerdo?

Los judíos no podemos intervenir en las decisiones de la Iglesia, por tanto, si quiere beatificar a quien quiera, que lo haga. El problema es otro, ya que si la Iglesia indica como modelo de perfección moral un personaje que, en nuestra opinión, ha tenido un comportamiento discutible, serán nuestras relaciones con la Iglesia las que se ponen en discusión. 

Sobre el Sínodo

¿Cómo valora la participación del rabino Cohen en el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra?

Es un evento muy importante. Se debe hacer una reflexión muy atenta sobre el significado de la política religiosa de este encuentro. Hay que pensar qué se quiere demostrar con este evento. Temo que el judaísmo, aunque es visto con mucha simpatía por la Iglesia católica actual, pueda ser considerado una variante un poco extraña del universo cristiano. Con este modelo entramos claramente en discusión, ya que, de acuerdo a la estima recíproca, hace falta reflexionar sobre cómo caminar juntos. 

¿Por qué rechazó usted la invitación para participar en la lectura televisada de la Biblia que se ha celebrado en Italia? Según la prensa, lo consideraba un evento “demasiado católico”… 

Decir que se trata de un evento “demasiado católico” no significa que esté diciendo que sea un defecto. No he dicho que sea bonito o feo, sino que es católico. En mi opinión, es un punto básico que cuando se programa una actividad común no hay que proponer soluciones preconfeccionadas. Hay que estudiarlas juntos. Así, se respetan la sensibilidad y la contribución de cada uno. Esa lectura de la Biblia, que yo no critico, ha sido concebida como un proyecto católico desde el principio hasta el final, aunque abierto a los demás. Se realiza en una basílica católica, con lectura integral de lo que ustedes llaman el Antiguo y el Nuevo Testamento. Están, además, las declaraciones triunfalistas iniciales diciendo que el Nuevo Testamento completa al Antiguo, que le precede. Y los judíos, ¿dónde nos situamos? ¿Qué somos, unos dinosaurios? Si queremos hacer algo juntos sobre la Biblia, hagámoslo, pero con la parte de Biblia que tenemos en común y en un lugar que podamos compartir ambas religiones. 

¿Hubiera preferido, entonces, que la invitación le hubiera llegado en una fase anterior a la de la organización del evento?

Contactaron conmigo cuando todavía se estaba preparando, pero mi respuesta a los organizadores ha sido deformada por los medios de comunicación con mecanismos perversos y simplificadores. Se ha informado mal incluso desde diarios prestigiosos, diciendo que yo no participaba en la lectura de la Biblia, pero que sí había acudido al Sínodo.

¿Qué valoración hace de este Año Paulino, teniendo en cuenta las implicaciones para los judíos que tiene san Pablo?

Le debo confesar que se trata de un evento que levanta mínima o ninguna atención en el mundo hebreo. 

¿Cómo cree que se desarrollará el diálogo interreligioso en los próximos años?

Soy optimista, espero que bien.

En el nº 2.633 de Vida Nueva.

Compartir