España vive emocionada los actos en comunión con Australia

(Marina de Miguel) Aplausos, explosión de alegría, vítores y mucha emoción. A pesar del cansancio acumulado y rozar ya el alba, las palabras de Benedicto XVI anunciando que Madrid será la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud lograron avivar el espíritu de los miles de jóvenes que, en diversos puntos de España, asistieron a las actos celebrados en comunión con Sydney. Su gran acogida y respuesta es tan sólo el germen lo que se vivirá en 2011.

“Lo dice el Papa, lo dicen los obispos, la juventud es lo mejor que tiene Cristo”, clamaban al unísono los más de 6.000 muchachos, procedentes de todos los rincones de Andalucía, que se reunieron en El Rocío (Huelva). Su coordinador general, José Antonio Omist, no duda en destacar la implicación y participación en todas las actividades, así como el trabajo de los voluntarios. “Tenemos que confiar más en ellos porque están ahí, viviendo desde Dios”, explica a Vida Nueva, poniendo como ejemplo la acogida que tuvieron iniciativas como la adoración permanente en el santuario o las catequesis de los obispos. El rezo del Rosario fue uno de los momentos más sobrecogedores, pues, como relata, “desde los prelados hasta el observador más pagano experimentaron una gran sorpresa al ver el recogimiento y la autenticidad que mostraron los asistentes”.

La cara opuesta a esta interioridad, la alegría, desbordó a las cinco menos cuarto de la madrugada del domingo, al conocer que el Papa se volverá a encontrar con los jóvenes en Madrid. Su reacción fue, para Omist, un signo indiscutible de que “los jóvenes tienen el corazón abierto a la Iglesia”. “Desde ya tenemos que ir preparando y alentando a los chavales. Antes de irse, nos demandaron que se repitan iniciativas como éstas”, señaló a Vida Nueva.

‘Quedada’ de oración

Santiago de Compostela sabe bien lo que es vivir la JMJ, no en vano, en 1989 fue sede de esta iniciativa promovida por Juan Pablo II en 1984. Si por aquel entonces 500.000 personas abarrotaron el Monte del Gozo en torno a Karol Wojtyla, esta vez el planteamiento era un encuentro con carácter más informal. “Era hacer una especie de ‘quedada’ en la que la gente viviera en un ambiente de oración y convivencia lo que significa esta cita”, explica el delegado diocesano de Juventud, Javier Porro. Los actos, celebrados en el Seminario Menor de Belvís y en otros puntos de la ciudad, se vivieron en un ambiente “muy distendido y con gran profundidad espiritual”.

Debido a su condición de meta de la ruta jacobea, los peregrinos, tanto extranjeros como nacionales, estuvieron muy presentes en este encuentro. Un grupo de 170 jóvenes de las diócesis de Castilla, acompañados por el obispo de Salamanca, Carlos López, realizó varias etapas del Camino para participar en la Eucaristía, catequesis, vigilias y talleres convocados. A su vez, muchachos de las diócesis gallegas se instalaron en las últimas etapas para acoger espiritualmente a los viajeros e invitarles a compartir las celebraciones.

“De esto se puede aprender la disponibilidad de los jóvenes a tener una experiencia abierta de Iglesia, a compartir y dedicarse a los demás”, apunta Porro.

El encuentro celebrado en el Castillo de Javier (Navarra) se caracterizó por su clima cálido. Silvia Alfonso, una de las promotoras, considera clave que los 900 asistentes llegaron de manera escalonada, de forma que los primeros fueron acogiendo a los recién llegados. “En ningún momento tuvieron la sensación de ir sólo a mirar, pues pudieron participar en todo y comprobar que todo estaba pensado para ellos”, comenta.

Muy significativas fueron las 50 horas de oración y perdón, o los talleres, donde tuvieron cabida personas de distintas edades y sensibilidades. Sin duda, la guinda fueron las palabras del Papa, que acabaron con el cansancio y la tormenta que cayó sobre los congregados.

MADRID, LA GRAN PROTAGONISTA

Un sueño hecho realidad. Esto es lo que pensaron los 1.500 jóvenes reunidos en la madrileña catedral de la Almudena al escuchar el anuncio del Papa. Para Luis Domingo, vicario episcopal, “Madrid vivió una jornada emocionante al ver a mucha gente joven procedente de muchas provincias de España y un número importante de religiosas. Hemos sentido que hemos participado de la Eucaristía muy unidos al Papa y a todos los jóvenes”, según informa la archidiócesis madrileña en su página web.

Además de madrileños, en la catedral había jóvenes llegados desde Toledo, de Segovia, de Valencia…, y en todos ellos se percibía algo a lo que el Papa había dedicado no pocas palabras en su estancia en Sydney: unidad. El mismo espíritu de alegría que, como señaló un participante, presidirá el ambiente cuando el Papa venga a Madrid y que, desde ese mismo instante, ha comenzado ya a vivirse.

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