La Iglesia cubana organiza la ayuda tras el paso de ‘Ike’

La directora de Cáritas aboga por una “cooperación genuina” con el Estado en beneficio del pueblo

(Araceli Cantero Guibert– Miami) Dos semanas después de que Ike atravesara Cuba, entrando por Holguín, la Iglesia católica de esa zona oriental de la isla hacía una evaluación de los daños e iniciaba los planes de recuperación. Como todos los obispos, tras el huracán, Emilio Aranguren recorrió todo el territorio y conversó con sacerdotes, religiosas, agentes pastorales y fieles. En un comunicado a su diócesis con fecha 15 de septiembre, el prelado compartía sus reflexiones, dando ánimo y enfocando la situación con una mirada de fe: “Ya pasó la primera semana del Ike. Ahora entramos en la etapa intermedia, en la que se dan las soluciones posibles”, al tiempo que recomendaba: “No es bueno perder la calma. Nuestro Dios es un Dios de amor y de paz”.

“Al haber tenido el encuentro personal con ustedes, las imágenes fotográficas o televisivas me dicen poco”, reconocía Aranguren, constatando la dureza del momento. Y añadía: “Guardaré para siempre en mi corazón las profundas expresiones de fe que varios me comunicaron”. “La Caridad nos une”, animaba también el obispo, en referencia al lema elegido para preparar el 400º aniversario de la aparición de la imagen de la Virgen de la Caridad en la Bahía de Nipe, en la zona por donde entró el ciclón precisamente en el día de la fiesta de la patrona de Cuba.

El nuncio, Luigi Bonazzi, por su parte, comunicó a los obispos que, a través del Pontificio Consejo ‘Cor Unum’, el Papa enviaba 100.000 dólares de ayuda, a los que se suman lo aportado por Cáritas Cuba y otras diócesis menos afectadas.

La revista católica Espacio Laical, de la arquidiócesis de La Habana, ha resumido los daños, señalando que la cifra preliminar, dada a conocer el 15 de septiembre por las autoridades, asciende a 5.000 millones de dólares “Nadie duda -señala- de que se trata de la mayor devastación sufrida por el país desde el triunfo revolucionario de 1959”. Y desvela que “el principal aporte de la Iglesia católica provendrá del Proyecto de Ayuda de Emergencia de Cáritas Internacional, que se desarrollará entre septiembre y noviembre de 2008, y que está siendo canalizada mediante la Catholic Relief Service (CRS), la agencia de la Iglesia de los Estados Unidos. La ayuda cubrirá a unas 100.000 personas y consiste en un módulo de alimentos para un mes, un módulo de aseo para dos meses y un módulo de útiles personales (colchón, mosquiteros, sábanas, etc.). Además, se proveerá a 20.000 familias de útiles de cocina”. Esta ayuda será sufragada por las recaudaciones de la red internacional de Cáritas. Además de estos módulos, Cáritas de España, Alemania y Suiza, más la CRS, proveerán de otras ayudas de forma independiente.

Distribución conjunta

Maritza Sánchez, directora de Cáritas Cuba, explicaba en la revista Palabra Nueva que el Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica autorizó hacer compras e importaciones y que toda la ayuda proveniente de la Iglesia estadounidense será canalizada a través de CRS, por contar con la aprobación de ambos gobiernos. La mercancía se enviará a la provincia que Cáritas decida. Una vez en los territorios, su recepción y distribución se hará en conjunto con las autoridades locales. Su deseo es “que todo salga bien y se logre una cooperación genuina con las estructuras del Estado”. De alcanzarse el diálogo y el entendimiento, “Cáritas podría seguir trabajando en otras fases -dijo-, como en la reconstrucción y nuevos proyectos de desarrollo”. Y añadió que “se necesita definitivamente cambiar, porque hasta ahora ha habido un acercamiento, pero no hemos logrado, todavía, un trabajo de conjunto, institucionalizado, con toda la confianza que exige y que pueda marcar una nueva etapa de colaboración en beneficio de todo el pueblo”.

Y mientras esto sucede en la isla, en Miami se desarrollan esfuerzos diversos por colaborar. Cuba rechazó por tercera vez la oferta del Gobierno estadounidense de cinco millones de dólares, argumentando que no puede aceptar ayuda de quien mantiene un bloqueo sobre el país, y pide créditos para comprar la ayuda. Pero EE.UU. sabe que Cuba no paga, y aclara que no hay que mezclar la ayuda humanitaria con el bloqueo, que no quiere vender, sino regalar. Como medida alternativa está concediendo licencias temporales a organizaciones del exilio para que envíen ayudas directas. Otros grupos que ya lo hacían con el visto bueno de ambos gobiernos -como las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, con 14 años de experiencia mandando contenedores- han aumentado los envíos. Miami sabe que toda la ayuda es poca.

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