La sexualidad humana debe estar siempre ordenada al amor

El Episcopado argentino critica el currículo para la educación sexual integral en las escuelas

(Washington Uranga– Buenos Aires) La jerarquía de la Iglesia católica en Argentina, a través de la Comisión Episcopal de Educación Católica, emitió un documento en el que cuestiona los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral aprobados a nivel oficial porque, según se afirma, “omite el ordenamiento de la sexualidad humana al amor” y de la familia como “agente natural y primario de la educación de sus hijos y sus consecuentes derechos”.

Los obispos, que participaron “activamente de distintas maneras a través de sus representantes con sugerencias, críticas y aportes propositivos” de los procesos previos a la aprobación de la norma, pero que no están de acuerdo con lo que resultó finalmente plasmado en la misma, critican también que se promocionen los preservativos como “único” medio de prevención del sida y que se excluya la mención a la “abstinencia” como otra alternativa.

A pesar de su ascendencia política y cultural sobre buena parte de la sociedad, que se autodefine en general como católica, la institución eclesiástica no ha logrado que prevalezcan sus puntos de vista ­sobre temas vinculados a la sexualidad y la educación en torno a ella. El documento recientemente conocido, fechado el 17 de junio, responde a las instrucciones que se han enviado a las escuelas por parte de las autoridades gubernamentales.

El pronunciamiento de la Comisión Episcopal de Educación Católica, dirigido a “padres de familia, autoridades educativas en general, directivos y docentes de institutos, alumnos y a toda persona de buena voluntad preocupada por la educación”, deja en claro que, pese a su participación en las etapas de debate, aportando el punto de vista de la Iglesia a fin de esclarecer aspectos importantes de los que a su juicio debe ser la educación sexual en las escuelas, “muchos de esos aportes no fueron incluidos y otros han quedado sumamente desdibujados, lo cual nos lleva a no compartir planteos y formulaciones de relevancia relacionados con la concepción y la forma como en las escuelas debe ser abordada la educación de la sexualidad”.

Según los obispos, las recomendaciones no contemplan “el ordenamiento de la sexualidad humana al amor, oscureciendo el sentido de la complementariedad física, espiritual y moral del hombre y de la mujer y (se) soslaya la concepción del matrimonio como una opción de vida” y “el rol de la familia como agente natural y primario de la educación de sus hijos y sus consecuentes derechos”. El documento episcopal dice también que, dado el carácter obligatorio de los lineamientos trazados por el Estado, no se deja “mayor margen de acción a los padres para objetar aquellos contenidos que pudiesen atentar contra sus convicciones religiosas y morales”.

Salud reproductiva

Para la Comisión de Educación Católica, las autoridades educativas “sobredimensionan” el “modelo biológico-higienista al proponer como eje prioritario la promoción de la salud en general y reproductiva en particular”. Y expresa su preocupación porque “presenta como derecho fundamental de niños/as y adolescentes el acceso a los métodos anticonceptivos y prevé aprendizajes para que los menores hagan exigible ese derecho, sin mencionar que tal derecho se inscribe en el marco del ejercicio de los derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad”.

Objeta también la declaración episcopal que el documento que acaba de sacar adelante el Gobierno “minimiza la dimensión ética de la sexualidad centrada en valores y virtudes morales”, al tiempo que “omite por completo la educación en la abstinencia y en la fidelidad mutua como conductas preventivas del contagio del HIV-SIDA”.

Además de criticar la recomendación del uso de los preservativos como forma de prevención del sida, elementos que son “moralmente objetables” y que “han producido resultados negativos e insuficientes en todo el mundo”, el documento de la Iglesia cuestiona también que se conciba “la identidad sexual como una construcción socio-histórico-cultural, relegando el hecho de que la persona humana desde su concepción biológica es sexuada, varón o mujer”.

Para los obispos, todo lo anterior y la forma en que se aplicarán los lineamientos supone una pérdida de libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos de acuerdo a sus convicciones religiosas.

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