Brasil clama por un modelo económico que priorice la vida

El grito de los excluidos convoca manifestaciones por todo el país en el aniversario de la independencia

(Graziela Cruz– Brasil) Manifestaciones para protestar contra la política económica y la desigualdad social marcaron la 14ª convocatoria del Grito de los Excluidos en los 25 estados de Brasil, el 7 de septiembre, fecha en la que se conmemora la independencia del país. De norte a sur, miles de personas alzaron sus voces en defensa del tema elegido para esta jornada: Vida en primer lugar, derechos y participación popular. La mayor presencia de público se produjo en el Santuario de Aparecida, patrona de Brasil, donde unas 80.000 personas acudieron a la concentración y a la celebración presidida por el arzobispo del lugar, Raymundo Damasceno Assis.

La ya tradicional peregrinación a Aparecida es parte de un movimiento nacional organizado por diferentes pastorales y organizaciones sociales, que cuenta con el apoyo oficial de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, en sus siglas en portugués). “Criticamos el sistema en el que la economía busca el dinero, el lucro. Viene de gobiernos anteriores y sigue en el actual, cuya intención es sólo exportar para mantener al día las cuentas externas. No es un modelo que prioriza la vida y la dignidad del ser humano”, lamentó Ari Alberti, coordinador nacional del Grito, que este año también abogó por la ética en las elecciones municipales del próximo octubre. Según Alberti, otros temas debatidos fueron el paro, la concentración de la tierra, los alimentos transgénicos, la reforma agraria, la violencia urbana y la corrupción.

En São Paulo, cerca de 10.000 manifestantes se concentraron en la Plaza de la Catedral da Sé y salieron en peregrinación hacia el monumento del Ipiranga, que recuerda el “grito de la independencia” de Dom Pedro I, primer emperador de Brasil, en 1822. En Río de Janeiro, un gran número de personas caminaron por la orilla del mar portando carteles y, en Belo Horizonte (Minas Gerais), unas 3.000 personas acudieron a la manifestación, organizadas en grupos de desempleados, mujeres, trabajadores rurales y en defensa del río San Francisco.

Democracia participativa

El gran desafío es hacer que el Grito no sea un momento aislado, sino que contribuya a cambiar el punto de referencia de distintos procesos de participación y movilización popular, para que se avance hacia la denominada “democracia directa y participativa”. Así, varias ciudades organizaron encuentros, debates, peregrinaciones, seminarios, teatro en la calle, ferias de economía solidaria… como preparación a la jornada del 7 de septiembre. “Es preciso tener la conciencia de que, o el pueblo se convierte en protagonista de una nueva cultura, o nada acontecerá”, advierte Alberti.

Preguntado por la dificultad de movilizar a la gente y conquistar nuevos adeptos para la lucha social, Alberti reconoce que hay apatía, que es fruto de apostarlo todo a la vía electoral como posibilidad de cambio. “Percibimos que el pueblo -dice- ganó gobiernos y la presidencia, pero no ganó el poder”. “En los últimos años, Brasil logró una moneda fuerte, creció el porcentaje de población con acceso a bienes materiales, ha creado políticas que garantizaron la bolsa-familia. Sin embargo, la forma de gobernar sigue privilegiando el capitalismo, el desarrollo a cualquier coste”, añade el coordinador, quien apunta que la nueva realidad es una de las causas de un cierto debilitamiento de manifestaciones como el Grito.

El Grito de los Excluidos nació en las Iglesias cristianas en la década de los 90, durante las Semanas Sociales promovidas por la CNBB, como una gran manifestación popular para denunciar las situaciones de exclusión social y pensar alternativas. Celebró su primera edición en 1995 y, en 1996, recibió el apoyo de la CNBB. Actualmente, es promovido por distintas instituciones, Iglesias, ONG y movimientos en todos los estados.

Desde sus orígenes, la principal convocatoria tiene lugar cada 7 de septiembre, día en que se conmemora la independencia de Brasil, con una jornada que busca reflexionar sobre la soberanía nacional, cambiando la participación pasiva típica de esta fecha por una ciudadanía consciente y activa. El Grito cuenta con coordinación nacional, coordinadoras estatales, locales, y una secretaría para animar y articular todo el trabajo.

Como manera creativa de llevar a las calles, plazas y campos la protesta contra la injusticia social, el Grito ha ido incorporando cada año a otros países a su “coro”. Tras 14 años, la experiencia brasileña ya está en otros 22 países de América Latina y el Caribe, donde el Grito es celebrado el 12 de octubre, día de la llegada de Cristóbal Colón al continente.

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