Marysia Szumlakowska: “Estamos rodeados de ángeles”

Esposa de Narciso Yepes

(Texto: Marina de Miguel– Foto: Luis Medina) “Los ángeles no tienen alitas y no están en el cielo. Son personas que te encuentras por el camino, portadores de un mensaje para ti que te manda Dios”. Marysia Szumlakowska, esposa del guitarrista universal Narciso Yepes (Lorca 1927, Murcia 1997), siempre se ha sentido muy acompañada por la ayuda de Dios hecha carne, “personalizada en seres humanos que, a pesar de no conocerlos, te dicen una frase que te cala hondo y marca el sendero a seguir”. También, y quizás más especialmente, en aquellos instantes tan dolorosos como son la enfermedad y la muerte de los seres queridos.

“Cuando murió nuestro hijo, Juan de la Cruz Yepes, a la edad de dieciocho años, fue como despertarme a una realidad mucho más cruda y profunda. Darme cuenta de que no sólo cuando van bien las cosas tienes que tener fe, sino justamente lo contrario, como Job. Aunque no entendemos por qué lo quiere Dios, hay que pensar que tiene sus razones”, explica recordando que su hijo fallecido -“igual que los dos que quedan, Ignacio y Ana“- era un ser dotadísimo, muy especial.

Años después, esta mujer que hoy, sentada en el porche de El Jaral, su residencia en el norte de Madrid, transmite con sus recuerdos la inmensa paz de quien nunca se ha sentido solo, tuvo que enfrentarse a la despedida, precedida de un largo sufrimiento llamado cáncer, del “motor de su vida”: Narciso. Algunos retazos de esta difícil senda de luz y sombras, donde el dolor y la alegría caminan de la mano gracias al inmenso amor que ha sentido y siente por su marido, han quedado plasmados en Amaneció de Noche. Despedida de Narciso Yepes, un libro valiente publicado por Edibesa, que va por la tercera edición.

Sus vivencias, escritas con la firme creencia, según dice en la dedicatoria, de que “también a través de las lágrimas puede nacer una sonrisa”, testimonian cómo la fe es el fundamento de su vida: “Para mí la fe es un vivir en Dios y el morir es nacer a una vida de plenitud. Nunca se me ocurrió rebelarme contra Él”.

Del mismo modo, en las 279 páginas, iluminadas por entrañables fotografías familiares y el cariño de Ángel Moreno, de Buenafuente (autor del prólogo), deposita un consejo: mientras haya esperanza, hay que luchar, luchar, luchar.

“Tenemos que convivir con la hermana muerte, y nos tenemos que adelantar a ella, que no nos coja por sorpresa. No podemos taparnos los ojos y fingir, debemos adelantarnos a la muerte aprovechando cada instante de la vida”, dice instando a disfrutar de una flor, de la compañía de los hijos o de “las treguas de Dios”, esos remansos donde descansar.

Estas palabras no beben sólo de sus vivencias con el mítico músico, sino de la ayuda y atención a personas enfermas, ancianas o en situación de duelo, en las que encontró, tras la muerte de Narciso, un aliciente para seguir adelante, además de la razón de su propia existencia. También es monitora de ‘seitai’, actividad cultural y científica sobre la salud de origen japonés. “Se debe aprender a respetar la dignidad humana del enfermo. El mayor bien que hizo Juan Pablo II fue mostrarse cuando estaba muy enfermo, devolviendo así la dignidad al que la sociedad no quiere ver porque no es una fotografía bonita”.

De Wojtyla también alaba cómo destacó que “el enfermo que ofrece su sufrimiento es el mayor poder de sanar al mundo y la humanidad”. “Muchas veces le dije a Narciso que era valiente, pero me contestaba que no, porque tenía fe, una familia maravillosa, además de seres queridos. Valientes son los que están solos y no tienen fe”.

Su ánimo alegre, que participa de la misma intensidad que su mirada, impulsa a Marysia a afrontar el futuro con miles de proyectos, como escribir la biografía de Narciso Yepes o concretizar su ayuda a los necesitados. En definitiva, “vivir para Dios, en Dios, desde Él y donde Él quiera”.

En esencia

Una película: El gran silencio, Philip Gröning.

Un libro: La Biblia

Una canción: Seréis mis testigos, de mi hijo Ignacio, compuesta para la reunión de Jóvenes en Cuatro Vientos en 2000.

Un deporte: Windsurf

Un rincón del mundo: Cualquiera donde estén mis seres queridos.

Un deseo frustrado: Ayudar más. Me gustaría irme de misiones pero no sé si podré por mi edad.

Un recuerdo de la infancia: La sonrisa de mis padres.

Una aspiración: Escribir la vida de Narciso para compartirla con otros.

Una persona: Mi marido.

La última alegría: El nacimiento de mi última nieta, que tiene casi dos meses.

La mayor tristeza: La muerte de mi hijo y de mi marido.

Un sueño: Hacer música todos juntos un día en la Casa del Padre.

Un regalo: ¿Para hacer o para dar? La fe.

Un valor: El amor.

Me gustaría que me recordasen por: ser alegre.

Compartir