La luz recobrada de San Isidoro

La restauración del interior de la colegiata leonesa sorprende por la “claridad insospechada” de la piedra original

(Juan Carlos Rodríguez) Increíble. La Real Colegiata de San Isidoro, la sublime joya del arte románico, culminó su restauración del interior del templo descubriendo una gran luminosidad desconocida, una belleza nunca vista y un brillo insospechado en la piedra original, al menos durante el último siglo. El propio abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez Llamazares, admite su sorpresa y la de los fieles tras cinco meses con la basílica cerrada y cinco años de preparativos previos. “La restauración del interior del templo es un sueño hecho realidad. El cambio es espectacular”. Mariano Sáez de Miera, el arquitecto conservador de la Catedral de León, lo ve también: “Me había hecho una idea de cómo podría quedar la basílica, pero esto ha superado mis esperanzas. No lo imaginé nunca así”.

La profunda limpieza ha desvelado, pues, una piedra inmaculada y la luz que tanto se echaba en falta en el interior de la colegiata, ennegrecida por el humo de las velas y oscura por el paso de los años. Y, por lo que se ve, clara y luminosa en su origen. Los trabajos de reforma comenzaron el pasado 28 de abril con dos procesos previos a la limpieza y pulimiento de la piedra de los muros, columnas y bóvedas con la proyección de partículas de vidrio en húmedo a baja presión: la adecuación de la instalación eléctrica y el arreglo de las cubiertas, puesto que existían numerosas goteras y desperfectos. La restauración de los paños, sin embargo, ha sido el paso más exigente. Cepillo de cerda y jabón neutro han sido las herramientas más empleadas. El resultado a la vista es, realmente, espectacular, limpio de polvo y mugre. Otra vez Rodríguez Llamazares: “Todo es armonía y belleza”.

“Por fin, volvemos a la Real Basílica, tan importante para la vida cristiana y para la cultura de los leoneses”, se felicitó el obispo de ­León, Julián López, que presidió la Misa Conventual con la que el 6 de septiembre se reabrió al culto: “Mi deseo, como Pastor diocesano, es que la reapertura de la Colegiata signifique un estímulo para reactivar la presencia y la participación plena de los fieles en la liturgia y que se intensifique y propague aún más el culto eucarístico fuera de la Misa”. La fe -“el privilegio inmemorial del culto eucarístico en San Isidoro”, como dijo el obispo-, la historia misma de España y la cultura tienen en San Isidoro uno de sus grandes símbolos, ahora más refulgente que nunca, dado que también se han restaurado los elementos escultóricos, las carpinterías y el altar mayor.

Pero aún falta la fachada y el museo. Porque, como recordó el obispo, esta limpieza del interior del templo se enmarca en un ambicioso “proyecto de revitalización” de todo el complejo de la basílica, que incluye la Cátedra San Isidoro, el Instituto Bíblico y Oriental -y su futuro museo-, el Archivo, la Biblioteca, el Museo y, por supuesto, el Panteón de los Reyes de León -verdadera capilla Sixtina del románico-, con sus bóvedas policromadas con el Pantocrátor y los evangelistas que le dan fama mundial. De momento, la próxima fase, a cargo de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, afectará a la fachada sur de la basílica, con las puertas del Perdón y del Cordero, del siglo XII, exponentes máximos del denominado “sobrio románico leonés”.

En el horizonte queda la actuación sobre el recinto museístico, apenas modificado desde su creación en 1967, en el que se reordenará su riquísima colección medieval. El Tesoro guarda importantes piezas de arte medieval, como son el arca de los marfiles del siglo X, dedicada a san Juan y san Pelayo, advocación original del templo; el arca de san Isidoro, del siglo XI; el arca de los esmaltes de Limoges, del siglo XII, y el cáliz de Doña Urraca, de ágata. La gran cruz procesional, cuyo autor fue probablemente Enrique de Arfe, sin duda es de fecha más tardía.

San Isidoro es, en su mayor parte, de estilo románico, aunque en todo el conjunto del complejo palatino y religioso se encuentran también muestras del gótico, renacentista y neoclásico, verdadera enciclopedia de arte e historia. La renovación integral del monumento, incrustado en el origen mismo del Reino de León, se lleva a cabo desde hace trece años, aunque en 1987 se iniciaron ya los primeros trabajos financiados por la Junta de Castilla y León, que ha invertido en el templo alrededor de 4 millones de euros, incluidos los 303.222 euros de la reforma y limpieza del interior de la basílica, realizada por la empresa Decolesa, bajo la dirección de obra de los arquitectos Ramón Cañas y Carlos Sexmilo. Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, anunció en la inauguración su compromiso de continuar con las actuaciones hasta completar la recuperación total del monumento. “La Junta no se conforma con las actuaciones desarrolladas hasta ahora, sino que somos conscientes de que hay que seguir actuando sobre esta joya, uno de los monumentos más sublimes de León, de toda la Comunidad e incluso del territorio español”, dijo. Rodríguez Llamazares ve en ese anuncio “la mejor noticia”.

La colegiata de San Isidoro está a punto de cumplir un siglo, aunque el templo tal como lo conocemos hoy es un cúmulo de continuas ampliaciones y reformas, muy importantes prácticamente hasta el siglo XVIII. Los datos históricos sobre su proceso de construcción son numerosos, pero bastante confusos. Aunque su origen está en la decisión de Alfonso V (999-1027) de erigir un modesta iglesia con muros de mampostería, dedicada a los santos Juan Bautista y Pelayo, y un cementerio regio contiguo. Sin embargo, fue Doña Sancha, hija de Alfonso V, quien comenzó a darle mayor presencia al templo, a donde había trasladado en 1063 las cenizas de san Isidoro de Sevilla. Doña Urraca, hija de Doña Sancha y de Fernando I, constituyó el panteón real de la dinastía y ordenó las obras que conformaron la raíz del templo actual, que concluyeron con una solemne consagración el 6 de marzo de 1149.

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