Se despide Camillo Ruini, figura clave de la Iglesia italiana

El relevo del vicario del Papa para la diócesis de Roma se suma a la renovación de otros cargos en la Curia

(Antonio Pelayo– Roma) A medida que nos acercamos al día 29 de junio, festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, se van concretando una serie de cambios y nombramientos que desde hace meses agitan las habitualmente tranquilas aguas de la Curia romana.

Sin esperar a que se hiciera público el nombre de su sucesor, el cardenal Camillo Ruini se despidió de la diócesis de Roma, de la que ha sido vicario general desde el lejano 1991, con una solemne Eucaristía, el 21 de junio en la Basílica de San Juan de Letrán. Entre los asistentes se encontraba el cardenal Agostino Vallini, prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, según todos los rumores, su sustituto a partir del 27 de junio. También estaban presentes numerosas personalidades políticas, entre ellas, el nuevo alcalde de la Ciudad Eterna, Gianni Alemanno; el alter ego de Berlusconi, el subsecretario de la Presidencia, Gianni Letta; el ex presidente de la Cámara de los Diputados, Pier Ferdinando Casini, o el ex ministro Rocco Buttiglione.

El cardenal Ruini ha sido una figura clave de la Iglesia italiana durante los últimos 25 años. Lo recuerda el Papa en la carta que le ha dirigido en sus bodas de plata episcopales (fue consagrado obispo el 29 de junio de 1983 en la catedral de Reggio Emilia, diócesis donde nació el 19 de febrero de 1931). Ruini se dio a conocer en la preparación de la importante convención nacional de la Iglesia italiana en Loreto, en 1985, y en junio de 1986 Juan Pablo II le nombró secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, en la que cinco años después fue elegido presidente y simultáneamente vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma.

En su carta, Joseph Ratzinger menciona como principales cualidades del cardenal “su gran capacidad de trabajo, su fe sencilla y pura, su creatividad pastoral, su fidelidad a la identidad viva de la Institución a través de la unión con el Papa también en medio de las dificultades, su optimismo confiado y sonriente”. Evocando sus numerosos servicios a la Iglesia, especialmente en estos últimos 17 años, le califica como un “colaborador experto, de confianza, generoso”.

En su homilía de despedida a los fieles que abarrotaban la basílica, Ruini puso de relieve, entre otras cosas, la “valentía” que necesita un obispo para dar testimonio público de su fe, frente “a la presión de la opinión pública con frecuencia construida por los medios de comunicación”. “Mi pesar más grande -confesó- se refiere a mi debilidad y mediocridad en la que es la primera tarea de todo obispo: la oración. Por esta debilidad pido especialmente perdón, y mi primer propósito para el futuro es ponerle de algún modo remedio”.

Su sucesor, como ya hemos dicho, será el cardenal Agostino Vallini, de 68 años, hasta ahora prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, un reputado canonista -materia sobre la que ha publicado diversos libros- que ha sido también obispo auxiliar de Nápoles con el cardenal Michele Giordano, y después obispo de Albano, en las inmediaciones de Roma. El Papa le recibió en audiencia privada el sábado 21 para confirmarle su decisión, ante la que el cardenal -al parecer- habría manifestado alguna duda.

Otro nombramiento ha sido el de monseñor Rino Fisichella como presidente de la Pontificia Academia para la Vida, manteniendo su cargo de rector de la Pontificia Universidad Lateranense. Este joven obispo, de 56 años, sucede a monseñor Elio Sgreccia, especialista en materias de bioética, y es, sin duda, una de las personalidades más sobresalientes del episcopado italiano. Tiene olfato político, se presenta de modo excelente ante los medios de comunicación (fue, por ejemplo, memorable su participación en un programa televisivo hablando sobre los sacerdotes pedófilos) y tiene gran capacidad de diálogo intelectual y humano, como quedó demostrado en su relación con la polémica escritora y periodista Oriana Fallacci.

Monseñor Fisichella había sido ­indicado como posible candidato a diversos puestos en la Curia romana; entre otros, al de secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo actual titular, el salesiano Angelo Amato, pasaría a ocupar la prefectura de la Congrega­ción para las Causas de los Santos, sustituyendo al cardenal portugués José Saraiva.

Así entramos en la jaula de las conjeturas sobre más o menos inminentes cambios en diversas congregaciones de la Curia. El rumor que más nos afecta es, naturalmente, el que lleva al actual arzobispo de Toledo, cardenal Antonio Cañizares, a la prefectura de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo desempeñado en la actualidad por el cardenal nigeriano Francis Arinze. Si se llegase a confirmar esta noticia, se pondría fin a la ausencia de un cardenal español en el gobierno de la Iglesia universal, como ha sido la norma en los últimos cien años, desde el secretario de Estado con san Pío X, cardenal Merry del Val, a nuestros días, con nombres tan prestigiosos como los cardenales Larraona, Albareda, Tabera y más recientemente Antonio Mª Javierre y Eduardo Martínez Somalo.

Bajo la autoridad del Papa, naturalmente, es el actual secretario de Estado quien se ocupa de estos delicados menesteres, pero el cardenal Tarcisio Bertone cubre también otros campos, como son hacer físicamente presente a la Santa Sede en países poco frecuentados hasta ahora por la diplomacia vaticana. Es el caso de Bielorrusia, que el cardenal ha visitado del 18 al 22 de junio, y donde ha mantenido una serie de importantes encuentros con la jerarquía católica, la de la Iglesia ortodoxa y las autoridades del Estado, comenzando por el presidente de la República, Alexander Lukashenko; el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Martynov; y el presidente del Comité del Consejo de Ministros para los Asuntos Religiosos y las Minorías Étnicas, Leonid Gulyako.

Contactos útiles

Bertone pronunció una conferencia en la universidad estatal de Minsk, Fe y Razón: hablar de Dios a los hombres de hoy. Todos estos contactos son, sin duda, muy útiles, pero su objetivo principal era encontrar y sostener a la jerarquía católica en este país de rancias fidelidades ideológicas y de dudosa democracia. Al frente de los obispos está monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev, durante varios años arzobispo de Moscú y que el año pasado fue trasladado a la primera diócesis de su país natal, Grodno. Ésta, más Pinsk y Vitebak, forman el mapa eclesiástico del inmenso país. Excepto esta última, Bertone las ha visitado todas en su breve viaje, y ya puede imaginarse la importancia psicológica y eclesial que ha podido significar para los obispos, sacerdotes y fieles bielorrusos poder saludar al primer colaborador del Papa y manifestarle su adhesión.

De la importancia que para la Iglesia revisten también los países asiáticos da prueba el nombramiento como vicesecretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso del sacerdote tailandés Andrew Thanya-anan Vissanu, que llega a este puesto tras muchos años de servicio en la diplomacia vaticana, en las nunciaturas de Sudán, Marruecos, ­Grecia, India, Japón, Irlanda e Indonesia.

Otro continente sobre el que la mirada de la Iglesia está siempre muy atenta es África. Se lo aseguró Benedicto XVI el 19 de junio, al recibirle en audiencia privada, al presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila, con el que mantuvo un coloquio sobre la todavía delicada situación de su país. Aludiendo -según el habitual comunicado de la Sala de Prensa- a las tensiones que aún se registran en las provincias orientales del Kivu, “ha sido reafirmada la prioridad del respeto a los derechos humanos para poner fin a los sufrimientos de las poblaciones civiles y construir una sociedad más justa y solidaria”.

Kabila ha invitado al Papa a visitar su país (el 50% de sus 66 millones de habitantes es católico). Una invitación que, como tantas otras, el Papa octogenario acoge con benevolencia, convencido de que le será difícil poder realizarlo.

LAS RADIOS CATÓLICAS DEBEN ESTAR AL SERVICIO DE LA PALABRA

(Vida Nueva) “A veces os puede parecer que estáis completamente perdidos en medio de la competición de otros medios de comunicación más ruidosos y poderosos. ¡No os desaniméis!”. Con estas palabras alienta el Papa a los periodistas de radios católicas de todo el mundo, cuyos representantes se reunieron en el primer Congreso La identidad y la misión de las radios católicas hoy, del 19 al 21 de junio, en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. Los delegados de 63 emisoras de 50 países fueron recibidos por Benedicto XVI, quien subrayó que su trabajo está “al servicio de la Palabra” y debe realizarse “siempre respetando la realidad y con una clara perspectiva de educación en la verdad y la esperanza”. Desde España acudieron el P. Manuel María Bru, director del área socio-religiosa de COPE; el P. Esteban Munilla, director de Radio María en España; y el P. Juan Díaz Bernardo, director de Radio Santa María de Toledo.

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