Peralta de la Sal, eje del futuro escolapio

Después del Año Jubilar, la casa-santuario dinamiza las actividades de la Orden

(Enrique Abad) Cuando el 23 de diciembre de 2007 se clausuró el Año Jubilar Calasancio, comenzó un nuevo período en la vida de la Orden escolapia. Es ahora cuando comienzan a valorarse y verse los frutos de este período de gracia que la Iglesia concedió a toda la familia calasancia. A lo largo de todo ese año 2007 hubo un lugar marcadamente escolapio que destacó entre todos los demás: el santuario-casa natal de san José de Calasanz, fundador de la Orden, en un pueblecito muy pequeño de Huesca, Peralta de la Sal. Allí nació Calasanz (1557-1648) y allí fue donde comenzó un rosario de dones que se van descubriendo con el tiempo, a favor de los niños y los jóvenes, sobre todo los más pobres.

El P. Javier Negro, provincial en Aragón de la Orden, al dar gracias por este Año Jubilar, recordaba que uno de los humildes objetivos propuestos era dar a conocer la figura del santo, su patria y, por supuesto, su legado, su vocación educativa. “No esperábamos la gran repercusión mediática ni tantas visitas al santuario para ganar el Jubileo”, declaraba en la clausura del 450º aniversario. Está claro que ese objetivo se ha cumplido con creces: de san José de Calasanz se habla no sólo como fundador de una familia de religiosos, sino también como un pedagogo visionario al que podemos acudir ante los retos actuales de la misma forma que recurrimos a las fuentes en tantas otras cuestiones. La Iglesia, a través de Pío XII en 1948, ya reconoció a Calasanz como patrono de las escuelas populares gratuitas. Y nadie puede dudar que en el ámbito de la docencia constituye un referente no sólo de la gratuidad de la enseñanza, sino también de la innovación pedagógica, buscando métodos pedagógicos eficaces y la intencionalidad de la educación como método de prevención de todo mal individual y social.

En cuanto a lo de dar a conocer la patria del santo, la meta se ha superado. Hoy Peralta constituye un centro de reflexión pedagógica y un centro espiritual de primer orden para la Escuela Pía, pero también para la Iglesia y para la sociedad. En la casa-santuario se llevan a cabo multitud de actividades que van desde ejercicios espirituales hasta cursos de tiempo libre, recorriendo todo un abanico que conjuga, como todo lo calasancio, la piedad y las letras, la fe y la educación, la fe y la vida. Con especial cariño se acogen las convivencias de quienes fueron los destinatarios de la vocación de Calasanz, los niños, que se reúnen en la casa-santuario para convivencias, cursos, aulas de naturaleza… Siguiendo la estela del santo, el carácter ecuménico hace que las puertas de esta casa se abran a grupos de cualquier credo y de toda clase social. Ese mismo cariño se demuestra con aquellos que están dedicados a la formación en cualquiera de sus múltiples aspectos (catequistas, profesores, monitores, sacerdotes…). Se ha potenciado la faceta más espiritual de la casa, acogiendo tanto a seglares como a religiosos y sacerdotes en los grupos de ejercicios espirituales. Para ello, los escolapios han hecho un considerable esfuerzo para adaptar la casa a estas necesidades. A lo largo del Año Jubilar, han sido más de 20.000 las personas que han pasado por el santuario, entre ellas, algunos de los ex alumnos ilustres de la Escuela Pía, como el embajador de los Estados Unidos, Eduardo Aguirre; el presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias; el subsecretario de Educación, Fernando Gurrea; o Federico Mayor Zaragoza, que fuera director General de la UNESCO. Además, Peralta ha acogido multitud de acontecimientos, como el Congreso anual de Pediatría de Aragón, el encuentro bienal de los Superiores Mayores de la Orden, la celebración anual del curso catequético de Aragón…

San José de Calasanz escuchó y vio los signos de los tiempos en los niños de Roma ociosos por las calles del Trastevere y se dio cuenta de que sin una formación sistemática de calidad, esos niños no tenían expectativa de un futuro digno. En esta línea, en Peralta ha nacido un hermoso y realista proyecto: la escuela de hostelería para adolescentes inmigrantes, preferentemente aquellos más desfavorecidos. Con la colaboración de diferentes instituciones (como el Gobierno autonómico y las Cajas de Ahorro), se está consiguiendo proporcionarles una formación profesional sólida, con vistas a una inserción social integral. Ya el nombre del proyecto es significativo: Eutopía, que significa “un lugar para la esperanza”.

Colaboración con los laicos

Actualmente, la casa-santuario de Peralta de la Sal está gestionada por un laico escolapio y es atendida, también en perfecta sintonía, por dos comunidades religiosas, una de Escolapios y otra de Santa Ana de Chennay, originaria de la India, cuya primera fundación europea es ésta precisamente. Además de disponer de un albergue juvenil incluido en la Red Internacional de Albergues (REAJ), durante el pasado mes de julio la casa disfrutó de la presencia de 20 seminaristas mayores de la Orden, que habían acabado su período formativo, procedentes de los Estados Unidos, Colombia, México, Senegal, Camerún, Guinea, Filipinas y Bielorrusia, con el fin de hacer la preparación inmediata para su profesión solemne en la Orden Escolapia.

Es cierto que hoy las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa no son abundantes, pero Dios sigue tocando el corazón de laicos que, junto con los religiosos, continúan el carisma y el ministerio de Calasanz. Y así, hoy son muchos los colegios de la Orden que son gestionados en todos los continentes por estos laicos “tocados” y movidos también por el mismo Espíritu que tocó y decidió a Calasanz para dedicar su vida a evangelizar educando a niños y jóvenes.

La Orden escolapia dirige desde siempre su misión a los educadores, catequistas, monitores de tiempo libre y personal de administración y servicios de sus Obras. Pero, poco a poco, aunque con mucha fuerza, se está dirigiendo también a trabajar con las familias como un campo nuevo de apostolado, consciente de que en tarea tan hermosa como es la educación, la presencia de esa institución es esencial.

Hoy, las Escuelas Pías (cuyo significado etimológico calasancio es ‘escuelas gratuitas’) siguen trabajando en la misión que comenzó su fundador, y a ejemplo suyo, para y con los más desfavorecidos, de modo especial, calcando el impulso fundacional en los países más pobres. De este modo, desde hace muchos años, todas y cada una de las Provincias españolas han tenido y tienen el encargo de fundar, gestionar, ayudar y mantener obras escolapias en países de África, América, Asia.

Calasanz legó, además de la predilección por los pobres de todo tipo, el espíritu de pobreza en la Orden que fundó, y ello ha hecho que para muchos de los proyectos, la financiación externa sea fundamental. Ésta es la razón del nacimiento de Fundaciones como Itaka-Escolapios, Fundesso y Educación Solidaria.

Todo para hacer realidad el sueño de Calasanz que, en su Memorial al cardenal Tonti, dejó escrito que la tarea de dedicarse a la formación de los más jóvenes, y desde los más tiernos años, es “el ministerio más noble, el más glorioso, el más digno, el más útil y beneficioso, el más angelical y el más práctico, muy de agradecer, muy enraizado en la naturaleza de los hombres y muy conforme a razón para príncipes y ciudades”.

Crecer en el espíritu conciliar

La Orden religiosa de los escolapios, fundada en el siglo XVII por san José de Calasanz, cuenta hoy con unos 1.420 religiosos en 32 países de Europa, Asia, África y América. Provinciales, viceprovinciales, asistentes y otros representantes de las distintas comunidades en todo el mundo (61 en total) están convocados, como no podía ser de otra manera, a la localidad oscense de Peralta de la Sal (patria del santo y casa-santuario de la Orden) para participar en el 46º Capítulo General, del 1 al 25 de julio de 2009. En el mensaje emitido con tal motivo por el padre general, Jesús María Lecea, éste les recuerda que se cumplen 40 años del Capítulo General Especial, en el que la Orden escolapia aplicó las orientaciones del Concilio Vaticano II. “Esta feliz coincidencia -exhorta Lecea- nos lleva a mantener vivo entre nosotros, con fidelidad y creatividad, el espíritu conciliar que impregnó a toda la Iglesia y que, por indicación de la misma Iglesia de hoy a través de la orientación de sus Pastores, sigue animándola también en el momento presente”. “Crecer en eclesialidad es seguir creciendo en espíritu conciliar”, concluye el prepósito general.

En el nº 2.630 de Vida Nueva.

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