El Episcopado le pide a Rafael Correa más respeto

Reivindica ante el presidente ecuatoriano el derecho de la Iglesia a ser escuchada

(J. L. Celada) Como cristianos debemos amar la paz pero sin renunciar a la defensa de los valores del Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia, la cual, a pesar de sus falencias, es una voz que, como cualquier otra en una sociedad democrática, debería ser respetada y escuchada”. Así comienza la carta que el padre Nicolás Dousdebés, secretario general adjunto de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), le ha dirigido al presidente Rafael Correa, rogándole “que respete, aunque no comparta, las opiniones de los obispos y sacerdotes de la Iglesia a la que usted pertenece”.

Tras manifestarle su respeto, “porque es una persona genuinamente preocupada por el bien común de los ecuatorianos”, apela al artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que recoge el derecho de toda persona a “expresar, por cualquier medio, su opinión sobre el asunto que fuera”, y pide: “Por favor, no nos excluya del mismo”.

La misiva recuerda también como “últimamente se le ha ofendido [a la Iglesia] con epítetos insultantes por el único ‘delito’ de mostrar su desacuerdo con algunos puntos del proyecto de nueva constitución [que será sometido a referéndum el 28 de septiembre] en los que hay ambigüedades” que pueden ser malinterpretadas en asuntos como el aborto, las uniones homosexuales y la educación. Constataciones que, sin embargo, no ocultan que se trata de un texto con “muchos aspectos positivos que buscan más equidad y justicia en el país”.

Dousdebés escribe más adelante: “Los sacerdotes no somos espectros fantasmales vestidos de negro, ni pelucones, ni perversos mentirosos como su millonaria publicidad lo afirma, sino ciudadanos que, como usted, servimos al pueblo, a veces sin reconocimiento ni remuneración; no recibimos sueldo o prebenda alguna del Estado y por eso tenemos la libertad para expresar que no estamos de acuerdo con todo lo que el poder plantea como si su voz fuera el criterio único de verdad, sobre todo en temas que afectan a la moral y a la vida”.

Duras declaraciones

Con estas palabras, el religioso salía al paso de unas duras declaraciones de Correa, en las que acusaba a la jerarquía de “hablar de Dios y no conocerlo, hablar del respeto a la vida y no respetarla”; “resucitar el conflicto Iglesia-Estado, superado hace cien años”; y “cerrar los templos para encausar a su rebaño a un enfrentamiento sin otro fin que mantener el status quo“. Un juicio ante el que sólo cabe “dejarnos iluminar por la Palabra de Dios, el criterio más elevado que debe guiar nuestra conducta”, concluye la carta.

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