Diez millones de brasileños dejan la franja de la pobreza

Según un reciente estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada, su renta creció un 7% en seis años

(Graziela Cruz– Brasil) El ritmo al que disminuye hoy día la desigualdad de renta en Brasil nunca fue tan persistente y acelerado como en los últimos seis años. Esto es lo que revelan datos de la Investigación Nacional por Muestra de Domicilios (PNAD en sus siglas brasileñas), divulgados por el Gobierno a mediados del mes pasado. “La renta de la población más pobre viene creciendo a ‘ritmo chino’, o sea, entre el 7 y el 8% al año”, desveló a la prensa el 22 de septiembre Ricardo Paes de Barros, del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA en sus siglas brasileñas). El estudio del IPEA muestra que 13,8 millones de brasileños ascendieron de franja social entre 2001 y 2007.

Si se divide la población brasileña en tres franjas de renta, cabe destacar que más de 10 millones de habitantes dejaron la franja del tercio más pobre (que ingresa hasta 546 reales al mes, unos 200 euros) y pasaron a integrar la franja intermedia (que obtiene hasta 1.350 reales, unos 500 euros), y 3,6 millones de personas saltaron de ésta a la siguiente, que percibe más de 500 euros mensuales.

Según estudios del IPEA, basados en los datos de la PNAD, entre 2001 y 2007 la renta per cápita de los más pobres creció un 7% al año, tres veces más que la media nacional, que se quedó en un 2,5%. “Lo que más ha llamado atención ha sido el movimiento de personas del nivel más bajo hacia lo más elevado. Este desplazamiento fue mayor que el crecimiento de la economía y representó una movilidad social ascendente, lo que no se veía desde los años 80”, explicó el investigador del IPEA. Para los autores del trabajo, las causas de este cambio son el propio crecimiento de la economía, los programas de transferencia de renta (como la bolsa-familia), el fortalecimiento del salario mínimo y el mejor mercado de trabajo para las clases medias.

Según esta nueva investigación, la clase más baja ha pasado a representar el 27,4% de la población (49,7 millones de brasileños). En el llamado grupo intermedio se situarían unos 66,5 millones; y la clase de renta más alta corresponde a 64,9 millones de personas.

Tales conquistas, sin embargo, no significan una homogeneidad en el crecimiento: en el noreste, por ejemplo, un 49% de la población todavía vive con una renta familiar inferior que 545 reales, lo que equivale a 25,3 millones de brasileños. Brasil, pues, aún está lejos del nivel aceptable de desigualdad, porque, a pesar de esta reciente evolución, figura por detrás de 113 países. Para alcanzar el citado nivel, será necesario mantener el ritmo de crecimiento de los últimos seis años durante 18 años más. “El país ha demostrado que es posible reducir esta desigualdad a un ritmo acelerado. Pero se debe buscar esta reducción con el mismo énfasis durante las próximas dos décadas si queremos llegar a un nivel de desigualdad aceptable”, declaró Ricardo Paes de Barros.

Otros datos de interés

Según el estudio divulgado por el IPEA, la PNAD reveló otros datos interesantes sobre la sociedad brasileña, como, por ejemplo, que el número de mujeres responsables de sus familias ha crecido un 9% entre 1993 (19,7%) y 2007 (28,8%).

Otro dato destacado hace referencia al trabajo infantil, con un significativo descenso en los últimos 11 años: en 1995, el número de niños y adolescentes entre  5 y 17 años que trabajaban era del 18,7%, porcentaje que bajó hasta el 11,5% en 2006. Aun con todo, ese año todavía había 5,1 millones de niños y adolescentes trabajando en Brasil, lo que representa el 5,7% del total de la población del país. En opinión de Leonardo Soares, director de la Secretaría de Inspección del Trabajo del Ministerio del Trabajo y Empleo, esta cifra tan alta se debe a la economía familiar, tradicional en las áreas urbana y campesina. Según Soares, la mayoría de los jóvenes trabajadores no corresponden ya a la imagen del niño explotado económicamente por otros. “Antes -explicó- la explotación se concentraba sobre todo en el sector formal de la economía; hoy el núcleo principal de esta estadística viene de la unidad familiar”.

Para combatir el trabajo infantil, el Gobierno ha lanzado acciones de concienciación y fiscalización. Cuando se hallan irregularidades -desvela Soares-, los niños son conducidos al Ministerio de la Educación, y las familias, a programas de transferencia de renta, como la ‘bolsa-familia’. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce el avance de Brasil en la lucha contra el trabajo infantil, pero, según Laís Abramo, representante de la OIT en el país, las altas cifras persistentes demuestran que “debe ampliar los esfuerzos hacia la erradicación”.

En el nº 2.630 de Vida Nueva.

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