Una segunda familia cerca del campus universitario

Chicos y chicas se forman en el pionero Colegio Mayor San Agustín de Madrid

(Victoria Lara- Fotos: Luis Medina) Ver una luz encendida me da seguridad”. De esta forma tan sencilla explicaba una joven del Colegio Mayor San Agustín (CMUSA) a los responsables de la institución la razón por la que le gusta vivir en un centro así. El propio director, Basilio Mateos, es consciente de que, en primera instancia, la decisión de que la chica o el chico, cuando empieza su formación universitaria, vaya a un colegio mayor –en lugar de elegir una residencia o un piso de estudiantes– es de los padres, tanto por la seguridad que les proporciona saber que sus hijos están controlados y acompañados, como por la opción que muchos siguen haciendo por los colegios religiosos. Prueba de ello es que, de los aproximadamente medio centenar de colegios mayores de Madrid, el 50% están regentados por órdenes religiosas.

Sin embargo, una vez que el joven conoce la vida colegial, en la mayoría de los casos prefiere seguir allí durante más tiempo. Ana Andrés, estudiante de Bellas Artes, ya lleva tres años aquí, y para ella el colegio es como un segundo hogar: “Te dan lo que te da tu familia cuando estás en casa. Aunque a veces sientas que estás solo, siempre tienes a alguien”. “Dejas de tener amigos y empiezas a tener ‘hermanos’. A mí el colegio me ha enseñado a escuchar y a aceptar”, asegura Beatriz Pedrosa, estudiante de Periodismo y otra “veterana” en el centro. José Soler, que se prepara para ser ingeniero técnico en Aeronaútica, afirma que en el ‘Sanagus’, como los colegiales lo llaman popularmente, se siente “bastante completo: tengo amistades, ambiente de estudio, actividades…”.

El San Agustín es el primer colegio mayor religioso de la orden de los agustinos que se fundó en la ciudad de Madrid. Fue en 1963 cuando se inauguró oficialmente, obra del arquitecto Francisco de Asís Cabrero (Medalla de Oro de la Arquitectura en 1990), siendo reformado durante el pasado curso 2006/2007 por el arquitecto Francisco Carro para incorporar baños individuales en todas las habitaciones y adaptar el centro a las condiciones de seguridad contra incendios. Después vinieron otros tres colegios mayores (Elías Ahúja, Mendel, Santa Mónica), el CMU Escorial, y una residencia de estudiantes (Tagaste), fruto todos ellos, según el responsable de Pastoral del CMUSA, Santiago Insunza, “de una larga tradición educativa de los agustinos y agustinas en España, que pretende prolongarse en el mundo universitario”.

Pero el colegio mayor ha sido pionero también en otra cuestión: es mixto desde hace una década. En el presente curso cuenta con 70 alumnos, a partes iguales entre chicos y chicas. Esta característica se ha trasladado también al equipo directivo: la subdirectora es Encarna López Rodríguez, una seglar. De hecho, el director está convencido de que, dentro de pocos años, el resto de centros se convertirán en mixtos. “Nos parecía que, desde el punto de vista pedagógico, iba a suponer un reequilibrio en la afectividad de la gente”, asegura Basilio Mateos, quien explica que los colegiales viven este aspecto con absoluta normalidad.

Así es, a tenor de lo que dicen los propios jóvenes: “Creo que ayuda a que se despejen muchos tabúes entre chicas y chicos”, afirma Ana Andrés; “me parece algo muy sano, porque compartes igual las alegrías y las tristezas”, opina Beatriz Pedrosa, mientras que José Soler reconoce que la convivencia con chicas le ha ayudado a abrirse más a los demás. Ninguno de los tres se cambiaría hoy día a un colegio femenino o masculino.

Pero un centro de estas características, en el que hay alumnos de hasta 31 carreras distintas, es más que un lugar de residencia y estudio. Los jóvenes tienen otras posibilidades para su formación física y espiritual: actividades deportivas, viajes y visitas culturales, conferencias, una revista, taller de fotografía, vídeo, teatro… Funcionan a través de comisiones gestionadas por los propios colegiales, con un presupuesto asignado, y cada uno debe pertenecer, al menos, a una de ellas.

“La dinámica de la comisión le da al alumno unas posibilidades de maduración y unas cualidades humanas y sociales que están muy demandadas hoy en día por las empresas”, añade Mateos. “Las comisiones son escuelas de líderes”, apunta Santiago Insunza, quien, además, es el que lleva una de las aulas en las que también participan los jóvenes: el Aula de Fe y Cultura. Se trata de una de las principales acciones de pastoral que lleva a cabo el San Agustín. Pretende acercar a los universitarios al misterio de Dios revelado en Jesucristo y estudiar las grandes preguntas que la cultura y la sociedad contemporáneas plantean al joven creyente. Además de un programa sistemático, la reunión que se celebra semanalmente está abierta a la reflexión sobre temas puntuales, no siempre relacionados directamente con la religión. Según Insunza, este año se ha seguido, entre otros temas, la repercusión a través de la prensa de los desencuentros entre Iglesia y Estado.

Despertar a la fe

Muy importante en la oferta litúrgico-pastoral del CMUSA es la Misa dominical, cuya participación por parte de los jóvenes es “aceptable”, en opinión del responsable de Pastoral. “Cada domingo –asegura– acuden entre 40 y 50 universitarios”, no sólo del San Agustín, sino de otros colegios mayores cuyas capillas cerraron hace tiempo. Esta presencia, en ocasiones, ha servido de despertar religioso para algunos de ellos; el centro ha asistido, por ejemplo, a la primera comunión de un colegial, a la confirmación de varios jóvenes e incluso a una unción de enfermos. Donde es muy significativa la participación, según Insunza, es en las Eucaristías de Apertura y Clausura del curso, con un 80% de los colegiales.

Otra actividad, no vinculada directamente a lo religioso, pero muy orientada a fomentar un valor como el de la solidaridad, es la del voluntariado. A las tradicionales participaciones en la ‘Operación Kilo’, las colaboraciones puntuales con Cáritas y el apadrinamiento de niños del Tercer Mundo, se suman otras acciones, como la atención durante un día a la semana de un comedor benéfico (San Francisco de Asís), mediante la preparación y el servicio de las mesas.

Estas labores de pastoral no se realizan de manera independiente. Desde hace dos años, los colegios mayores universitarios de Madrid confiados a diferentes institutos religiosos se reúnen periódicamente para trazar líneas pastorales comunes o celebrar conjuntamente algunos momentos litúrgicos señalados. El CMUSA trabaja en colaboración con las parroquias diocesanas más próximas, San Juan Crisóstomo y San Bruno.

 

 

 

Universidad necesariamente religiosa

¿Qué opinan los universitarios de la Iglesia? Para Santiago Insunza, responsable de Pastoral del CMUSA, en la sociedad española actual parece predominar un pensamiento colectivo en contra de la Iglesia como institución. No obstante, cree que, aunque los jóvenes valoran poco la Iglesia en su aspecto organizativo, sí que ven con respeto y admiración la labor de muchas personas que ponen su vida al servicio de los demás, como los misioneros. Asimismo, cambia mucho la concepción que cada uno tiene de la Iglesia en función de las personas que ha conocido. Insunza asegura que uno de los mensajes que el colegio intenta transmitir a los universitarios es que “la universidad incumpliría con su carácter universal si excluyera lo religioso”.

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