La magia de una sonrisa en un hospital

Los ‘doctores’ de la Fundación Theodora atienden a 50.000 niños en toda España

(Juan M. Castelblanque) La infancia es uno de los momentos más importantes y felices de la vida, pero no es para todos igual. Los niños enfermos y hospitalizados, por ejemplo, salen de su ambiente habitual, son separados de sus familias y amigos, y eso puede suponer una experiencia traumática para ellos. Con el fin de aliviar su sufrimiento, en 1993 los hermanos Jan y André Poulie pusieron en marcha la Fundación Theodora, cuyo principal activo es la risa.

Theodora era el nombre de la madre de los hermanos Poulie, quienes quisieron hacerle un homenaje cuando falleció”, indica Tamara Kreisler, directora de la Fundación en España. “Fuimos como un equipo, juntos contra el cáncer de mi madre, y ella era la jefa del equipo. Fue una experiencia muy fuerte que yo viví en mi alma y mi corazón: cómo una persona enferma puede vivir con el apoyo de su familia. Tras la experiencia, pensé que los niños necesitan mucha alegría cuando están enfermos”, afirma André. Una idea que comenzó a fraguarse mucho antes: “André sufrió un accidente a los siete años que le obligó a estar dos encerrado entre las paredes del hospital de Lausanne, un período que se le hizo muy largo y aburrido. Tiempo después, ya trabajando en los Estados Unidos, observó cómo había payasos que acudían a entretener a los ingresados en los hospitales. Así es como nació la idea de los Doctores Sonrisas”, recuerda Kreisler.

En sus visitas, estos ‘médicos’ tan especiales juegan, improvisan e intentan con su labor que los niños olviden por un tiempo dónde se encuentran, mostrándoles un mundo de color, música, magia y sonrisas.

‘Theodora’ dio sus primeros pasos en un hospital del Cantón de Vaud, en Suiza. “Era algo muy casero, pero con esfuerzo fue consiguiendo apoyos hasta estar presente en Europa, Asia y África”, señala la directora de la Fundación. Fue en 1994, y desde la perspectiva de que el mundo de los niños es un territorio sin fronteras, cuando la organización decidió traspasar los límites geográficos suizos.

El primer proyecto en el extranjero fue en Bielorrusia, con la creación de un equipo de cuatro Doctores Sonrisa que acudían a visitar a niños de Minsk enfermos a consecuencia de la catástrofe nuclear de Chernobyl. Al mismo tiempo, se lanzó un programa en el hospital Great Ormond de Gran Bretaña al que ­acudían dos Doctores Sonrisa dos veces por semana. Posteriormente, la Fundación Theodora comenzó a trabajar en Hong Kong, África, Italia, Turquía, Francia y España, país donde desembarcó el 24 de enero del año 2000.

En España, ‘Theodora’ hace sonreír, cada año, a más de 50.000 niños hospitalizados en 19 centros de Madrid, Toledo, Málaga, Granada, Sevilla, A Coruña, Santiago de Compostela, Vigo, Ferrol, Alicante, Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife, lo que la ha convertido en la mayor organización de payasos hospitalarios del sector sanitario español, además de ser la única que trabaja a nivel nacional.

“Comentarios como ‘es la primera vez que se ríe desde que ingresó’, ‘cuánto tiempo sin verle reír así’, ‘tendrías que venir todos los ­días’ o ‘vuelve pronto’ hacen que esto merezca la pena. Todas estas palabras me dan fuerza, no sabéis cuanta”, afirma Cariburí, una de los 32 doctores de la sonrisa que tiene ‘Theodora’ en España y con cuyo trabajo alegra la expresión de los pequeños. “A mí me dejó perpleja cómo en cuestión de minutos cambiaba la situación anímica de padres e hijos”, afirma la madre de Carmen, una niña hospitalizada en el Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera de A Coruña. En términos parecidos se expresan los padres de Alberto, ingresado en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada: “Será difícil que mi hijo olvide las tardes de los martes cuando la Doctora Sapofrita acudía a la habitación para hacerle olvidar, a través de su alegría y risas, que se encontraba en el hospital y que tenía una enfermedad importante”. Testimonios que ponen en valor el trabajo de unos auténticos maestros de la alegría. “Los Doctores Sonrisa son artistas profesionales: actores, magos, payasos, músicos…, que viven de su trabajo, y que tienen como mínimo cinco años de carrera a sus espaldas”, señala Kreisler.

Formación emocional

Además, los ‘doctores’ de esta Fundación Theodora tienen una formación especial y siguen de forma regular cursos para perfeccionar su comportamiento frente a situaciones delicadas, mejorar sus conocimientos y sensibilizarles en Psicología Infantil. “El trabajo les influye emocionalmente y debemos facilitarles las herramientas para que manejen mejor estas situaciones. Seleccionar a los Doctores Sonrisa no es tarea fácil, porque además de los conocimientos artísticos tienes que buscar a una persona con una fortaleza que le permita vivir y sentir todo lo que ocurre en el hospital realizando su trabajo lo mejor posible”, explica la directora.

El programa formativo de un Doctor ­Sonrisa consta de dos partes: inicial y continua. El objetivo no es crear payasos, sino sensibilizar a los artistas de las dificultades que plantea trabajar en un hospital, porque “aquí la dinámica del artista no se asemeja a la que se vive en un escenario, en la calle o en un circo”, aclara Kreisler.

La formación inicial busca otorgar los conocimientos indispensables para el perfecto de­sarrollo del trabajo en el hospital. A la fase de selección, a través de un cuestionario y entrevista, le sigue una fase teórica. A continuación, los futuros Doctores Sonrisa realizan una serie de visitas a los hospitales como observadores y, posteriormente, como Doctores Sonrisa en prácticas bajo la supervisión de un Doctor Sonrisa experimentado.

En la modalidad de formación continua, el equipo de la Fundación se reúne regularmente para hacer seguimiento de distintos temas relacionados con el medio artístico y hospitalario. “El concepto de formación continua permite así a cada miembro desarrollar y consolidar sus conocimientos y competencias en terrenos específicos”, justifica Tamara Kreisler. Cada año se realizan dos encuentros nacionales anuales, un seminario en primavera y otro en otoño, y todos los años, en junio, se organiza un seminario internacional en el que los Doctores Sonrisa que trabajan en todo el mundo se encuentran para intercambiar y proseguir su formación.

Un trabajo continuo con el único fin de conseguir esbozar una sonrisa en la cara de un niño, para quien los Doctores Sonrisa son algo casi mágico. Una acertada definición de ellos la realizó Amanda, una niña de ocho años, al responder a alguien que afirmaba que no eran más que payasos: “Al igual que existen las sirenas, que son mitad hombre y mitad pez, existen los Doctores Sonrisa, que son mitad payaso y mitad doctor”, sentenció.

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