Pinceladas dudosas

‘El Coloso’

(J. C. R.) El Coloso ya no es tan coloso. Si no es de Goya, su tremendismo se diluye. Su enigmático autor parece ser, 200 años después de que fuera pintado, el único discípulo reconocido de Goya: Asensio Juliá. El Museo del Prado lo explicó pormenorizadamente la semana pasada. La cuestión de fondo es que la pinacoteca madrileña, con su director, Miguel Zugaza, al frente, ha puesto en la balanza el rigor científico y el peso histórico de un Goya célebre. Y han primado los argumentos científicos: el descubrimiento, hace escasas semanas, de las iniciales ‘AJ’ en el cuadrante inferior izquierdo de la pintura por parte de José Luis Díez -jefe de Conservación de pintura del siglo XIX- ha sido determinante para acabar anunciando algo que ya se venía, más o menos, sospechando desde 1991.

Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII y de Goya, hace referencia a “cuestiones estilísticas” para constatar que la obra “se aleja de Goya completamente”, y enumera: “pinceladas dudosas”, “incoherencias luminosas”, “falta de precisión”, “trazos no acabados”, “un paisaje sucio” frente a la claridad y el orden de las obras del pintor aragonés… para después concluir: “En mi opinión, el cuadro es de otra mano distinta a la de Goya”. La preparación de la exposición de 1991 Goya. El capricho y la invención inauguró los argumentos científicos en contra de la autoría del maestro aragonés: “Vimos que se desmarcaba de lo que conocíamos de Goya”, explicó Mena. En la radiografía que entonces se hizo aparecía una composición diferente y otro trazo del gigante, luego repintado, algo inédito en Goya, que jamás dudaba cuando pintaba el lienzo, dado su gran trabajo preparatorio.

El Prado, sin embargo, no retirará el cuadro -también conocido como La tormenta o El pánico– de la exposición permanente, aunque dejará clara su nueva autoría. Tampoco lo moverá de sitio, junto a las “pinturas negras” de Goya, con las que tiene evidentes paralelismos -con Saturno devorando a un hijo, por ejemplo-, así como comparte un motivo, el del gigante que representa al pueblo español que se levanta contra el invasor francés, según Nigel Glendinning, ya usado en Los desastres de la guerra. En cualquier caso, tanto Mena como Díez insisten en que no debe considerarse ni aun así una obra menor. “No podemos decir que hasta ahora se haya atribuido a Goya una chapuza”.

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